Los últimos sucesos, como el referendo y la consulta popular del presidente Noboa, o el asalto a la embajada mexicana; permitieron ver que no sólo la derecha neoliberal, sino esos supuestos izquierdistas o ex izquierdistas, haciendo gala de su odio ciego y recalcitrante al correísmo, no tuvieron empacho alguno en alinearse con la derecha, promoviendo el SI irreflexivo y absoluto en la consulta o avalando el asalto a la embajada, bajo un supuesto de soberanía nacional.
Los ecos de la abultada derrota sufrida por la gestión de Gabriel Boric en el plebiscito constitucional del pasado 4 de septiembre, todavía están lejos de haberse disipado por completo. Sus múltiples derivaciones a nivel local y regional –como primer revés “progresista”, luego de varios triunfos electorales recientes en América Latina- merecen una reflexión profunda y pormenorizada.
Hay dos tipos de conductas psíquicas de manipulación, que el dominador utiliza con la víctima para justificar su opresión y atraparla en el ciclo de la violencia.
Las izquierdas han cometido errores y que su tiempo histórico ha pasado sin pena ni gloria y que lo racionalmente político es criticar, analizar, rectificar, aportar con ideas frescas nacidas de la interpretación creadora de nuestra realidad para enrumbar la lucha de nuestros pueblos. No hacen tabla rasa de nuestras izquierdas, ni de nuestras luchas, ni de nuestras tradiciones, ni pretenden sacar de la copa de un sombrero de mago a esa nueva izquierda, apelando a la debacle civilizatoria que, cual un hoyo negro cósmico, se traga fatalmente todo lo bueno y lo malo de nuestra vida, sino que proponen un debate para encontrar los caminos que nos conduzcan a nuevos y más seguros puertos.
El denominado “progresismo latinoamericano”, que se alimentó de algunas fracciones de los partidos de izquierda, pero también de corrientes populistas e incluso de políticos de derecha y empresarios que apuntan a un proyecto supuestamente innovador (que en teoría espera superar el neoliberalismo, o al menos desmarcarse de EE.UU. y abrir nuevos mercados en China y otros polos de desarrollo económico), se ha afincado de manera más clara sobre todo en Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina, en cada país con su respectivo matiz.
A inicios de la segunda década del 2000 se viven momentos en el que las "nuevas derechas" a nivel latinoamericano han evolucionado y tienen un ascenso no solo como fuerzas políticas, sino también de actores políticos que nacen de las últimas crisis de los gobiernos progresistas.
Alberto Acosta, economista y autor de varios libros, advierte del espectro de la militarización en todo el continente y proporciona algunos elementos que considera fundamentales para construir un nuevo momento político positivo para las masas.
30-08-2017
D
urante los cien primeros días del gobierno de Lenín Moreno Garcés, hemos asistido a una lucha intestina entre el exmandatario Rafael Correa Delgado y...
Tomado de Observatorio Petrolero del Sur
Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente ecuatoriana y uno de los referentes latinoamericanos del movimiento antiextractivista, se...