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sábado, mayo 18, 2024

MARCHAR, PROTESTAR Y DISCREPAR ES UN DERECHO. por Gerard Coffey

MARCHAR, PROTESTAR Y DISCREPAR ES UN DERECHO

Gerard Coffey

Triunfar en una elección presidencial es siempre una victoria parcial. Representa, en otras palabras, la dictadura de la mayoría. Es una forma de gobernar imperfecto, pero lo aceptamos como consecuencia de haber optado por la democracia electoral. No obstante, la victoria en las urnas no conlleva la potestad de privar a la oposición el derecho de opinar o reclamar.

Marchar, protestar, plantear políticas alternativas, es un derecho. No solo es un derecho sino, en cualquier democracia que merece el nombre, una necesidad. Dialogar es imprescindible y representa el aspecto más fundamental de la marcha que salió de Zamora el 8 de este mes.

Es inaceptable, por tanto, que cada paso de los participantes de esta protesta haya sido sujeto a un hostigamiento sin piedad y una andanada de publicidad negativa lanzada en su contra por el gobierno y medios como El Ciudadano. Este medio ‘público’  pretendá descalificar a Salvador Quishpe, prefecto de Zamora Chinchipe, acusándole de andar borracho por haber tomado un trago durante la caminata. Es casi inconcebible que un medio, sostenido con fondos de todos los ‘ciudadanos’ se rebaje a este tipo de insinuaciones racistas. Es reprensible.

Poco mejor es el aluvión de mensajes que hablan de ‘los golpistas de siempre’ que solo vienen para desestabilizar y cometer actos de violencia. Es una sobre reacción que habla más de debilidad que otra cosa. ¡Qué miedo que provocan ‘cuatro pelagatos’!

El objetivo de la oleada de propaganda es, sin duda, bajar a segundo plano los planteamientos de la marcha y desconocer la necesidad de compartir espacios políticos. El gobierno quiere controlar y dirigir todo, pero ganar en las urnas no significa – y nunca ha significado – la entrega de un cheque en blanco.

No se puede ignorar la necesidad de una verdadera reforma agraria que ayude a alcanzar una mayor productividad y la muy anhelada soberanía alimentaria; de una ley de recursos hídricos consensuada que redistribuye el agua y que tome en cuenta las necesidades de los pequeños productores agrícolas y de las comunidades indígenas de la sierra que cuiden los páramos, la fuente de agua para una gran parte de la población del país; de una evaluación seria de los daños ambientales y culturales que provocará la minería a cielo abierto.

Sobre todo se necesita revisar la idea de un estado ‘one size fits all’ y tomar en cuenta el deseo de las poblaciones indígenas y otros por la autonomía, por un estado plurinacional. Es repetir lo obvio decir que estos reclamos son legítimos. Debatir estos temas  a nivel nacional, y no ignorarlos como si fueran el producto de nada más que una campaña electoral o de un grupo de ‘golpistas’, servirá para consolidar la democracia y bajar el nivel de polarización existente, en gran medida atribuible a la estrategia de confrontación abierta favorecida por el gobierno.

 Las contradicciones

No es decir que la marcha esté libre de contradicciones. En un año electoral (sobre todo porque se trata de una re-elección) siempre iba a ser difícil separar lo programático de  los protagonismos electorales e incluso disputas personales. Hay que admitirlo – y no es peor por ello, todos somos humanos antes que nada y después de todo –  la marcha no representa a los ángeles en la  batalla del bien contra el mal. La presencia de políticos como Paul Carrasco y personajes como Lourdes Tibán lo confirma. Tampoco ayuda el hecho de que la participación de la Federación  Shuar parece corresponder, en cierta medida, a la falta de transferencia de recursos económicos[i]. La existencia de afiches electorales anunciando la candidatura a Vicepresidente de Salvador Quishpe, y binomio de Paul Carrasco, (ahora desmentido por ambos) es otro traspié que muestra una cierta ingenuidad política.

Estos aspectos, estos puntos débiles, importan porque dejan una apertura para los agresiones del gobierno y por ende hacen daño a la credibilidad de la cúpula del la marcha. Descalificar a los lideres y de ahí relativizar sus demandas es una vieja táctica y si bien los ataques ad hominem  no son éticos, aparentemente son efectivos. Por fortuna Humberto Cholango, el presidente de la CONAIE es una persona respetable y coherente, que difícilmente  puede ser acusado de golpista ni ser el blanco de insultos ni descalificaciones.

El representa a gente con necesidades concretas e impostergables, aun cuando su visión sea distinta a la del mandatario. Es un digno representante de otra visión del mundo, de otra forma de ver ‘el desarrollo’ y otra forma de vivir bien, una visión que, cabe enfatizar, coincide con la necesidad de transformar el mundo consumista a nivel global. Como tal él y sus propuestas merecen el respeto de todos, incluyendo el presidente de la república y su equipo, y una discusión seria a nivel nacional.

 

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