Permítame estimada lectora, estimado lector, abrir el día de hoy agradeciendo la lectura atenta y permanente de este espacio de pensamiento crítico cuyo único interés es contribuir a la conciencia para lograr caminos hacia el Buen Vivir de todos.
En ese sentido es de desear que el nuevo año nos encuentre bien dispuestos, tanto en lo personal como en lo colectivo para asumir con responsabilidad la tarea que tenemos en la construcción de la sociedad armónica y de una vida sana. Y precisamente de la vida es de lo que nos habla uno de los más interesantes filósofos estoicos de quien presentamos, a manera de obsequio para nuestros lectores, esta interpretación de su sabiduría, que aunque incompleta, pudiera suscitar el interés o la curiosidad, y en consecuencia, la investigación en mejores fuentes.
¿Qué es la vida? Para Epicteto, la vida es una aventura a la cual vamos provistos de muy pocas posesiones. En efecto, Epicteto diría algo así como “no hay nada en el mundo que te pertenezca, que no provenga de ti”. ¿Y qué es eso que proviene de nosotros? Para responder a esta pregunta debemos ser absolutamente honestos. No es la riqueza o el poder, no es ni siquiera nuestro cuerpo, que por cierto podemos perderlo. Nuestras posesiones materiales se agotan, los afectos se pierden, la salud siempre es vulnerable, nuestro honor no depende solo de nosotros, sino de la opinión de los demás. Nuestras principales posesiones están en nuestro ánimo, nuestra voluntad y nuestro espíritu. Posesiones que todos podemos cultivar, con el debido entrenamiento y disciplina, pero principalmente, con la claridad que nos invita a encontrar enseñanzas positivas -que naturalmente incrementan nuestro verdadero patrimonio-, hasta en las más difíciles situaciones. La vida es una aventura que nos invita a ser mejores, pero la codicia nos trastorna y la cobardía nos paraliza ante sus innumerables posibilidades, por eso hay que estar capacitados para asumir su implacable devenir con los ojos bien abiertos.
¿Qué es lo que nos define como seres racionales? Pues no es aquello que tenemos, sino aquello que nos pertenece, que es auténticamente nuestro; inmenso desafío en este mundo en que la regla es la desposesión y la enajenación, y donde aparentemente todo lo podemos comprar, sin embargo hay algo que no podemos comprar y tiene que ver con nuestro espíritu. De lo que se trata es de determinar un rango de valores superior que implique el empoderamiento sobre nuestra vida, y de ahí la conciencia del proceso hacia la libertad. Por ello Epicteto diría que ojalá tengamos la valentía de aceptar aquello que no podemos cambiar, la fuerza de cambiar aquello que sí podemos, y la claridad para diferenciar entre una y otra.