Hoy, de esa Asamblea Nacional saldrá un hedor apocalíptico este 24 de Mayo. ¿Qué más se puede esperar, si en un mismo espacio estarán juntos esos cuatro presidentes que generan náuseas colectivas en Latinoamérica? ¿Se imaginan el resultado de esa ecuación terrorífica? En sus países no los quieren. Los detestan. Pero estarán cogiditos de las manos este lunes: felices, dichosos, rindiendo honores al reemplazo de Lenín Moreno. Y, el peor presidente del que se tenga memoria, le pondrá la banda al banquero Guillermo Lasso, al zapatitos rojos que tiene las ideas de Jair Bolsonaro, la simpatía de Iván Duque, el cinismo de Sebastián Piñeira. ¡Jodidos!
Fecha paradójica este 24 de Mayo. Celebramos la Independencia del Ecuador del yugo español y, a la vez, la bienvenida del yugo bancario. Lo único bueno de ese día será que un estúpido que se sentó cuatro años en Carondelet, y que nunca hizo nada, se larga por fin. Su última parada será en la Asamblea, ese sacrosanto lugar que mantiene un tufo a podrido desde que el mundo es mundo. Las alianzas y arrepentimientos de última hora nos dejaron ver a las claras de todo lo que son capaces aquellos que se creen líderes de la política criolla.
Pero no nos dispersemos de lo importante. Volvamos a la posesión del nuevo residente de Carondelet y del Hilton Colon. Porque claro, un banquero debe vivir como sultán y tener sábanas alternas y mirada panorámica y ocasionar tráfico donde el tráfico ya es insultante.
Bolsonaro hará todo lo posible por parecer un mandatario sobrio, coherente. Si alguien le pregunta sobre los miles de muertos en su país debido al mal manejo de la pandemia, dirá que son muertos predecibles y cuantificados por las estadísticas como cadáveres a los que les tocó el turno por mala suerte. Concluirá que la vida es vida y la muerte… ¡muerte!
Duque, que a última hora dijo que no viene, se habría preocupado mientras lo fotografían, regalándonos la imagen de un presidente que se duele por su pueblo. Habría puesto cara de falso positivo, y si alguien osara cuestionarlo por los muertos y la brutal represión, habría alzado la voz como su jefe, como “paraco” reciclado y sentenciaría: estamos averiguando el papel de Maduro y los terroristas en la formación de vándalos.
Piñeira sonreirá durante todo el evento, como si lo que ha pasado en su país no importara. Alzará la mirada como todo un Pinochet con terno y corbata y aplaudirá las veces que el protocolo le dicte. Mientras el nuevo presidente del Ecuador toma la palabra, añorará en silencio cuando las botas gobernaban a sangre y fuego. Observará a Moreno de reojo, y se preguntará: “¡cómo se puede ser tan imbécil y no darse cuenta!
Moreno, sin darse cuenta de nada, fingirá que entiende algo. Sonreirá a las cámaras de Teleamazonas y Ecuavisa. Ensayará su breve discurso de despedida a la prensa: “ecuatorianos, ojalá me hubiera tocado un mejor pueblo”. Vacuné a los que pude y la prensa me ama. Y todo lo malo que ocurrió es culpa de ya saben quién. Hasta pronto ecuatorianos. Y señor Maduro, saque sus manos de Colombia y de Noruega.
Todos se tomarán una foto con el nuevo presidente, augurándole éxitos. Sentirán que un mal olor los envuelve; se regresarán a ver con sospecha mientras espantan decenas de moscas a su alrededor. Se irán, dejando una estela de sangre a su paso, mientras la prensa los aplaude hasta el llanto.
“Fecha paradójica este 24 de Mayo. Celebramos la Independencia del Ecuador del yugo español y, a la vez, la bienvenida del yugo bancario”.
Ud. preferia el yugo fascista narco-oligarquico de Rafael Correone-Arauz, se nota.