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miércoles, mayo 1, 2024

CHILE: EL AGUA, LA MINERÍA Y LA ENERGÍA. por Joan Martínez Alier

Dos grandes proyectos energéticos han sido desechados en Chile en 2012: Hidro Aysén, en el sur, y la termoeléctrica Castilla, en Copiapó. El proyecto Hidro Aysén fue suspendido en mayo de 2012; era una joint venture de 10 mil millones de dólares entre Colbún y Endesa para construir cinco represas en los ríos Baker y Pascua, en la Patagonia, lugares bellísimos. Mientras, la Corte Suprema en agosto 2012 determinó que hacía falta evaluar de nuevo el proyecto termoeléctrico Castilla en Copiapó, propiedad del empresario brasilero Eike Batista y la alemana E.On, y también el puerto adjunto. Hubo en ambos casos oposición popular contra los proyectos.

En conjunto, entre Castilla e Hidro Aysén producirían casi 5 mil megavatios (MW). También está en duda la central de carbón de Punta Alcalde, de Endesa, de 740 MW y mil 400 millones de dólares.

¿Para qué tanta electricidad? Chile dispone ya de una potencia instalada de 16 mil MW, para 16 millones de pobladores. Es decir, un kilovatio de potencia por persona. ¿Más electricidad aumenta la felicidad? ¿Por qué esos planes del presidente Sebastián Piñera de tener nada menos que otros 8 mil MW? La respuesta es obvia: para dar electricidad a la minería de exportación. Esta tropieza con falta de agua y con falta de electricidad, o de ambas a la vez cuando pretende desalinizar agua del mar.

Las grandes firmas mineras son Codelco, empresa nacionalizada, pero también la Barrick, la Teck, que empujan y empujan. Eso llevó en los gobiernos anteriores a aprobar pestilentes termoeléctricas de coque de petróleo en Huasco, Las Ventanas, Tocopilla. Ahora las mineras siguen empujando para traer energía del sur por autopistas eléctricas y para construir más centrales de carbón.

A 120 kilómetros de Punta Arenas, en las islas Guafo y Riesco, donde hay una gran riqueza pesquera, donde las ballenas se pasean, quieren sacar el carbón. En Riesco avanzan los proyectos. Uno de sus propietarios, Dag von Appen, defiende tanto las hidroeléctricas como la minería de carbón, diciendo que Chile es pobre, no puede ser tan ambientalmente exigente como Estados Unidos o Alemania. Su socio en Riesco es la compañía Copec, de la que el presidente Piñera es uno de sus accionistas principales. Ese carbón se embarcaría para centrales termoeléctricas al norte para suministro de la minería.

Hay en Chile, como en Sudáfrica, un complejo minero-energético. En Sudáfrica se construye una enorme central de carbón, Medupi, con créditos del Banco Mundial (¡Viva el dióxido de carbono, viva!), para dar electricidad para las mineras. El exceso de energía eléctrica que se quiere producir en Chile no es para consumo de la población, sino para las mineras y eventualmente en beneficio de los importadores de cobre u oro, que no pagan los costos ambientales.

 

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