Más de 170 proyectos compiten por la aprobación, en distintos niveles, de las vacunas contra el SARS-CoV2. Esta disputa se ha convertido en una verdadera guerra comercial. Rusia de inicio ofreció que su vacuna sería gratis, como un principio ético para enfrentar la pandemia; la población mundial está a la espera de que así sea.
El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, se fue de paseo a la playa. En la foto junto a su asesora Gabriela Gómez. A la vez, en Quito, los hospitales están colapsados por la pandemia.
El 7 de abril se produjo un derrame petrolero de aproximadamente 15.800 barriles. Las comunidades esperan justicia, ésta no llega a pretexto del covid-19.
El gobierno de Lenín Moreno sigue reciclando a miles de parásitos que antes fueron correístas, profesos neoliberales, conservadores y hasta populistas. Allí se camuflan aquellas sanguijuelas que se prostituyen ante cualquier gobierno por altos cargos burocráticos, pero también pasan de agache los delincuentes que amasaron fortunas con coimas, diezmos y sobreprecios.
Es hora de romper la continuidad que arrastramos desde fines del siglo XIX, de boom cacaotero a boom bananero luego a boom petrolero. Es un espejismo apostar a un supuesto boom minero por venir. Sería el peor error estratégico del Ecuador. Es imprescindible volver a pensar en un Ecuador pospetrolero y posextractivista.
Ni el mejor sistema de transporte público del mundo puede ofrecer los beneficios del transporte a tracción humana. Pandemia, distanciamiento y bicicleta: transporte sustentable y saludable para romper con la lógica motorizada, hacinada y contaminante.
Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo, (OIT), 305 millones de personas perderán en todo el mundo sus empleos a tiempo completo, a causa de las medidas de confinamiento que aplican los gobiernos para hacer frente a la pandemia del covid-19.
Frente a la pandemia del coronavirus hay gobiernos y gobernantes que no se percatan de la magnitud del problema. Como los nuestros. El desorden y la improvisación han llegado a tal extremo que pudieran conducirnos a un colapso nacional.
A partir de la crisis sanitaria generada por la covid-19, Ecuador nos ofrece hoy un espejo reluciente de cómo se puede observar el fenómeno acerca del Estado fallido vs. iniciativas comunitarias.
La única forma conocida hasta el momento para salir de la pandemia (China, Corea del Sur, Nueva Zelanda) es el confinamiento planificado, lo que al mismo tiempo significa que la población confinada deje de producir riqueza económica inmediata, pero que sus necesidades sean satisfechas por el Estado. Otros países como Italia, España y EEUU se saltaron las restricciones y ya conocemos el desastre humanitario desatado.
La crisis del coronavirus es mayúscula. Configura, sin duda alguna, la mayor prueba para la sociedad humana globalizada. Y para Ecuador, un pequeño país colgado de la Cordillera de los Andes, el reto resulta descomunal.
De un solo golpe hemos tomado conciencia de que la salud es un privilegio de pocos y que las grandes mayorías están desprotegidas, nos hemos dado cuenta que la fiebre irracional del consumo nos hace diariamente cavar nuestra tumba y que la competencia frenética entre nosotros nos conduce a la cárcel inexpugnable del individualismo.
Para el gobierno de Lenín Moreno hay un conjunto de indicadores que demostrarían la superación de la peor fase del coronavirus en el Ecuador; argumenta que existe desaceleración en el número contagios y muertes, así como una reducción de las emergencias sanitarias y las consultas médicas. Por ello, decidió reemplazar el régimen del aislamiento o cuarentena por el del distanciamiento social.
La propagación del coronavirus avanza, a la fecha son 184 países, de los 194 existentes, los que reportan contagiados. Paralelamente a la emergencia sanitaria, se multiplica el desempleo y la economía está infartada.
Esta emergencia ha evidenciado algunas realidades que conocíamos parcialmente, pero que ahora salen a la luz con mucha claridad: una institucionalidad débil y una situación del sector cultural en gran medida informal, inestable y precarizada. Esas dos cosas combinadas hacen que a la hora de enfrentar situaciones extraordinarias, todo parezca desmoronarse.