Temporalmente la violencia en Colombia coincide con las pugnas bipartidistas heredadas del siglo XIX, entre conservadores y liberales, por el poder.
Más su causa originaria y estructural se relaciona a la sociedad inequitativa que privilegia los intereses monopolistas por sobre las necesidades del pueblo; a ello se suma el bloqueo oligárquico a la participación política formal de sectores emergentes y la legitimación del uso de la fuerza paramilitar para resolver conflictos.
En ese contexto de despojo de tierras y explotación a los campesinos, durante los años sesenta, se conformaron varias agrupaciones insurgentes. De tal forma que el conflicto del Estado con las organizaciones subversivas es el producto de la militarización de la política.
La acción guerrillera, una vez organizada, reclamó como suyo el derecho universal a levantarse en armas contra la opresión y desde entonces ha pasado más de medio siglo de una guerra que tiene miles de muertos y millones de desplazados, pero no certezas de su fin.
Ni el Estado ha logrado derrotar a las guerrillas, ni ninguna de ellas alcanzó a tomar el poder. Más los intentos por lograr la pacificación en el país vecino han fracasado, incluido el firmado, en el año 2016, entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de Juan Manuel Santos.
Dicho Acuerdo de Paz, polémico por su carente legitimidad referendatoria, no unificó a la oligarquía, pues existe una facción comandada por Álvaro Uribe que demanda de acciones militares para arrasar con el movimiento guerrillero y popular. Tampoco el Acuerdo desmovilizó a los farianos que están dispersos militando en otras organizaciones subversivas, siendo mercenarios de grupos delincuenciales o desilusionados del incumplimiento de los compromisos adoptados por el Estado que ni siquiera garantiza la vida de quienes dejaron las armas.
Tan sólo la voluntad de Timochenko y de otros ex guerrilleros, que están institucionalizados al sistema, nunca fue garantía de la paz, menos aún los augurios de Santos, por más premio nobel que le hayan entregado.
La paz en Colombia sólo se logrará cuando las motivaciones originarias del conflicto hayan terminado, ese proceso exige de cambios estructurales, de lo contrario la guerra en mayor o menor intensidad continuará.
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