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jueves, noviembre 21, 2024

Pedro Freile, un obispo de bien pero sin sotana

Por Hugo el búho

Mojigato, bien vestido, bien perfumado, de verbo pausado y sonrisa cogida con pinzas. Freire es el típico señor bien educado, de buenos modales, reza seis veces al día y hasta sabe cocinar los cumpleaños. Los días domingo camina por el Centro Histórico y a veces se ve tentado a acariciar un adoquín. Pero solo lo piensa. Camina hacia la estatua de Sebastián de Benalcázar y siente un extraño hormigueo en la ingle. Al igual que el abogado Castillo, tiene pijamas que se asemejan a trajes de torero. Antes de dormir se mira al espejo, hace la seña de “oreja-oreja”, y finalmente se acuesta envuelto en la bandera de España. Duerme como niño y exhala, al roncar, ¡olé!

Pedro, así bautizado por su padre cuando se dio cuenta que sería capaz de negarlo tres, cien veces. Y luego, José. Si por su familia fuera, lo hubieran bautizado con cinco nombres: Adán José, Moisés José, Juan José, Pablo José y hasta David José. Sueña ser un Batman que administre esta ciudad gótica o bachótica. Por el momento quiere dar gusto a todos: se hace el democrático, conciliador, austero, organizado. Usa las palabras justas pero…

Pero, los más avispados notan un tufo a canguil. A canguil Rodas. Si uno se vuelve más perceptivo se dará cuenta que es un Rodas, pero peinado con brillantina. En un arranque de sinceridad, algún momento firmó la Carta de Madrid, un documento en el que mostraba su admiración por VOX, el partido fascista de España. Porque, claro, hay que oponerse a los comunistas, vengan de donde vengan. Ya se sabe que, si los zurdos llegan al poder, corren peligro las vacas, los niños y las casas hipotecadas.

No se ha pronunciado por lo del paro reciente; sin embargo, es obvio que detesta a los indígenas. No ven que la Conaie es un movimiento radical de izquierda y comunista que quiere sembrar el caos. Su lenguaje y el nudo de la corbata lo dicen todo: odia la violencia de los vándalos. Pero se calla. Por hoy no es conveniente. Muchos quiteños simpatizan con el movimiento indígena y eso le puede restar unos cuantos votos de la Floresta y sitios aledaños.

Freile es lo que se dice: un buen mojigato. Sabe de protocolos, etiqueta y buenas costumbres. Como empresario que se respeta, Pedro sabe los tejes y manejes de ese mundillo en el que todos se creen buenos, gentiles, desprendidos y generadores de empleo por miles. Pedro José sueña con sentarse en el sillón que hoy ocupa -de manera hijueputista- un tal Guarderas. Le deseamos la mejor de las suertes a Freile, un obispo de bien, pero sin sotana que quiere cambiar a la capital. Ojalá sea nuestro futuro burgomaestre, ese hombre -que tiene bien marcada la raya central del pantalón- merece ser alcalde, de Cumbayork o Tumbaqueishion. Se lo merece.

Freile es lo que se dice: un buen mojigato. Sabe de protocolos, etiqueta y buenas costumbres. Como empresario que se respeta, Pedro sabe los tejes y manejes de ese mundillo en el que todos se creen buenos, gentiles, desprendidos y generadores de empleo por miles.


Fotografía: www.facebook.com/PedroJoséFreile


 

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