A pesar de que ninguna forma de vida -peor la vida humana- puede pensarse por fuera -o al margen- de la Naturaleza, actualmente las “ciencias económicas” han asignado al mundo natural el único y pasivo papel de proveer de “mercancías” que puedan usarse como materias primas y demás medios de producción útiles a la valorización del capital. Semejante pasividad dada a la Naturaleza por parte de las “ciencias económicas” -tanto ortodoxas como heterodoxas, e incluso varias afines a corrientes “críticas”, con muy honrosas excepciones[1]- da carta libre para que el mundo natural se banalice y se perpetúe su mercantilización.
Los huaorani son un pueblo amazónico, reducido al olvido por un Estado indiferente que nunca ha reparado en los atropellos que han sufrido en distintas épocas