Muero hijáa, lo que dijo la primera dama, ¿si le escuchó? Yo si me persigné setenta veces siete. ¡Jesús! ¿Usted, no? No es por nada, pero en medio discurso de la señora, pequé. Ojalá dios me perdone. No va a creer que se me salió: “diosito, ¿por qué no te llevas a la señora bien lejos, allá donde la estupidez es permitida”.
La violencia política hacia las mujeres en Ecuador se manifiesta en formas que van de lo sutil a lo grotesco, no conoce límites, se ha convertido en una práctica cotidiana contra todas las mujeres que deciden ejercer públicamente sus derechos civiles y políticos, y busca limitar, anular o negar su presencia en esta esfera.