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Quimsacocha: “mendigos sentados en un saco de oro”

Domingo, 07 de Octubre de 2012

 por Joan Martínez Alier La joirnada <www.jornada.unam.mx>

El ex presidente peruano Alan García llamaba perros del hortelano” a los indígenas amazónicos o andinos que no dejan explotar las riquezas de petróleo, gas, minerales. Ni comían ni dejaban comer. Esa imagen no fue apreciada por los insultados.
El presidente Rafael Correa de Ecuador dice y repite a los indígenas que son “mendigos sentados en un saco de oro”. Lo dijo el 10 de agosto de 2012 en su informe a la nación y en Quimsacocha, en el Azuay, defendiendo a la compañía minera Iamgold. Atribuye el dicho a Humboldt, pero en Perú esa misma frase se suele atribuir a Antonio Raimondi.
Desde Alaska a Tierra de Fuego hay cientos de conflictos en las industrias extractivas. La economía mundial no se “desmaterializa”, todo lo contrario. La energía del carbón, del petróleo o del gas se disipa, se pierde al quemar esos combustibles fósiles. Al día siguiente hay que ir a buscar más, ya sea en las profundidades de la Amazonia o en el fondo del mar del Golfo de México, con los conflictos que eso acarrea. Los metales podrían reciclarse en parte, pero la demanda aumenta (cobre, bauxita, hierro, oro) y resulta más barato aprovisionarse en las fronteras de la extracción que reciclar.
Si una comunidad niega la “licencia social”, ¿debe entonces el gobierno entrar manu militari como en Perú Alan García y Ollanta Humala? ¿O debe el gobierno reflexionar, esperar? Así, mientras en San Luis Potosí en México la minera San Xavier continúa con la minería de oro a pesar de decisiones judiciales en contra, los proyectos en el cerro Wirikuta tal vez se detengan. Mientras en Guatemala hay conflictos en las minas Marlin y Caballo Banco (ambas de la Goldcorp, que también causa daños en el Valle de Siria en Honduras), en Costa Rica el gobierno declaró oficialmente una moratoria minera por la resistencia social y sentencias judiciales contra la minería en Crucitas en el río San Juan, y El Salvador echó a la compañía Pacific Rim que quería explotar la mina de oro llamada El Dorado.
En Ecuador, el páramo de Quimsacocha (“tres lagunas”) es una bellísima zona cerca de Cuenca, a 4 mil metros sobre el nivel del mar, es parte de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional de Cajas. Pero en esa zona hay una gran concesión minera de la compañía Iamgold. En junio de 2012 la empresa Iamgold decidió ceder sus derechos de explotación a otra empresa canadiense junior. A cambio, si el proyecto progresa, Iamgold comprará acciones de esta nueva empresa esperando que tenga más suerte y más empeño.
En la prensa ecuatoriana y extranjera se ha dicho que Iamgold se va porque las cargas tributarias previstas reducirían significativamente la rentabilidad de Quimsacocha. El gobierno de Correa está fomentando la minería y la extracción de petróleo pero está atornillando fiscalmente a las empresas. Pero también se ha dicho con razón que Iamgold carece de “licencia social”. Iamgold no logró el consentimiento de los pueblos afectados porque estos creen que las fuentes de agua van a ser afectadas irreparablemente si se hace minería en esta zona. En octubre de 2011, en las comunidades de Victoria del Portete y Tarqui se realizó una consulta popular en la que 92 por ciento votaron en contra de la minería en Quimsacocha.
Tras esa consulta, Rafael Correa visitó, muy irritado, Quimsacocha y soltó su frase preferida: “mendigos sobre un saco de oro”. Los líderes de estas protestas, como Carlos Pérez, han sido “criminalizados”, sentenciados a cárcel por protestar.
Desde hace 10 años, primero en Tambogrande en Perú y en Esquel en Argentina, después en otros lugares, muchos proyectos mineros han sido interrumpidos en América latina por consultas populares, bajo el Convenio 169 de la OIT, que protege a pueblos indígenas o bajo otras modalidades. Esos referéndums o consultas tuvieron efectos políticos. Otras veces no hace falta referéndum, la oposición local es tan firme y unánime que las mineras o petroleras no pueden entrar. Esto ha ocurrido en Intag y en Sarayaku en Ecuador, ahora también en peligro.
Rafael Correa es un presidente con muchas virtudes pero tiene un defecto común en muchos economistas: el es anti-ecologista (diga lo que diga la muy verde Constitución de Ecuador de 2008), y en eso coincide con otros dirigentes nacionalistas-populares de América Latina. Ahora bien. Los ecuatorianos no son mendigos encima de una montaña de oro sino ciudadanos de un país que progresa en lo económico y en lo social, que tiene un papel internacional relevante, y que discute sobre el difícil tránsito a una economía post-extractivista.
Por Joan Martínez Alier, Instituto de Ciencias y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona; coordinador del Proyecto EJOLT

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