Y hace tres días me senté al lado del señor chofer en el bus Colón Camal. Ah, y ayer me extirparon un juanete del pie izquierdo. Me dicen que caminaré mejor. Eso me ocurrió, y ustedes ni una nota, un fotorreportaje, una entrevista, nada. Voy a pensar que soy discriminado por mi condición social y étnica. Por cierto, las seis verrugas tienen una coloración rojiza, y a veces parece que sonríen cuando estiro el brazo hacia arriba.
Está bien comunicarnos el nacimiento del octavo nieto del Presidente y de cómo se sentó en la cabina de mando del avión presidencial, y el minuto a minuto de su operación para devolverle la médula que se le cayó en alguna reunión de banqueros. Está bien. Pero disimulen un poquito. Que no se les note la emoción con cada cana que le crece, con cada nieto que le nace, con cada tik tok que difunde.
Ya que no voy a ser objeto de una crónica por mis verrugas, me va a tocar a mí mismo contarles cómo fue. Verán: estaba yo sentado en una banca, allá, cerquita a la Virgen del Panecillo, cuando me puse a imaginar cómo quedaría la santa si girara para el otro lado. En eso, siento una picazón en mi axila derecha, lo que me obligó a rascarme. Como me quedé con la duda, solicito a la señito de los morochos que me preste un espejo. ¡Sorpresa! Seis verrugas rojizas me habían nacido de improviso. Por un momento me sentí como si fuera papá de sextillizos. Pero luego recordé que ya había tenido verrugas hace años, lo que me hizo sentir más bien como abuelo.
Con un poco de vergüenza, le pido al amigo que cuida los autos, que me tome una foto con mi celular. Alcé la axila y clic. Ahí estaban. Hasta las bauticé con nombre y todo. Uno se llama Guille, otro, Emilio, María una, María dos, y así. Ya que la prensa tradicional me niega el derecho de aparecer como titular, usaré las redes sociales para difundir tan magno evento. Ustedes se pierden la nota y el rating que este suceso podría sumar. Se imaginan un título más o menos así: “A un señor del sur de la ciudad le crecen seis verrugas que sonríen”. El diario El Extra los miraría con envidia.
Mientras miraba las fotos de las verrugas pensaba: ¿será que cuando crezcan rendirán el examen de ingreso a la Universidad o se andarán drogando escondidos bajo un cajero automático?
Y si al mismo señor le hacen un seguimiento de la extirpación de sus juanetes mientras sube a un transporte popular, acaricia el volante del chofer y sonríe a lo Colgate, la reportería sería un éxito. Para que vean que temas hay lo que quiera, solo les falta un poquito de creatividad.
Hasta pronto señores de la prensa. Mis verrugas y yo los extrañamos siempre.