En este país, sí hija. Cualquiera. Bueno, cualquiera que tenga mucho dinero. Puede ser un ignorante, un delincuente, un evasor de impuestos, un cambalache siglo XX o XXI.
La única caricaturista que le canta -a punta de lápiz- las verdades al poder y a sus amanuenses de paja que desfilan en la Shyris y destilan veneno en televisión o las redes. Ella les dice miserables sin decirles miserables. Los grafica como son: seres ridículos. Con inteligencia y con arte, les propina lo que, sin duda, se merecen. Uno espera la caricatura de Vilma Vargas o Vilmatraca como se espera una nueva temporada de Peaky Blinders, el beso de un hijo al despertarse o un helado de chocolate al medio día.