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domingo, noviembre 17, 2024

RADICALIZAR LA REVOLUCIÓN Y DISCIPLINAR*. por Jorge G. León Trujillo

 

 Luego de la impresionante victoria electoral de Correa, imaginé que los participantes a la marcha del FUT (Frente Unitario de los Trabajadores), este primero de mayo, no serían numerosos y, al contrario, que la marcha convocada por el gobierno sería masiva, con mayor convocatoria que el FUT. En los hechos, puede decirse que aconteció lo contrario.

 A cada vez que el gobierno persiste en medir fuerzas con el sector organizado de la izquierda en las movilizaciones, no le va tan bien a pesar de utilizar ingentes recursos y desplazar a sectores rurales o traer gente de varias provincias.  

Los contrastes fueron de talla, entre los actores de la marcha, las consignas, los fines, lo que reflejan cada cual y, claro, el escenario. El gobierno que desplazó a los trabajadores integrados en el FUT de la Plaza de San Francisco, para convertirla en su escenario final –la puesta en escena es siempre el mayor detalle de la actuación presidencial- estuvo llena de los canales de TV, de toda la prensa, de un imponente escenario, de un impresionante sistema de música como ya es costumbre en las concentraciones del presidente, de buenos grupos de música, de música y de música bien elaborada que impactaba y sabía animar, captar a todos, constituía integración gracias al carnaval que también frecuentemente caracterizan a las movilizaciones presidenciales.

En la otra manifestación, reducida al espacio de Santo Domingo, con escenarito, la música predominante fue la de los discursos de siempre, con el tono que se quiere de reivindicación radical –la innovación es la pariente pobre en este lado.  Había sobre todo quejas contra abusos de poder del gobierno, la destrucción creciente de la contratación colectiva o de los sindicatos mismos, la defensa del IESS con los recursos de sus afiliados pero que quiere administrar el gobierno y el negro y blanco para condenar al gobierno. La prensa pasaba lo necesario para velozmente captar imágenes o algún dato de impresión rápida como láser, antes de ir ante el escenario presidencial en la Plaza de San Francisco.

El ritual de los caminantes del FUT es haber llegado al destino y encontrarse entre panas, otros sindicatos van rápido a festejar en sus asociaciones desoyendo el discurso de consignas de los dirigentes nacionales.

En San Francisco el ritual era Correa, todo estaba preparado para él, como en la campaña electoral, lo que importaba era lo que diría. Pero no dijo nada nuevo, el país de desastre que recibió, los cambios logrados que han hecho otro Ecuador contra lo que dicen los condenables de siempre, el izquierdismo infantil, el ecologismo infantil y el indigenismo también infantil. Lo nuevo fue acaso el énfasis con que Correa vuelve a disciplinar: contra los que creen que revolución es destruir empresas o dañar el aparato productivo. Y contrariamente a los sindicatos que ven la destrucción de sus organizaciones el gobierno da números del incremento de organizaciones, con informales, artesanos, barrios, empleadas domésticas todos son pues trabajadores, este sería el gobierno de los trabajadores; la prueba sería el incremento de salarios, de la afiliación a la seguridad social, las mejores condiciones para las empleadas domésticas, la reducción del trabajo infantil y el mayor control para que los patronos cumplan con los derechos laborales.

Mientras el presidente insiste en estos derechos laborales individualizados y reitera su idea de ciudadanía individual como se lo hacía en el XIX, insistiendo que de ahora en adelante el Estado los garantizaría, los sindicatos se refieren a la reducción de la contratación colectiva y de organizaciones que defienden los derechos. Es pues una disputa entre derechos para la persona que el Estado garantizaría frente a otra visión que ve en las organizaciones o instrumentos como la contratación colectiva medios para hacer más concreto esos derechos, pues el Estado no siempre los garantizaría en los hechos, y habría por lo mismo ciudadanos que son más ciudadanos que otros.

 La marcha de los trabajadores del FUT integra sindicatos de trabajadores asalariados sobre todo, a los sectores contestatarios de la sociedad y los núcleos de izquierda radical que al parecer crece y articula un nuevo discurso.   Los movilizados del lado del gobierno son los anteriores grupos de la izquierda, que ponen ahínco en sus consignas más radicales aún y demandan al gobierno mayor radicalidad revolucionaria en el preciso momento en que el presidente “cambia de rumbo” o pasa a “otra etapa”. Las marchas del primero de mayo fueron así una escenificación lograda de la estrategia presidencial de la radicalidad del discurso que integra o capta a esta izquierda y ésta se ve en plena revolución, mientras Correa acelera su dirección en otro sentido y ahonda su empeño en disciplinar la sociedad, sobre todo a los radicales que piensan diferente, los que si creen en revolución.

 

*una reducida versión de este articulo fue publicado en El Comercio

 

 

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