INTRODUCCIÓN AL ANÁLISIS CRÍTICO FILOSÓFICO DE LA ESTÉTICA, EL OTRO Y EL PAPEL DE LA IZQUIERDA EN EL CONTEXTO DE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA
“El bien, la Belleza y la Verdad son tres rostros del ser”
(Paráfrasis de un refrán filosófico de occidente)
Hace falta una teoría general sobre la dimensión ética del Kosmos que corresponda a los intentos actuales del paradigma holístico, integral y sistémico. El ensayo de Eloy Alfaro apenas trata de analizar unos cuanto pixeles de una casi infinita pantalla de alta resolución, pero aún así es un sorbo de agua fresca en medio del desierto, para beberlo en compañía con otros seres que vagamos en la soledad de los excluidos del sistema imperante en el planeta y este pequeño y grande país arrasado por el ciclón de la revolución ciudadana.
La gran pregunta del autor, traducida a lenguaje más profano, ya que lo estético apenas nos remite hoy y gracias al mercad, a la cosmetología, abre un importante interrogante ¿Qué hay de bueno, de bello y verdadero en la “Revolución Ciudadana” tal como ha venido siendo implementada por el Presidente Rafael Correa? El autor somete a prueba, a la luz de los análisis de Hegel, Marx y Benjamin: el ser, la belleza, la bondad y la verdad del la revolución ciudadana y encuentra que no da ni el peso ni la medida. De revolución nada más allá del intento de recuperar el Estado, de reconstruir y poner en marcha el tren del capitalismo que la vieja derecha no pudo hacerlo. A toda máquina el presidente Correa nos ofrece el cielo del estado de bienestar, cuando éste se desploma sobre las cabezas de de sus inventores.
Entre líneas el ensayo nos deja entrever que la estética del poder construida con y desde el poder acumulado por Correa y el nuevo Estado naciente de una especie de aborto del sueño de décadas de la sociedad ecuatoriana, rescata y sintetiza lo peorcito de los sabios vicios acumulados en la historia de la práctica política de occidente, expresadas tanto en los estados liberales como en los estados totalitarios y fascistas. Tan dura conclusión, por triste que sea para los ecuatorianos, hay que admitirla a la luz de los textos lapidarios de varios autores con los que dialoga el autor del artículo. Se admite, y eso no hay que dudarlo, la capacidad de líder del presidente correa para construir desde el discurso, el dominio de los medios y el apostolado de sus seguidores, la ilusión de la revolución y el cambio, la fascinación de la estética del poder.
Tal como se propone en el modelo de desarrollo al estilo de los desarrollos neocapitalistas autoritarios de Asia, los saldos residuales son y serán para los pobres de la tierra. Los indios, los pobres, los informales y también para la izquierda excluida, en el tacho de lo desechable. El autor, izquierdista de corazón y mente hace duelo porque el Estado de Correa y su propaganda le ha robado a la izquierda el verdadero bien y la verdadera belleza encarnada en la transformación revolucionaria que tiende hacia la utopía de un mundo donde no resplandezca el Estado sino el humano. Con realismo predice una larga y lenta convalecencia de las heridas sufridas por la izquierda, no en la guerra por llegar al poder, sino en la retirada del poder por la fuerza del nuevo poder instaurado.
El ensayo permite que nos asomemos también al carácter profundamente narcisista del régimen que hoy gobierna al Ecuador, dominado por paradigmas de éxito y eficacia, a este propósito el autor del ensayo podría profundizar, analizando, el poco divulgado discurso de Rafael Correa en Ilinois, tan cercanos a las posturas y expresiones a las que nos tenía acostumbrados Oswaldo Hurtado. La falsa iluminación indigenista de Correa en su paso por Zumbagua no fue suficiente para que pudiera entender al “otro”, al distinto, al diferente. Todos estamos llamados a ser igualados en una ciudadanía de pacotilla, para recibir las dádivas graciosas del poderoso que sabe lo que conviene al pueblo, pero también para ser igualmente pateados y vejados cuando ya no son funcionales a los caprichos del único diferente: “El”, que encarna todas las perfecciones del bien y la belleza.
En la autocrítica, el ensayo invita a las izquierdas a abandonar el barco de las viejas estéticas que tanto en el capitalismo como en el marxismo son variaciones del pensamiento hegemónico de occidente y abrirse a nuevas creaciones, y el autor, aunque quiere mantenerse en albito de la ética laica no tiene más remedio que citar y usar el lenguaje de los teólogos y pastoralistas de la liberación. Y es que como quiera que sea, para bien o para mal tanto el poder que oprime como el sueño de la libertad se vierten en arquetipos religiosos, míticos y aún místicos. Es necesaria una izquierda comprometida, militante, profética; la ética y la estética revolucionaria del hombre nuevo en frase del Che, pero sin olvidar quién lo propuso ya hace dos mil años.
En los temas de la filosofía de la estética, la búsqueda de las fuentes del pensamiento occidental pueden y deben ir más allá de Hegel, Marx y Benjamín citados por nuestro ensayista. Para quienes quieran asombrarse en este terreno bueno sería de recomendar, dejarse llevar de la mano de Humberto Eco en el laberinto esplendoroso de la filosofía de Santo Tomás de Aquino, quien recoge el milenario debate sobre el tema desde Platón y Aristóteles, pasando por Avicena hasta llegar a los escolásticos. Si alguien quiere ir más lejos de los paisajes occidentales de la estética deberá aventurarse a las grandes reflexiones del Hinduismo y del Tao.
Los grandes temas del bien, la belleza y la verdad manoseados por la revolución ciudadana y vaciados de contenido, requieren de un reconstrucción Kósmica y planetaria.
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