Por Patricio Carpio Benalcázar*
En línea con la lógica que imponen los grandes medios de comunicación, fundamentalmente televisivos, el debate y los análisis sobre los procesos electorales, se reducen a mirar las estrategias comunicacionales que aplican las diversas candidaturas, los mensajes puntuales que emiten y las características personales de quienes se postulan a la presidencia, luego al balance cuantitativo de los votos y los espacios geográficos que ocupan, a más de proyectar el auspicioso futuro de los inmediatos perdedores y las sorpresas de cajón.