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miércoles, diciembre 18, 2024

REFLEXION PEDAGOGICA EN EL DIA DEL MAGISTERIO. por Tomas Rodríguez león

REFLEXION PEDAGOGICA EN EL DIA DEL MAGISTERIO

Tomas Rodríguez león

“La tristeza no vuelve inteligente. En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad…Estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, Reformar la escuela, reformar la industria, el hospital, el ejército, la prisión…. sólo se trata de administrar su agonía.  La sociedad de control  está reemplazando a la sociedad disciplinaria”  Gilles Deleuze

En la sociedad  moderna autoritaria, democrática o no,  la educación es entendida como asimilación  de saberes exógenos y como  adopción de  valores y comportamientos que obligan al uniforme ejercicio de la obediencia civil. La educación es así, un instrumento del poder y sus malos gobiernos para  perpetuarse en el tiempo, edificando la racionalización obligada de “aprender” lo necesariamente establecido desde procesos siempre marcados por la “enseñanza”

La injusticia no es propuesta que interese al estado y menos, el desarrollo igualitario de las personas, la educación incluso puede intencionar otras inequidades, porque  moldea otras jerarquías. Pero lo más significativamente perverso es cuando se remarca la intención develada del autoritarismo  desde la educación porque ahí se pasa el proceso desde el  dominio pedagógico al dominio político y ya no se trata solo del esquema “yo te enseño y tu aprendes”  sino que se promueve abiertamente la uniformalización (contrario a la formación) de   personas dependientes, competitivas y replicadoras del autoritarismo, que asumen las jerarquías como positivas y deseables

Atreverse a la disputa de educar desde la libertad  es osadía contra la preeminencia de toda la superestructura instalada del estado o del mercado y puede considerarse una necedad. Pero los pedagogos libertarios y liberadores que no son pocos o, más bien, son los que existen, ya plantearon el esquema de cómo sortearle  a la educción ‘oficial’ un nuevo modelo formativo y esta se comprende en  las  consignas: apoyo mutuo, solidaridad, libertad, igualdad ético colectiva, dignidad y responsabilidad, es decir la procura de la dicha y el bienestar del ser humano.

Educar seres libres es educar en la libertad. Es pedagógicamente de fondo, un cambio de ejes y paradigmas donde lo que se sitúa es la capacidad de aprender y no la cualidad del enseñador, porque bien vale la pena sospechar que  ya no puede ser más la puesta en escena de la ecuación enseñanza- aprendizaje e incluso podríamos situar un nuevo esquema enseñanza versus-aprendizaje. Porque hay que reconocerlo con justicia y urgencia; la escuela perdió el monopolio de la enseñanza y no es  ni el único ni el mejor escenario de aprendizaje. ¿Porque insistir en el esquema carcelario y bancario de negarle a la juventud el aprendizaje fuera del claustro? ¿Por qué incrementar las horas laborales de los maestros y sobre todo de los niños cuando  es mejor reducirlas?

Una educación centrada en las necesidades de la infancia y la juventud no coincide con las aspiraciones pseudo positivistas del poder que ven en la formación un eje utilitario desde la acción autoritaria. Queda  pues a quienes amen la  vida, desarrollar un aprendizaje de la autonomía y de la libertad. Esto impone romper la simetría  absurda: cognitivo-social-afectivo e invertirla así: primero lo afectivo luego lo social y lo cognitivo…. que sea un resultado logrado desde la alegría y el placer. La escuela que hace falta no es la que procura efectos sino afectos, es la escuela de los significantes sensibles, la misma que ya planteaba Rousseau en el Emilio: Los niños solo aprenden lo que aman.

Y que quede claro no se trata de oponerse a la excelencia, sino a la excelencia que promueve el poder con todas sus exclusiones y maldades creando autómatas obedientes. La excelencia del pensamiento libertario en la educación es calidad humana, libertad y solidaridad. Los resultados de la educación libertaria ya han sido demostrados y ponen en evidencia  que la ciencia asimilada desde la satisfacción de los sentires, la motivación y el ejercicio solidario colectivo  es no solo ciencia  mejor comprendida sino  con mejor destino. El destino valido y posible será la felicidad humana y la libertad, aquella que desde el poder nunca se aprende.

 

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