PATRIA, FE Y POST-REVOLUCIÓN CUBANA
Pablo Stefanoni Página 7 /La Paz<www.paginasiete.bo>
Con todo esto del viaje del papa a Cuba me acordaba del título de un extenso libro de Manuel Vázquez Montalbán: “Y Dios entró en la Habana”. El título refería -aunque su contenido iba mucho más allá- a la visita del anterior Papa, Juan Pablo II a la isla caribeña hace 14 años. Y por estos días el enviado de Dios vuelve a entrar a la capital cubana, en medio de un lento pero irreversible proceso de transición al que los medios oficiales y el gobierno refieren como una “actualización del socialismo”.
En un momento donde el propio término socialismo se ha vuelto bastante indefinible, pensar en qué consistiría su actualización no resulta menos enigmático. Por ejemplo, en la socialista china según un reporte citado en DPA, los 75 diputados más ricos superan la posesión total de bienes de todos los congresistas de EEUU; los dos mejor ubicados tienen más de 6000 millones de dólares. Pero aunque se habla mucho de la vía china -y vietnamita- como modelos para una transición cubana, la isla es bastante diferente a estas naciones asiáticas.
Lo que se ve por estos días es una consolidación del tránsito iniciado ya hace años, del marxismo-leninismo soviético al nacionalismo “martiano”. Y es ahí donde puede operar bien el redescurimiento de los orígenes católicos de la nación cubana, como se puede ver en un artículo sintomáticamente titulado “Patria y Fe”, publicado en el estatal Juventud Rebelde. Y en ese caso, aunque se cita la famosa entrevista de Fidel Castro con Frei Betto (“Fidel y la religión”) no se trata de la debilitada iglesia progresista sino de la visita del Sumo Pontífice y de la iglesia oficial, una relación que cada vez parece más estrecha y plagada de elogios. Como escriben Arturo López-Levy y Lenier González en Foreign Policy en español (21/3/2012), “En este contexto la visita papal contribuye a la agenda del Gobierno cubano en tres niveles: consolida el diálogo institucional entre la Administración de Raúl Castro y la Iglesia Católica, creando incentivos para que esta última participe de forma ordenada en la renovación del sistema vigente; contribuye a crear un ambiente internacional favorable a los proyectos de apertura y reforma aun sin abandonar el régimen unipartidista, y refuerza la imagen de un país en transición frente a la cual se elevan los costos de la rígida posición estadounidense de aislamiento contra Cuba”.
El largo artículo antes citado (Patria y Fe), de Alina Perera, nos recuerda que no solamente de materia están hechos los seres humanos -ni la revolución- y que no es posible dejar de lado la dimensión espiritual. Y al mismo tiempo rescata la importancia simbólica de la Virgen de la Caridad del Cobre en la identidad nacional. Otro artículo, esta vez en el también estatal Granma (no hay medios que no sean estatales en la isla) se titula “Bienvenido a Cuba Su Santidad Benedicto XVI” y comienza diciendo: “Nuestro país se sentirá honrado en acoger a Su Santidad con hospitalidad y mostrarle el patriotismo, cultura y vocación solidaria y humanista de los cubanos, en que se sustentan la historia y la unidad de la Nación”. Agrega también que “Recientemente, la “Virgen Peregrina” recorrió todo el país en compañía de creyentes y no creyentes”, un dato extraño porque en cualquier país quienes van a los actos religiosos son los creyentes… a no ser que el Estado socialista los mande. Los adjetivos no parecen elegidos al azar cuando se dice que “Su Santidad conocerá a un pueblo seguro en sus convicciones, noble, instruido, ecuánime y organizado”, características sin duda necesarias para que una transición ordenada -donde la vieja élite no pierda el poder- tenga éxito. Este pueblo -y también los adjetivos están bien elegidos- “lucha por la dignidad humana, la libertad, la independencia, la solidaridad y el bien común”, cosas con las que la Iglesia no puede dejar de coincidir, al menos en el papel.
Así se va completando el mapa de la transición que no deja de desconcertar a los dinosaurios de Miami: control de las FFAA en la economía y de la política, debilitamiento del Partido y nacionalismo crecientemente poscomunista en la ideología. El problema es que el exaltado pluralismo religioso que rescata el artículo de Juventud Rebelde no tiene correlato en el pluralismo político. La Iglesia Católica (y otras) pueden difundir sus mensajes, organizar reuniones, publicar, etc, cosa que un partido de izquierda no oficialista, por ejemplo, está vedado de hacer. Tampoco potenciales sindicatos no estatizados, para defender a los perdedores de la transición. En este marco, los llamados a “no politizar” la visita del Papa no dejan de tener su rasgo curioso, cuando la visita papal es un operativo político de enormísima magnitud para la Iglesia y el Estado cubano