La violencia digital compuesta en gran medida por la avalancha de comentarios en Twitter en favor del Estado de propaganda correísta fue la mejor carta de presentación del régimen represor de Alianza País entre 2007 y 2017, durante esta década, desde la Secretaria Nacional de Comunicación (Secom) y su agencioso ‘troll center’ se legitimaron los discursos beligerantes del presidente Rafael Correa contra las voces disidentes a su autoridad.
La política pasó de ser el espacio exclusivo por la disputa del poder en las calles, barrios, plazas y medios tradicionales de comunicación (prensa, radio y televisión); para trasladarse al escenario digital e impersonal de las redes sociales, caracterizado por la presencia de las ‘cuentas de apoyo gubernamental’; el no control de las ‘FakeNews’; y la mutación entre comentarios positivos en favor del régimen correísta y las burdas afrentas lingüísticas a la dignidad de los políticos de oposición y periodistas de los medios privados, cuya reputación digital estuvo sujeta al vaivén de la defensa de los derechos humanos (en cualquiera de sus ámbitos) y el escarnio del poder estatal.
De esta manera, en medio de un constante linchamiento virtual se construyeron, en unos casos, y ratificaron en otros, los perfiles digitales de mitómanos y demócratas, correístas y anticorreístas, víctimas y victimarios de la Revolución Ciudadana.
Pese al ascenso (cuestionado) de Lenín Moreno a la presidencia de la República en 2017, las críticas a su antecesor y la ausencia de Correa en el poder; el ‘troll center’ continúa operando por fuera de los límites fronterizos del país bajo la tutela del ático en Bélgica. Sin embargo, el posicionamiento de algunos opositores al correísmo en el escenario político y el sentido de sus mensajes publicados en Twitter criticando al exmandatario, han cambiado entre la década perdida y la transición a la democracia.
En primer lugar, porque varios de ellos ahora son autoridades de Estado; es decir, sus mensajes ya no forman parte de la periferia del poder amparada en nombre de una ciudadanía no cooptada por lo gubernamental. En segundo, porque al hacer públicas sus críticas al correísmo a través de la red social Twitter intentan congraciarse con el nuevo gobernante en un espacio que durante 10 años visibilizó las falacias disfrazadas de bondades del proyecto político de la Revolución Ciudadana; en este sentido, el linchamiento virtual es la prueba fehaciente de que el funcionario está haciendo bien su trabajo para el gobierno, aunque no necesariamente para el Estado y los ciudadanos de carne y hueso.
Hasta cierto punto, lejos de los aciertos y justezas en los mensajes publicados en Twitter por los críticos al correísmo –ahora funcionarios de Estado- se evidencia la obligación de no perder ese espacio ciudadano desde el cual confrontaron al régimen anterior, pero también la de recibir el beneplácito del presidente Moreno y sus altos funcionarios. Así se estructura la reputación digital en tiempos de la transición a la democracia, con la mirada fija en la Revolución Ciudadana del pasado y el presente.
*Comunicador Social. Maestrante de Estudios Latinoamericanos. Analista en temas de comunicación y política. Docente.