Durante varios años, el correísmo se publicitó como la superación histórica de la larga noche neoliberal, la cual estuvo caracterizada por una profunda ingobernabilidad y por continuas crisis políticas generadas a partir del rechazo popular a un modelo que minimiza el rol del Estado y que deifica al mercado como regulador ideal de las relaciones sociales de producción.
Mas esa construcción discursiva, aparentemente de izquierda fue falseada por la práctica política concreta de una década obesa de corrupción, demagogia, autoritarismo y despilfarro. Así una de las secuelas del anterior decenio es el fomento de la monopolización privada del negocio cementero.
La cementera Guapán, ubicada en la ciudad de Azogues, de propiedad del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) fue estatizada y fusionada junto a Cementos Chimborazo en la Unión Cementera Nacional (UCEM) para ser enajenada en beneficio del emporio peruano Grupo Gloria.
Se puede juzgar la intencionalidad de perjuicio al Estado ecuatoriano, pues antes de la privatización de Industrias Guapán se reportaba utilidades superiores a $13 millones anuales, aunque el IESS sólo recibió $72 millones por la venta y la UCEM generó ganancias de $27 millones al año 2016[1].
Lo anecdótico es que el prófugo Ramiro González, entonces ministro de Industrias, por órdenes del expresidente Rafael Correa alteró la condición estratégica de la industria cementera por una subsidiaria. Este fraude lo ajustaron para no cumplir con las exigencias legales que demandan al menos el 51% de las acciones en manos del Estado ecuatoriano y para llevar adelante la privatización de estos medios de producción bajo la figura de socio estratégico y de Alianza Público-Privada, que se adoptó como continuidad a la larga noche neoliberal[2].
Esa herencia de privatizaciones fomentadas por Correa continúa en la praxis de su sucesor. El presidente Lenín Moreno oscila, como un péndulo, entre la ruptura política con Rafael y una línea de prolongación del mismo modelo económico experimentado por el anterior régimen e incluso por la partidocracia.
La secuencia del correísmo en Moreno se dimensiona en inscribir las palabras totalmente privatizado en la lápida mortuoria de las empresas cementeras nacionales, pues el actual gobierno se apresta a liquidar los remanentes del paquete accionario pertenecientes al Estado. El plan económico del régimen prevé la venta de UCEM en algo más de $8 millones y con ello se termina de entregar la exclusividad del negocio cementero a monopolios privados, sin regularización alguna del Estado.
La vieja partidocracia gobernó para los mismos grupos económicos beneficiados por el correísmo y continúan cosechando fortunas, gracias a la permisividad de las políticas santificadas en Carondelet. Sólo cambiaron los alfiles que permitieron a la burguesía ser cada vez más opulenta.
Por lo tanto, la superación del correísmo es la superación del neoliberalismo mismo y la exigencia al gobierno de Moreno que cumpla con sus ofrecimientos de campaña alejados de las privatizaciones.
Esta es la tarea del pueblo ecuatoriano. Además, en su lucha anticorrupción debe impulsar el desarrollo de auditorías a las operaciones financieras vinculadas a las cementeras, pues existieron fracasadas inversiones estatales en la infraestructura de los complejos industriales, desvalorización dolosa del patrimonio vendido y promoción de oligopolios.
* @PanchoEscandon – Licenciado.
[1] EL UNIVERSO. Unión Cementera Nacional, que se liquida, tuvo utilidad millonaria. 13 de Abril de 2018. https://bit.ly/2wEWp4b
[2] En una entrevista “Rafael Correa… ratificó que Industrias Guapán, no desaparecerá, sino que pasará a manos del Ministerio de Industrias y Competitividad. El Jefe del Estado señaló que sería un absurdo privatizar la industria, pues hay sectores como los estratégicos que no pueden ser privatizados”. (Ecuador Inmediato, 2009).