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domingo, diciembre 22, 2024

PROTESTA SOCIAL, CRISIS ECONÓMICA Y ESCENARIO POLÍTICO: Ecuador, junio y julio de 2015. Por Pablo Ospina Peralta

Comité Ecuménico de Proyectos*

Julio 2015

Los hechos

Todo pareció empezar el 24 de mayo de 2015 durante el informe anual del presidente de la República ante la Asamblea Nacional. La noticia del momento fue la detención de una asambleísta del partido de gobierno por acusaciones de corrupción en la provincia de Esmeraldas, frontera con Colombia, según denuncias formalizadas por el propio gobierno. Sin embargo, Rafael Correa hizo un anuncio en ese mismo discurso que tendría más impacto político que el reconocimiento de la corrupción y la acción punitiva. Dijo que en los siguientes días presentaría dos proyectos de ley sobre impuestos. Uno buscaba cambiar el método de cálculo del impuesto a la plusvalía en la venta de terrenos con el fin de recuperar la ganancia obtenida gracias a las obras públicas. El otro aumentaba la tasa del impuesto a las herencias y donaciones a título gratuito de un máximo de 35% sobre la fracción excedente de 826 mil dólares, a un máximo de 77,5% sobre la fracción excedente de 566 mil dólares para herederos indirectos. Apenas presentados los proyectos a la Asamblea Nacional “con carácter urgente”, es decir, que debían ser analizados, aprobados, modificados o rechazados en 30 días, surgieron manifestaciones auto convocadas en Quito, en la norteña y exclusiva Avenida de los Shyris, frente a la sede del partido de gobierno.

Las manifestaciones patearon el tablero político nacional y lo modificaron sustancialmente en menos de un mes. Para empezar, eran manifestaciones bastante grandes, que quizás llegaran a superar los diez o veinte mil participantes en sus momentos culminantes. Pero esta masividad en sí misma no las hace diferentes a otras conocidas en meses anteriores porque varias marchas multitudinarias venían convocándose desde fines del año 2014. El ciclo de protestas, en efecto, empezó el 17 de septiembre y el 19 de noviembre de 2014 con dos movilizaciones convocadas por las centrales sindicales nacionales en contra de las reformas laborales previstas en el nuevo código del trabajo preparado por el Ministerio de Relaciones Laborales. El 19 de marzo y el 1 de mayo de 2015, dos nuevas marchas de rechazo convocadas por las centrales sindicales ampliaron los motivos de queja: el Decreto 16 que busca controlar y restringir la organización civil, el rechazo a la supresión del 40% de aporte obligatorio anual del gobierno al sistema público de pensiones, y, más tarde, luego del 15 de mayo, la oposición a la intervención gubernamental sobre un fondo de cesantía manejado por el mayor sindicato del país, la Unión Nacional de Educadores, entre otros.

La dimensión de las protestas no era, pues, en sí misma, notable. Otras características las hicieron diferentes y más problemáticas. En primer lugar, las manifestaciones se mantuvieron constantes por una semana consecutiva sin amainar entre el 8 y el 15 de junio1. De hecho, con el transcurrir de los días se hicieron cada vez más grandes. El gobierno acostumbra convocar sus propias “contramarchas” ante cada convocatoria de las organizaciones populares opositoras. Esta vez no pudieron seguir el paso diario de la protesta. No hubo la misma capacidad de respuesta. De hecho, la manifestación pro – gubernamental convocada con motivo del regreso al país del presidente para el lunes 15 de junio en la Plaza de la Independencia resultó menos nutrida de lo esperado por el oficialismo2.

Otras características también complicaron el escenario gubernamental. Aunque no fueron manifestaciones convocadas por actores políticos específicos sino que nacieron como virus en las redes sociales, su primer perfil social e ideológico era diferente a las manifestaciones que el gobierno debió enfrentar desde septiembre de 2014. Mientras las manifestaciones anteriores fueron convocadas por organizaciones sindicales, indígenas y de izquierdas, el combustible que alimentaba las nuevas manifestaciones era el rechazo a los impuestos, la defensa de la familia y la oposición a políticas que llevaban al país a ser “como Cuba y Venezuela”. Este perfil ideológico se hizo más variado con el pasar de los días, y de hecho se diversificó porque las organizaciones de izquierdas convocaron sus propias marchas en la Avenida 10 de Agosto, cerca del centro de la ciudad de Quito, lugar tradicional de las movilizaciones obreras. Rápidamente las consignas incluyeron en ambas convocatorias la queja por el autoritarismo, la soberbia y la descalificación de los opositores3. No obstante, la ocasión inicial de las protestas, el rechazo a nuevos impuestos, facilitó que los dirigentes políticos de los partidos de derechas y los gremios empresariales se convirtieran en los principales voceros del descontento en las calles. El punto culminante del matrimonio entre las manifestaciones callejeras y el liderazgo conservador fue sin duda la multitudinaria concentración convocada por el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot Saadi, el 25 de junio.

En efecto, aunque las protestas callejeras en Quito y otras ciudades no fueron inicialmente convocadas por organizaciones reconocibles, tenían un perfil de clase media, y en ambas características recordaban la rebelión que llevó a la caída del presidente Lucio Gutiérrez una década antes. Sin embargo, esta vez los políticos no fueron expulsados de la calle al asomar su cara o brindar declaraciones a la prensa. Al contrario, fueron bien recibidos aunque hubiera algunos manifestantes que expresaban indiferencia o hastío. Así, varios políticos de oposición, incluido, tardíamente, el conservador alcalde de Quito, Mauricio Rodas, se hicieron presentes con sus propios grupos de partidarios y fueron tolerados. Igual que hace una década en la “rebelión de los forajidos”, la consigna más coreada por los manifestantes, tanto los convocados por los sindicatos como los que se dieron cita en la exclusiva Avenida de los Shyris, fue la que sentenciaba “¡Fuera Correa fuera!”. Los liderazgos públicos opositores, sean de derechas o de izquierdas, dicen constantemente que no quieren que el gobierno se vaya sino que rectifique. Pero las calles corean otra cosa.

Otras manifestaciones sectoriales coexistieron y coexisten todavía con las protestas por el impuesto a las herencias y las políticas laborales. El 9 de junio, la Asamblea se allanó al veto presidencial a la Ley Especial de Galápagos que elimina una serie de monopolios y beneficios para los residentes permanentes en las islas que desató una desafiliaación masiva de galapagueños del partido de gobierno, entre ellos, un asambleísta. El 25 de junio, el gobierno aprobó la formación de una “Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada” que desató la cólera de los gremios profesionales, que salieron masivamente a la calle y que expulsaron al viceministro de salud de una reunión donde pretendía explicar la medida4. El 1 de julio, una masiva manifestación contra las restricciones de importaciones aplicadas desde inicios de año tuvo lugar en la fronteriza ciudad de Tulcán en donde se exigían al menos compensaciones por la caída de la actividad de comercio legal. Como corolario del ambiente de protesta, el 27 de junio el todopoderoso secretario jurídico de la presidencia, Alexis Mera, fue obligado a abandonar un exclusivo restaurante del norte de la capital por las protestas espontáneas de los clientes. Finalmente, el presidente de la República llegó a considerar la posibilidad de no asistir a la misa papal del martes 7 de julio en Quito para evitar gritos en su contra durante el multitudinario evento5.

Los significados

¿Cómo explicar semejante vuelco en la situación política ecuatoriana? El gobierno mantiene en la opinión todavía apreciables sectores a su favor. Encuestas de empresas que suelen trabajar con el gobierno sitúan la aprobación en 60% con una caída entre 10 y 20% según la encuestadora. Encuestas de una empresa poco favorable al gobierno, con una pregunta diferente, que en lugar de presentar la opción de calificación de la gestión gubernamental como “buena” o “muy buena”, solo ofrecen la opción “aprueba” o “no aprueba”, sitúan la aprobación en apenas el 46%6. Todos coinciden en que el impuesto a las herencias y a la plusvalía son masivamente rechazados y todos coinciden en una caída sensible en el apoyo a la gestión gubernamental.

En un país masivamente compuesto por pequeños emprendimientos familiares, con relativamente pocos asalariados, no importa tanto que, como dice el gobierno, solo el 2% de la población vaya a pagar el impuesto cada año (es decir, que en plazos más largos, una parte mayor de la población podría pagarlo), sino que la población masivamente aspira a tener propiedades para legar a sus hijos, incluso si en la actualidad no las tienen. Además, la tabla del nuevo impuesto propuesto mostraba un interés no solo en cobrar a los que más tienen, sino que buscaba ampliar la base de recaudación entre los sectores medios porque reducía la base imponible de 70 mil a 35 mil dólares, reducía el monto de la fracción que debía pagar más impuesto de 826 mil a 566 mil dólares, y porque aumentaba el pago en los tramos intermedios, entre 70 mil (aumento de 2,5%) y 400 mil (de 20 a 32,5%)7.

Una de las paradojas más llamativas de toda la situación política es que el presidente Rafael Correa recordó en su discurso del 24 de mayo, que a fines del año 2007 su gobierno ya había intentado introducir significativos aumentos en la tabla de impuestos a las herencias. Hace siete años, frente a la presión existente, la Asamblea tuvo que ajustar la tabla de impuestos bajándola de un máximo de 70% sobre los tramos más altos de la herencia, a 35%. Según el presidente, la razón de semejan te claudicación fue la desfavorable “correlación de fuerzas”. En su discurso daba a entender que ahora la “correlación de fuerzas” era más favorable. En su comprensión de las cosas, la “correlación de fuerzas” se expresa en que el ejecutivo disponía ahora de un férreo control sobre la mayoría parlamentaria. La calle y las encuestas de opinión ofrecieron un brusco desmentido a sus categorías de análisis político. Los votos en el parlamento no fallaron sino la presión que estalló por debajo del escenario de la política formal. El resultado fue el mismo: el 12 de junio los voceros del partido de gobierno anunciaban en la Asamblea que se eliminaría la tabla para herederos indirectos, dejando el máximo de imposición en 47,5%; el 16 de junio, preocupado por el peligro que suponía la conflictividad política para la visita del Papa Francisco, prevista para el 5 de julio, el presidente Correa retiró “temporalmente” los dos proyectos de impuestos; finalmente, en una reunión con empresarios anunció el día 26 de junio que no aplicaría la nueva tabla de impuestos para los negocios en marcha. Diferentes anuncios y un mismo resultado: retroceder en el intento de aumentar la recaudación del impuesto. Hoy por hoy resulta poco creíble que los proyectos de ley vuelvan a ser presentados alguna vez.

En política, el retroceso no significa volver al punto de partida. La ley sobre las herencias, al tocar una fibra sensible para la mayoría popular propietaria de pequeños emprendimientos familiares, activó la manifestación pública ante otros agravios, el más grande de los cuales es el autoritarismo en la gestión gubernamental de un país poco acostumbrado a gobiernos impermeables a la negociación. Una poderosa descripción del sistema político ecuatoriano, conocido por eludir la violencia abierta, fue realizada en el apogeo de la crisis política y económica de fines de los años noventa por quien hoy es un parlamentario del partido de gobierno:

el sistema político ecuatoriano utiliza continuamente el “transformismo” para desactivar y desmontar disputas aún antes de que éstas puedan polarizarse en bandos inconciliables y antagónicos que puedan destruir la convivencia cívica (…). Ese carácter (…) de la política ecuatoriana, su incrementalismo banal, su morigeración hecha de medias tintas, de soluciones al margen, de acuerdos parciales y flexibles (…) parece ser capaz de absorber y acolchonar todo costo excesivo y todo abismo de sufrimiento y sacrificio (…) a través de una lógica de evitar lo peor, de dar a todos su pequeña satisfacción, de comprarlo y venderlo todo, de dejar siempre la puerta abierta para otro negocio a la vuelta de la esquina con el enemigo de hoy (…). El fracaso de la modernización liberal en Ecuador es un testimonio de este espíritu de moderación y camaleonismo8.

No obstante, este súbito rechazo al autoritarismo y la brusca demanda de volver a las tradicionales negociaciones parciales que habían caracterizado al sistema político ecuatoriano durante el siglo XX, encierra una gran interrogante. ¿Por qué afectaron al gobierno hoy y no hace años? ¿Por qué, si todas las encuestas disponibles reconocían desde siempre el malestar con un estilo prepotente y soberbio, sus efectos no estallaron antes? ¿Por qué la acumulación de agravios y la falta de negociación con grupos corporativos particulares, como los médicos, los galapagueños o los comerciantes minoristas, se presentan hoy como un serio problema político en lugar de haberse manifestado hace cuatro o cinco años?

Hay que empezar diciendo que esta constante negativa a las negociaciones de las políticas públicas ya le había enajenado al gobierno gran parte del apoyo de los grupos organizados y activos en la política de la calle. En general, los sindicatos, organismos ecologistas, organizaciones profesionales, nacionalidades indígenas y asociaciones regionales se distanciaron hace tiempo de un gobierno con el que no se sienten e cuchados ni protagonistas ni tratados como interlocutores legítimos. Pero esos grupos son pequeñas minorías; activas y movilizables, es cierto, pero minorías al fin. ¿Qué cambió en el ánimo de las mayorías para que el apoyo al gobierno cayera tan sensiblemente y de pronto estos temas se volvieran decisivos en su valoración de la acción gubernamental?

A mi juicio, el factor decisivo ha sido el efecto acumulado de un semestre de peligrosa crisis económica. Algunos de los mayores logros económicos y sociales del gobierno ya empezaban a mostrar señales de estancamiento. Suele decirse en el recuento de los activos del gobierno que la pobreza y la desigualdad se redujeron entre 2006 y 2014. Es cierto, pero estos logros se estancaron desde el año 2011. En efecto, la pobreza bajó del 64% al 37% entre 2001 y 2006 y desde ahí se redujo a 24% en 2014. Más significativo es que desde junio de 2013 la pobreza dejó de bajar y empezó a subir lentamente (de 23% a 24%). Algo similar ocurrió con el indicador de desigualdad de ingresos, el índice de Gini, que era en 2001 de 59 puntos, bajó a 54 en 2006 y luego llegó hasta 48 en 2014. Lo significativo es que desde diciembre de 2011, cuando tuvo su punto más bajo (alrededor de 47) se estancó primero y comenzó a subir después9.

La caída de los precios del petróleo y la apreciación del dólar (Ecuador no tiene moneda propia desde el año 2000) afectan tanto la inversión pública como la capacidad de importar, dos elementos clave de la popularidad gubernamental. En efecto, para evitar la sangría importadora y el creciente déficit comercial, en marzo de 2015 el gobierno diseñó un sistema de salvaguardias generalizadas (sobretasas arancelarias) que durarán 15 meses a 2.800 partidas arancelarias que representan 8.500 millones de dólares en importaciones con el objetivo de reducir cuando menos 2.200 millones de bienes importados10. Así, se han reducido tanto la inversión en infraestructura y servicios públicos como la oportunidad de consumo de bienes importados de los crecientes sectores medios. La paralización o el lento avance de varias obras gubernamentales, desde escuelas hasta carreteras, o el deterioro en la operación de servicios claves como la salud, donde escasean cada vez más los insumos y medicamentos que la revolución ciudadana había promocionado como gratuitos, afecta uno de los más cruciales elementos que permitía pasar por alto la percepción de autoritarismo, prepotencia o corrupción11.

Es posible hacer ahora una síntesis de la tesis que sostengo: la crisis económica y sus manifestaciones inmediatas, esto es, el debilitamiento de la capacidad de inversión y las restricciones a la importación, han debilitado el contrapeso simbólico que en la percepción popular hacía que el balance de la acción gubernamental fuera positivo. En semejante contexto de crisis económica, el intento de aumentar los impuestos (y peor un impuesto que afectaba las aspiraciones de los propietarios de pequeños negocios familiares) terminó siendo percibido mucho más como una confirmación del derroche de los fondos públicos antes que como la necesidad de un proyecto de justicia social. Ante tal desequilibrio en la percepción, los agravios por la prepotencia o el autoritarismo adquieren una nueva dimensión: dejan de ser vistos como una molestia incómoda pero tolerable para volverse un factor más de hastío y descontento.

Una interpretación de este tipo supone una apreciación muy específica respecto a la naturaleza del apoyo popular a Rafael Correa. Trasluce la idea de una “acción racional” en los votantes y ciudadanos que pondera el costo y el beneficio, los cuantifica y saca el balance final en la cuenta del apoyo político. ¿Así funcionan las lealtades políticas de los sectores populares? No siempre, pero así trabaja la adhesión política cuando falta una adhesión emocional que toca fibras sensibles de la identidad social de los sectores subalternos. Daniel James ha sugerido que durante la época de “la resistencia”, tras el golpe de 1955 que desalojó a Juan Domingo Perón del gobierno, los años peronistas se convirtieron en el recuerdo de los sindicalistas en sinónimo de dignidad, de derechos y del protagonismo vivo del poder de la clase trabajadora12. Algo parecido ocurre con la adhesión afectiva al chavismo entre los sectores populares venezolanos: la identificación de los marginados alude a una relación emocional que trasciende el margen de beneficio aunque lo integre13. Semejante identificación tiene ribetes amorosos y míticos que solo se explican porque junto a los beneficios materiales, se forjó un poderoso lazo de pertenencia, de lealtad y de afecto fundado en la sensación de un protagonismo propio y de una “incorporación” dentro de un proyecto que no solo es “otorgado” como una donación graciosa por el líder sino vivido como un pacto de construcción recíproca.

El correísmo, lleno como está del culto a la tecnocracia y al saber experto, ha tenido poco espacio para el misticismo religioso y la identificación emocional. Ni lo uno ni lo otro están completamente ausentes de la política, por supuesto, pero su presencia es finalmente marginal. Su proyecto está demasiado imbuido de acción racional, modernización técnica e imitación tecnocrática de los países económicamente exitosos, como para conectar en un nivel más profundo con las identidades populares. No hay fatalidad alguna en esa opción tecnocrática, hubiera podido ser diferente14. Pero el peso enorme del marketing y del saber técnico ha tendido a excluir la participación o al menos la sensación de participación protagónica de los de abajo en el proceso de cambio. “A caballo regalado no se le miran los dientes”, dice el saber popular. Pero si el caballo ha sido enteramente manufacturado por una minoría iluminada “que sabe”, sin espacio para el cuidado, a devoción y la atención de “los que reciben”, no es caballo al que se le perdonen fácilmente todos sus defectos. Si algo parece estar señalando la crisis política actual es que la adhesión popular mayoritaria al correísmo es más frágil de lo que su inusual duración haría pensar. Es frágil no porque le falten razones sino porque tiene poca profundidad. No está alojada en las emociones y las identidades populares, zócalo más profundo de los proyectos políticos duraderos sino en un cálculo de beneficios que por el momento empieza a tener saldo negativo.

NOTAS

1 Estefanía Celi, “En 34 días cambió el panorama político”, El Comercio, 27 de junio de 2015, disponible en http://www.elcomercio.com/actualidad/34-dias-cambio-panorama-politico.html

2 Aunque no hay estimaciones fidedignas sobre la movilización, la queja del presidente sobre la insuficiente capacidad de movilización oportuna, numerosa y rápida es repetida; cfr. por ejemplo, “Correa insta a seguidores a movilizarse para defender al Gobierno”, en Prensa Latina, 27 de junio de 2015, disponible en http://prensa- latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&id=3932921&Itemid=1

3 Una buena crónica que hace el contraste de ambos tipos de protesta, su composición social y sus consignas en Redacción Plan V, “Las oposiciones, en rojo y negro” En Plan V, 21 de junio del 2015, disponible en http://www.planv.com.ec/historias/politica/oposiciones-rojo-y-negro

4“Esta Agencia la solicitamos nosotros los médicos pero previo a un diálogo y no este mamotreto que no sirve para nada”, se quejó el presidente de la Federación de Médicos de Pichincha, cfr. “Médicos exigen derogar decreto que crea Agencia de Calidad de Servicios de Salud”, en El Universo, 2 de julio de 2015, disponible en http://www.eluniverso.com/noticias/2015/07/02/nota/4997782/medicos-exigen-derogar-decreto-que-creaagencia-calidad-servicios

5“Rafael Correa pidió que no se politice la venida del papa Francisco”, en El Comercio, 30 de junio de 2015, disponible en http://www.elcomercio.com/actualidad/rafael-correa-politizacion-venida-papa.html

6 El Diario gubernamental presentó los datos de la encuesta de Santiago Pérez de la empresa Opinión Pública Ecuador, que hace trabajos de análisis para el gobierno: “Rafael Correa: “Hagamos como sociedad un pacto ético y político””, El Telégrafo, 26 de junio de 2015. Mayores detalles de esa encuesta en http://www.opinionpublica.ec/blog/noticias-1/post/analisis-de-ope-126-4 Datos similares del 13 y 14 de junio de 2015 de una encuestadora que también hace trabajos para el gobierno, Perfiles de Opinión, se pueden encontrar en http://perfilesdeopinion.com/images/pdf/perfiles%20de%20opinin%20mensuario%20112%20mayo%202015 %20-%20gestin%20rafael%20correa%20flash%20i.pdf . La empresa consultora desafecta al gobierno es CEDATOS, cuya información del 14 al 19 de junio de 2015 se encuentra en “Se desploma la popularidad del presidente Rafael Correa”, Ecuador Noticias, disponible en http://www.ecuadornoticias.com/2015/06/sedesploma-la-popularidad-del.html

7 He analizado este aspecto de la reforma al impuesto a la herencia en Pablo Ospina Peralta, “Nuestras razones para salir a la calle”, en La Línea de Fuego, 16 de junio de 2015, disponible en http://xmb.ujz.mybluehost.me/2015/06/16/nuestras-razones-para-salir-a-la-calle-por-pablo-ospina-peralta/

8 Fernando Bustamante 1997. Una aproximación a los problemas de la gobernabilidad y la democracia en el Ecuador de fin de milenio. En Ecuador Debate. No. 42 Quito: CAAP. Diciembre, pp. 61-2.

9 Los datos entre 2001 y 2006 en Banco Central del Ecuador. Dirección de estadística económica 2011. Estadísticas macroeconómicas. Presentación estructural 2011. Quito: BCE.; los datos de 2011 a 2014 en INEC, Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo – ENEMDU. Indicadores de Pobreza y Desigualdad. Junio del 2014. Power Point disponible en www.ecuadorencifras.gob.ec. He tomado estos temas del informe de coyuntura anterior: Pablo Ospina 2015. Ecuador: Crisis y tendencias económicas en el Ecuador de Rafael Correa. Informe de coyuntura, abril. Quito: Comité Ecuménico de Proyectos. Publicación digital disponible en www.cepecuador.org

10 Sobretasas arancelarias, un análisis completo. El porqué de su aplicación, características e impacto. En Ekos Negocios. Abril de 2015. Disponible en www.ekosnegocios.com

11 Señal importante de la crisis es que el servicio de la deuda en el año 2014 superó el gasto público en educación: el pago del servicio de la deuda superó los 4.900 millones mientras el segundo apenas fue mayor a 3.600 millones de dólares, cfr. Banco Central del Ecuador 2015. Información Estadística Mensual. No. 1957. Abril. Quito: BCE, cuadros 2.4.2 y 2.4.3.

12 Daniel James 2010 [1988]. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976L. Justo (trad.). 2da ed. Buenos Aires: Siglo XXI editores.

13 Un partidario de Hugo Chávez expresó así su adhesión: “El Presidente para nosotros es nuestro líder, él es, primero Jesucristo y después el Presidente. Como Dios dijo: “Si el pueblo se humillare verá la gloria de Dios”, nosotros estamos humillados ante Dios y, pues, ante el Presidente que nos está apoyando”, citado en Gladys E. Villarroel y Nelson Ledezma 2007. Carisma y política. El liderazgo de Hugo Chávez desde la perspectiva de sus partidarios. En Politeia, vol. 30, No. 39, julio-diciembre, p. 8, Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=170018341001

14 Desde una perspectiva diferente a la mía, Carlos de la Torre también piensa que son compatibles la tecnocracia y el carisma “populista” pero en tensión permanente, cfr. 2013. El tecnopopulismo de Rafael Correa: ¿Es compatible el carisma con la tecnocracia? En Latin American ResearchReview, Vol. 48, No. 1, Spring.

* Los análisis de coyuntura del CEP cuentan con el auspicio de Brot für die Welt – Evangelischer Entwicklungsdienst (Pan para el Mundo-Servicio Protestante para el Desarrollo), Berlín, Alemania.

Foto: usahispanicpress.com

 

 

 

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