A días de las elecciones presidenciales 2025, conversamos con la socióloga y docente universitaria, Natalia Sierra, para entender, desde su visión, algunos elementos que se ponen en juego en las urnas.
Natalia devela una creciente fuerza política que desprecia la vida y que, poco a poco, también va echando raíces en el Ecuador, así como lo ha hecho en Europa y ahora en Estados Unidos con Donald Trump.
LDF: ¿Qué se pone en juego en estas elecciones generales del 9 de febrero?
Natalia Sierra: Cuando analizas la coyuntura del país y la coyuntura electoral, no puedes dejar de ver las transformaciones que se están operando tanto a escala regional como global, porque si no, no entiendes lo que se juega en el país y que depende de contextos regionales y globales. Ahora bien, los cambios en el mundo son mucho más acelerados y esto tiene que ver con la tecnología de la IA actual.
Lo que se está jugando en el país ahora es su propia existencia social, porque la sociedad es un conjunto de relaciones que genera una cohesión social, a nivel económico, a nivel político, a nivel cultural, en la construcción de la identidad como pueblo. ¡Se está jugando la sociedad!
LDF: En el aspecto cultural –que pocas veces se menciona–, ¿cuáles crees que son los grandes desafíos?
NS: La cultura está ligada al conflicto ideológico. Asistimos al retorno de formas ideológicas que promueven el egoísmo, el odio, el desprecio a la vida. Se impone una ideología que desprecia la vida, que en el siglo XX se conocía como fascismo. Entonces, ahora hay una arremetida de esa forma de ver el mundo. Mientras esta forma avanza, se van tergiversando, y pervirtiendo las formas culturales propias –que no son estáticas, se mueven, dentro de un horizonte ideológico–. Somos pueblos ancestrales, comunitarios, de cooperación, de reciprocidad, solidaridad, que se ha sostenido pese a la violencia que la modernización ejerce contra nuestra forma de ser. Curiosamente, son formas culturales que nos han sostenido a lo largo de la colonización y neocolonización de lo que se hoy se conoce como América Latina.
LDF: ¿Cuándo aparece esta arremetida ideológica que la identificas como destructora?
NS: La ideología del desprecio a la vida pasa por afirmar el individualismo, absolutamente indiferente y egoísta que desprecia a los empobrecidos, a las minoritarias deprimidas y oprimidas. Es un movimiento político ideológico que se encuentra en varias regiones de occidente. En Europa tenemos el avance de Le Pen (Francia), de Vox (España), de Alternativa (Alemania); en Estados Unidos con (Donald) Trump, esto nos da cuenta de que esta ideología va cobrando fuerza. En América Latina, está Javier Milei (Argentina) y Noboa. No es la derecha de segunda mitad del siglo XX, ni siquiera es el neoliberalismo, no es la derecha neoliberal, es una derecha necroliberal que desprecio a la vida social y natural. Si te pones a ver, qué ha hecho Milei, lanzar a la pobreza a millones de argentinos, destruir todo lo que huela a política social, arrasar con todos los derechos humanos que son conquistas de la sociedad, ahora los derechos humanos son el enemigo a quien combatir. En ese contexto global, hay que ver al país.
LDF: ¿Y qué es lo que se evidencia en nuestro caso?
NS: Hay unos candidatos que se alinean con la derecha neoliberal vieja (se refiere al PSC), pero hay quienes se alinean con esta ideología necroliberal, en la que nos jugamos todas las conquistas sociales, los derechos que hemos logrado, incluido el derecho a la vida, que es el primer y fundamental derecho humano.
LDF: Tú mencionabas, como parte del desprecio a la vida, el desprecio a la vida natural, un asunto que no se incluye en las agendas de los candidatos. Acabamos de pasar una sequía brutal que nos mostró que la crisis climática está aquí, pero sobre la cual nadie se expresa. Creo que sólo le he escuchado al aspirante de Pachakutik, Leonidas Iza (Lista 18), hablar sobre ese tema.
NS: El cuidado a la naturaleza implica confrontar intereses económicos demasiado grandes, porque se juega un modelo civilizatorio. No se trata solo del cambio de la matriz energética, de las energías sucias a las energías limpias, manteniendo el mismo modelo civilizatorio. Aquí entra en debate qué tipo de forma de vida queremos, que nos garantice un futuro medianamente sano frente al modelo del progreso moderno que es devastador: no basta decir vamos a cambiar a energías limpias, pero vamos a conservar los niveles de consumo. Las supuestas energías limpias, como las baterías de litio, se hacen depredando la naturaleza; así mismo, la tecnología digital, la inteligencia artificial, la robótica son tecnologías que consumen muchísima energía. En el debate está confrontar un modelo civilizatorio, Leonidas Iza lo incluye en su discurso porque tiene otra manera de concebirse dentro de la naturaleza, no concebir a la naturaleza como algo externo, sino concebirse dentro de la naturaleza. En la antítesis, tienes al Presidente de Estados Unidos rompiendo con el Acuerdo de París. Estados Unidos y Europa abren discusiones que vamos a tener que enfrentar y lo va a tener que hacer el próximo mandatario.

LDF: Analizaste a las derechas, ¿cómo están las izquierdas de cara a las nuevas elecciones?
NS: Pensar a la izquierda en los términos del siglo pasado ya no es posible. El deseo de los pueblos de buscar futuros mejores, –eso es fundamentalmente la izquierda–, debe ser siempre crítica, porque la crítica mueve el mundo. La izquierda tiene que atender el momento en que vive, para poder jalonar ese deseo del ser humano a buscar más dignidad y mejores condiciones de vida. En este país, ¿qué veo yo?, hemos llegado al momento en que la contradicción es radical. ¿Qué quiero decir con esto?, hace diez años teníamos tres posiciones claramente dibujadas: el progresismo, la derecha neoliberal y la izquierda, que algunos le llamaban la tercera vía, a mí no me gustaba mucho este nombre porque se parecía a la socialdemocracia, pero era la izquierda ecologista que disputaba el sentido civilizatorio. Esas tendencias estuvieron vigentes hasta más o menos el 2015, en el Ecuador con más claridad por la fuerza del movimiento indígena. Pero siento que con la llegada de Guillermo Lasso, –más que de Lenín Moreno–, se retornó al neoliberalismo aumentado y con Noboa se ingresa al necroliberalismo. No solo por ellos, sino por las condiciones cambiantes a nivel regional y global que nos van acercando a esta contradicción política ideológica global.
LDF: ¿Cómo recuperamos un mínimo de la institucionalidad del Estado?
NS: La institución se recupera con acuerdos mínimos. Eso hay que intentar recuperar, porque es la base de toda sociedad, y yo veo que con los últimos gobiernos se está destruyendo la institución, el Estado que es la institución política de la sociedad. Esta ideología que desprecia la vida destruye los acuerdos sociales que pacifican a la sociedad. Un buen Presidente necesita acordar, poner códigos de confianza, de acercamiento, porque fuera de eso lo que tenemos es la violencia salvaje, expresión de ese desprecio a la vida que amenaza la vida del otro permanentemente. ¿Cómo garantizamos una mínima institucionalidad que nos abra el espacio mínimo para poder vivir nuestras diferencias? La destrucción de la institucionalidad es la destrucción de las diferencias, del debate, de la discusión, de las disidencias, de
LDF: Que se complementa con un estado criminal, donde lo único estructurado son los Grupos de Delincuencia Organizada (GDO)…
NS: La lucha contra estas organizaciones criminales no puede ser con las mismas formas de las organizaciones criminales, porque si no el Estado se vuelve otra banda criminal. Cuando nos dicen: “si han matado, tenemos que matarlos; si han torturado tenemos que torturarlos, entonces ahí lo que estamos asumiendo es que todos somos salvajes y violentos. Se supone que el Estado tiene que controlar la violencia, no volverse otra banda criminal más. Sin ley, sin respeto a los derechos humanos, a los códigos, a la institucionalidad, el Estado se convierte en una banda criminal más.
LDF: Pero, sin duda, ¡estamos frente a un Estado cada vez más débil!
NS: Nosotros vemos en estos mismos gobiernos que, con fuerza, arrasan con la institucionalidad estatal. Si el presidente no es capaz de mandar una condolencia por los niños de las Malvinas asesinados, entonces, está claro que para él la vida de los niños ecuatorianos no le interesa; nos está diciendo “yo desprecio la vida de los niños”. Entonces… si el Presidente desprecia la vida, ¿por qué los ciudadanos comunes no pueden despreciar la vida, peor las organizaciones criminales repletas de jóvenes expulsados de la sociedad, condenados a un no futuro? Necesitamos políticos que vayan en contra de ese desprecio a la vida, porque simplemente el desprecio a la vida destruye y nadie sobrevivirá en condiciones de dignidad humana. Podremos sobrevivir en un estado de violencia y guerra perpetua, en el que gana el más fuerte.
El problema de fondo es que la expansión del capital ha ido destruyendo su propia institucionalidad, la democracia, el sufragio universal, los derechos humanos… se está destruyendo el fundamento religioso del cristiano: “ama a tu prójimo como a ti mismo”.
LDF: He escuchado a analistas, frente al ascenso de Trump al poder, sugerir que al Ecuador le conviene un presidente alineado con la derecha y que no genere conflicto. Me parece que debería ser al revés, alguien que ponga los intereses nacionales por encima de todo.
NS: ¡Es una mirada absolutamente colonial! Pero, digamos que dentro de la política real o la política pragmática, vamos a suponer que esté bien. El problema es que a Trump no le interesa quién se someta a él. Él tiene un proyecto de reconstitución de la nación imperial y va a intentar coger, usar, lo que crea que le sirve sin concesiones ni aliados.
La política norteamericana es violenta: los demócratas controlaban e ingresaban a América Latina a través de la cooperación (USAID). A Donald Trump no le interesa la guerra de baja intensidad, va a medir sus fuerzas no sólo con América Latina, sino a nivel mundial. Él va a entrar a tomar lo que quiere: el canal de Panamá, el Golfo de México, Groelandia…¡Canadá! ¡O sea! Entonces, ni siquiera es que te sometes y ya vas a tener una buena relación. Él ha dicho que no le interesa poner bases ni ayudar a nadie. Así que de nada va a servir someterse a él
Necesitamos de un Presidente que piense en comunidad para poder sobrevivir en el nuevo contexto global.
“Sin ley, sin respeto a los derechos humanos, a los códigos, a la institucionalidad, el Estado se convierte en una banda criminal más”.
-Natalia Sierra
Fotografía principal: Carlos Villacís
A pesar de que estoy de acuerdo con algunas cosas que dice la entrevistada, ella muestra un absoluto desconocimiento de lo que significa neoliberal, en Ecuador no ha habido neoliberalismo, lo que ha habido y hay es mercantilismo es decir el deseo de favorecer a su grupo oligárquico incluso durante el correato cuando se genero una nueva lumen-oligarquia que trato y aun trata de hacerse del poder político para siempre en base alianzas con la vieja oligarquía y grupos criminales incluso de narcotraficantes y sus aliados.