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SABINA Y LA REVOLUCIÓN CUBANA.por Marcos Roitman Rosenmann

SABINA Y LA REVOLUCIÓN CUBANA

Marcos Roitman Rosenmann*

24 de octubre 2011 Revista Pueblos www.revistapueblos.org

No debe parecer extraño que personajes públicos, entre ellos quienes pertenecen al mundo del espectáculo y la farándula, cantantes, presentadores de televisión, actores, futbolistas y los llamados “famosos”, emitan opiniones políticas. En esta dimensión hay quienes tienen pocas luces y meten la pata. Sin embargo, hay otros cuyos comentarios suelen realizarse al tenor de los procesos revolucionarios latinoamericanos. Ya no es ignorancia lo que destilan. Son declaraciones elaboradas en medio de sus giras por el continente latinoamericano. Sin ir más lejos, recordemos las vertidas por Alejandro Sanz sobre la República Bolivariana de Venezuela y su presidente Hugo Chávez. Declaraciones que no pasan desapercibidas porque provienen de gente supuestamente progresista, antiguos militantes comunistas y socialistas. Hoy son detractores. No les queda dignidad y se posicionan en la acera de enfrente. En España, la diáspora comenzó en los años noventa con Ana Belén y Víctor Manuel, a los cuales se suman en el siglo XXI Pilar Bardem y familia. Forman un pool de presión cuando alguien va en sentido contrario. Hace pocos meses, a uno de los mejores actores sobre los escenarios, Willy Toledo, se le ocurrió declarar su apoyo a la revolución cubana. Su osadía le ha supuesto pérdida de contratos, insultos y la consideración de extemporáneo.

La mejor manera de granjearse los favores de los medios de comunicación y las discográficas en España es criticar a Cuba. Entonar un mea culpa, rasgarse las vestiduras y señalar a Fidel Castro como un dictador. En este contexto, Joaquín Sabina, músico, poeta y bohemio, decidió seguir el camino de los conversos. Mientras realizaba su gira por los Estados Unidos no se cortó un pelo. Para lograr notoriedad y pensando en irse a Miami como su amigo Alejandro Sanz, no encontró mejor pretexto que atacar a Cuba. Bajo el ensueño de las luces del Imperio, dejó constancia, en el Miami Herald, de su rechazo a Cuba, a su sistema político y dirigencia. Sus palabras tuvieron eco. Desconocido en Estados Unidos, logró notoriedad, ahora tiene el visto bueno de la mafia de cubanos renegados de Miami, para grabar, actuar y cobrar mejores regalías. Es el mismo Sabina que declara hoy su admiración política por Mario Vargas Llosa a quien adjetiva como “un fundamentalista democrático”. En México tampoco se contuvo. Se entrevistó con el presidente espurio Felipe Calderón y alabó su política de seguridad. Sabina, sesentón y cansado de luchar, ha preferido dedicarse a seguir ganando dinero para acrecentar su biblioteca de primeras ediciones. Es una pena que para ello recurra a desprestigiar a Cuba, teniendo en España un montón de casos por denunciar, empezando por la obscena vida política de la “familia real”. Pero, se me olvidaba, ahora los príncipes cenan en su casa y son colegas.


* Marcos Roitman Rosenmannes profesor titular de Sociología, Universidad Complutense de Madrid.

 

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PENSAMIENTO CRÍTICO
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3 COMENTARIOS

  1. Leyendo su comentario puedo advertir que, Marcos Roitman, es un autentico revolucionario que por su claridad política tiene la admirable capacidad de con sencillez y precisión poner los puntos sobre las íes. Ante el renegado Joaquín Sabina lo ha hecho. Felicitaciones.
    Atto.

    MACHALA – EL ORO – ECUADOR

  2. Ya me parecía que la completa sequía de originalidad de unos años (ya bastantes) hacia acá no podía entenderse sola, sino dentro de una total conversión hacia las reglas del mercado. Queda en mi recuerdo aquel Sabina que me acompañó desde hace 20 años, el contestatario, el revolucionario, el inteligente, el buen músico, el que desapareció luego de su último buen disco (19 días y 500 noches). Lo demás, ha sido una sucesión de arjonadas sin arte. Cuando se vende el alma, se la vende completa.

  3. Pareciera entonces que no hay nada que criticar a Cuba y a su dirigencia. Si la criticamos ¿dejamos de ser revolucionarios?, ¿le hacemos el juego al imperio?. No lo creo. Callar ante los errores es no ser consecuentes con los procesos. La crítica para que tenga valor debe de ser oportuna, después serán lamentaciones.

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