El tema de la Conaie es un tema digno de análisis, que desnuda las falacias del sistema para minar y debilitar con pendejadas... hasta al más fuerte.
Es de tontos aceptar que la punta de lanza de este iceberg de pacotilla (que es la silenciosa lucha de poderes para hacerse con la Conaie) podría reducirse a la disputa netamente electorera de dos o tres grupúsculos que no supieron escuchar el Consejo que hace unos 30 años les dieron los abuelos, en el sentido de mantenerse alejados por un tiempo de esta trampa mortal, que es participación político - electoral en el contexto de un Estado prácticamente fallido.
Mi generación tuvo en sus manos un libro que surtió el efecto de una operación en las retinas, devolviéndonos la luz que el colonialismo eurocéntrico nos había quitado por cerca de quinientos años. Se llama La Visión de los vencidos y su autor fue un maestro mexicano que dedicó su vida a estudiar y comprender a las sociedades prehispánicas, no por mera curiosidad, sino por un impulso de identidad y sobrevivencia.
Luego de una primera vuelta electoral dudosa y fraudulenta, “dos de los tres finalistas”, Yaku y Arauz, se proclamaron de izquierda. Ni siquiera el empresario Guillermo Lasso jamás se expuso como un hombre de derecha sino de centro. En esa mirada la votación de la izquierda llega al 55% a la que podría agregarse la votación de la Izquierda Democrática con su 16%; el partido socialista y Paúl Carrasco, también definido como de centro izquierda, que suma una votación de “izquierda” a un aproximado de 78% de votantes, porcentaje que envidiaría cualquier país de América y Europa. Sin embargo, en la segunda vuelta electoral gana Lasso que bien se sabe es de extrema derecha.
Los ecuatorianos decían que en las elecciones del domingo 11 de abril podía pasar una de dos cosas malas: que gane Guillermo Lasso (CREO) o que gane Andrés Arauz (RC), y al amanecer del 12 de abril las paredes amanecieron pintadas con el grafiti: “Estoy alegre porque perdió Arauz y triste porque ganó Lasso”.
La izquierda en el Ecuador se viene derrumbando desde que en el 2006 decidió sumarse al apoyo de la candidatura de Rafael Correa sin antes haber definido un planteamiento programático que le diera autonomía y personalidad. La equivocada tesis de que serían gobierno dentro del gobierno de Alianza País se desmoronó en el mismo discurso de posesión del primer período de Rafael Correa en el que les advirtió que aquellos que habían llegado con “agenda propia” podían regresarse por dónde habían venido.
Sin duda, una de las novedades del último fin de semana, que causó mucho revuelo, fue la declaración del 3 de abril de 2021 de Jaime Vargas, presidente prorrogado de la Confedereción de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), en la que expresó su apoyo para el balotaje, al candidato del correísmo, Andrés Arauz.
Las izquierdas han cometido errores y que su tiempo histórico ha pasado sin pena ni gloria y que lo racionalmente político es criticar, analizar, rectificar, aportar con ideas frescas nacidas de la interpretación creadora de nuestra realidad para enrumbar la lucha de nuestros pueblos. No hacen tabla rasa de nuestras izquierdas, ni de nuestras luchas, ni de nuestras tradiciones, ni pretenden sacar de la copa de un sombrero de mago a esa nueva izquierda, apelando a la debacle civilizatoria que, cual un hoyo negro cósmico, se traga fatalmente todo lo bueno y lo malo de nuestra vida, sino que proponen un debate para encontrar los caminos que nos conduzcan a nuevos y más seguros puertos.
Por Patricio Carpio Benalcázar*
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Por Pacha Korikilla*
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Por Andrés Kogan Valderrama* / Desde Chile
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Que Yaku Pérez, indígena cañari, que pasó su infancia en el huasipungo de una hacienda, que sabe lo que es pobreza extrema, que ha sufrido persecuciones políticas, encierros arbitrarios, y que haya logrado convertirse en un político e intelectual, dispuesto a responsabilizarse por el destino de todos los ecuatorianos desde los más altos ideales, es realmente digno de alabanza.
Los resultados electorales del pasado domingo 7 de febrero podrían leerse como la expresión del rechazo a las consecuencias y efectos a las políticas neoliberales impuestas en estos cuatro años de gobierno y como un desplazamiento del electorado hacia posiciones progresistas y de izquierdas: la de la corriente del progresismo que expresa Andrés Arauz (UNES), la del ecologismo contrario al extractivismo minero y petrolero de Yaku Pérez (Pachakutik), y la del candidato Xavier Hervas (Izquierda Democrática) que supo posicionar un discurso e imagen más atractiva para sectores jóvenes y alejada (aparentemente) de la polarización en contra y a favor del correismo.
Se funda en 1926 con el Partido Socialista Ecuatoriano (PSE). Es una izquierda doctrinaria, pegada a los textos clásicos del marxismo. Fue incapaz de ir de la realidad a la teoría, no obstante lo cual, el PSE siempre creyó que nuestros problemas había que pensarlos con cabeza propia. La tendencia consular, fuertemente influenciada por la Revolución Bolchevique, en 1931 produce la primera división de la izquierda, dando lugar a la fundación del Partido Comunista Ecuatoriano. Esa izquierda histórica lejos estuvo de elaborar una interpretación creadora de nuestra realidad, se convirtió en una izquierda oficial, contrapeso necesario para mantener el equilibrio en la dominación oligárquica. La tesis central del PCE fue siempre empujar la transformación demo-burguesa del Ecuador, concebida como un proceso etapista para lo cual aceptaba alianzas con el centro político y la propia oligarquía. El Partido Socialista se diferenciaba en ser menos dependiente de Moscú, pero igual en sus planteamientos conceptuales a los cuales se les había castrado de los elementos más peligrosos de la doctrina marxista como eran la noción de la lucha de clases y la concepción sobre el Estado y el poder.
En esta campaña electoral, Yaku Pérez, candidato a la Presidencia por Pachakutik (PK) y todo el movimiento indígena y popular, tuvimos que enfrentar a varios “enemigos”, y decimos “enemigos” porque las elecciones se convierten en una guerra electoral, donde se gana o se pierde. En esta guerra política, nuestros “enemigos” eran principalmente la derecha y el correísmo (progresismo conservador), en la que los combatientes se unían a nosotros contra ellos o simplemente eran otros más que nos atacaban y a quienes también teníamos que resistir.
Sorprende encontrar afirmaciones tanto de la candidatura de Pachakutik –Floresmilo Simbaña, incluida la izquierda radical, Alejandra Santillán- cuanto de las filas del “progresismo” –Andrés Arauz- que proclaman los resultados de las elecciones del 7 de Febrero de 2021 como una contundente derrota del neoliberalismo –refiriéndose a Guillermo Lasso y Lenín Moreno-, y un triunfo de ambas tendencias que sumadas sobrepasan el 50 %, tal como ocurrió en las elecciones bolivianas donde la candidatura de Luis Arce del MAS, integró los votos de movimientos indígenas y progresistas y alcanzó el 55 % del total.