Sergio Jaramillo, “el artífice trágico de la paz en Colombia” como lo llama el monopolio mediático Prisa, que tiene grandes inversiones e intereses económicos en Colombia, vocero más esclarecido del presidente JM Santos en el proceso de paz de La Habana, finalmente ha escrito una opinión y oh sorpresa; lo ha hecho en el diario el Tiempo.com, donde confluyen los intereses económicos trasnacionales del grupo Prisa con los de la familia Santos.
Simultáneamente, y como quien no quiere la cosa, aparece profusamente repartido y comentado tanto a nivel nacional como internacional, un bodrio escrito por JM Santos titulado “la batalla por la Paz”. ¿Se lo habrán escrito? (Dudo que un disfémico pueda tener alguna prosa inteligible) Donde según la pomposa propaganda propia dice que:
La columna en comento de Jaramillo en los diarios El País de Madrid y el Tiempo de Bogotá, al parecer coincide casi completamente con la autovaloración del libro de Santos sobre las “complicaciones y contradicciones del Poder en Colombia”, al señalar de manera directa y sin reparar en las reacciones que iría a ocasionar, lo siguiente:
“Las expectativas con el nuevo Gobierno de Iván Duque no eran altas (construyó su base política oponiéndose a la paz), pero cabía la posibilidad de que la responsabilidad de gobernar atemperara los espíritus. Por unos meses mantuvo un precario equilibrio, al menos verbal, entre las exigencias de los extremistas de su partido, el Centro Democrático, y las necesidades de la paz. Eso se acabó con las objeciones que presentó a la Ley de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP). Se trata del estatuto que regula los temas sustantivos de la JEP, que a su vez constituye junto con la Comisión de la Verdad y la Unidad de Búsqueda el más ambicioso sistema de justicia transicional salido de un acuerdo de paz”.
Una afirmación que vuelve a poner sobre la mesa de Juego Público, la profunda y enconada contradicción existente entre las dos fracciones (sí, fracciones) de la clase dominante en Colombia por la hegemonía y la coerción (legal e ilegal) del Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi), que ha movido la política desde comienzos del Siglo 2001. Concretamente la riña vil y zafia entre el guerrerista AUV y el candoroso endulzador de los Falsos Positivos JM Santos.
La irreconciliable y talvez eterna lucha moralista entre el hombre malo y el bueno, que olvida lo dicho por un político alternativo colombiano de que escoger entre esos dos personajes “es como escoger entre el Ébola que pudre ya, y el SIDA que pudre de a poquitos”.
Una afirmación que desmiente lo afirmado por una periodista de la revista Semana sobre el retiro definitivo y total de la política colombiana del expresidente de la paz Santos. Ludópata diagnósticado que muy de seguro por debajo de la mesa de juego debe estar pasándole mensajes claros a sus amigos de fracción de clase, especialmente políticos como Vargas Lleras, Cesar Gaviria, De la Calle, Cristo, etc y precisas instrucciones a los segundones de su partido (por ejemplo, Roy Barreras y algunos otros cooptados) Quienes ya empiezan a cerrar filas para defender la llamada “Paz de Santos”.
Y entonces es cuando surge la pregunta básica y demoledora ¿De cuál paz se habla cuando se habla seriamente del conflicto colombiano? ¿Del acuerdo positivo pero incumplido pérfidamente entre el Estado y las Farc-EP para lograr su Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR) pero sin llevar a cabo ninguna de las cláusulas integrales pactadas?
Porque ahí no dice la verdad el filósofo Jaramillo: No es la Justicia Especial para la paz JEP, lo más “sustantivo” del Acuerdo de la Habana. Este Acuerdo, el original, claro está, es un acuerdo integral e integro (dos palabras distintas señor filósofo) que contiene compromisos tanto en la Base Económica de la sociedad colombiana (como por ejemplo sobre la llamada “cuestión agraria y su relacionada cuestión de los cultivos ilícitos”) así como clausulas sobre la Supraestructura societal (como por ejemplo en la Justicia aspectos sobre la impunidad y los DDHH, y sobre la Política, aspectos esenciales para acabar con la llamada Democracia Genocida que no me darían espacio volver a enumerar)
No se puede hablar de paz en Colombia actual, o de su “consolidación como lo hace el señor Jaramillo en su opinión del 02 de abril pasado, confundiendo (adrede) con el termino falso de post conflicto y el de una transición que no se sabe hacia dónde va; el conflicto social-armado que persiste en estos momentos a pesar del Acuerdo de paz de la Habana (por ejemplo con las Farc-Disidencias, o con el ELN, o con el EPL) y, englobando la situación explosiva producida por la Contrainsurgencia legal = (volver trizas el Acuerdo) y la ilegal = (accionar del gota a gota paramilitar contra los líderes sociales y la represión violenta contra la movilización social, etc) que ha llevado a la sociedad colombiana a un escenario casi insurreccional, adobado con los amagos de una inminente agresión militar geoestratégica (USA-Colombia-OTAN) contra el hermano país de Venezuela.
Mucho menos se llegará a la finalización de una verdadera Solución Política del histórico, conflicto social y armado de Colombia, culpando exclusivamente del fracaso del proceso de la Habana (con fines electorales) a la fracción Contrainsurgente rival de AUV y del Centro democrático; cuando la fracción también Contrainsurgente de JM Santos, con su perfidia de ludópata, sus falsos positivos, el asesinato a sangre fría y en indefensión de Alfonso Cano, y el haber convencido a Timoleón Londoño de no refrendar el Acuerdo mediante una Constituyente amplia y democrática; tiene tanta o más responsabilidad en la situación actual.
Así pues, estimados compañeros de infortunio; el jefe del Bloque de Poder Contrainsurgente (BPCi) dominante en Colombia no es 1 solo por más innombrable que sea: Son 10. Uno por cada rueda dentada que componen aquella terrorífica maquina de sangre, dolor y lágrimas. Y no es conveniente ignorar al residente en la embajada más grande de los EEUU en Latinoamérica, que conforma la rueda dentada esencial sobre la cual giran todas las demás.
*Artículo publicado originalmente en: Rebelión