El gobierno y su Ministro de Defensa han sido insistentes en señalar que la llegada de un avión de inteligencia de Estados Unidos al Ecuador significa que no se pondrá una base extranjera en nuestro país, como si ese fuera suficiente motivo de tranquilidad. Pero la verdad no es tan simple: en realidad y puesta en contexto se trata de una injerencia, un nuevo tipo de acciones para control y dominación del imperialismo.
Consideremos, en primer lugar, de quién se trata. Distintos gobiernos de Estados Unidos han repetido la frase de John Foster Dulles, ex secretario de Estado con Eisenhower, señalando que: “Estados Unidos no tiene amigos sino intereses”. Entonces, no vienen por amistad, mucho menos por razones humanitarias que son incompatibles con un gobierno capaz de enjaular niños tras separarlos de sus padres o de obligar a prisioneros a trabajo casi esclavo que hoy motiva huelgas carcelarias en varias instituciones de su país. Lo que debemos buscar es cuáles son los intereses para traer una nave de inteligencia.
Los acontecimientos históricos y recientes, incluyendo su Estrategia Nacional de Seguridad, permiten considerar que se trata de una medida que busca la seguridad de Estados Unidos y no la nuestra. Esto involucra, claro está, obtener información sobre el movimiento del narcotráfico, pero también sobre la ubicación de grupos insurgentes de Colombia cerca de la frontera, sobre las propias Fuerzas Armadas ecuatorianas, poblaciones y ello pondrán en relación con sus intereses de explotación de nuestros recursos.
Pongamos atención, por ejemplo, en que para el Departamento de Defensa norteamericano, para 2017, Ecuador es uno de los 22 países del mundo en los cuales hacen excesivos reclamos de derechos marítimos que “fueron impugnados por Operaciones de Freedom of Navigation (FON)”, considerando que: “El Programa de Libertad de Navegación (FON) de EE. UU… consiste en una estrategia complementaria en dos frentes para mantener la movilidad global de las fuerzas estadounidenses y comercio sin obstáculos al protestar y desafiar los intentos de los Estados costeros de restringir ilegalmente el acceso a mares[i]. En el caso de Ecuador, señalan que hay múltiples desafíos ante “Acciones / declaraciones que indican notificación o permiso es requerido por el Estado aeronave para realizar sobrevuelos de la Zona Económica Exclusiva”. Es decir que los sobrevuelos los reclaman contra las normas de soberanía nacional y no se tratan solo de un problema de inteligencia contra el delito.
Esto es más serio cuando complementariamente se reestablece la participación de Ecuador en la Maniobras Navales UNITAS realizadas anualmente por la Armada de los Estados Unidos en conjunto con otras armadas latinoamericanas en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) del cual Ecuador se retiró. El TIAR pretende una alianza de defensa común frente a enemigos externos, especialmente de los países de la órbita soviética en el momento en que inició. Es decir, era y es poner a las fuerzas armadas de los países latinoamericanos a defender los intereses imperialistas.
Llama la atención que el comandante general de la Armada, Renán Ruiz, señale que “para la Armada es un orgullo participar en las Unitas, porque adquiriremos la doctrina necesaria, estar al día en la planificación y, sobre todo, que el componente mundial vea que Ecuador está listo para grandes cosas”. ¿Cómo puede adquirirse la doctrina en ejercicios extranjeros o, al menos, internacionales? La Armada del Ecuador tiene una doctrina o cuerpo de orientaciones coherente del accionar institucional, claramente establecida y no necesita a extranjeros para determinarla.
La misma lleva a que su Concepto Estratégico 2014-2017 se fundamente en cinco ejes: “El Ejercicio de la soberanía en el mar jurisdiccional; el Control como Autoridad de Policía Marítima; la Presencia en el territorio marítimo y en el mar de interés del Estado; el Fortalecimiento en la gestión del desarrollo de los intereses marítimos; y, la Participación Humanitaria en caso de emergencias y desastres”[ii]. ¿Qué tiene que ver esto con el objetivo principal de UNITA que es: “la consolidación de las capacidades navales combinadas para una eventual operación de defensa hemisférica y para tal fin se ensayan maniobras de guerra de superficie, guerra antisubmarina, defensa antiaérea”, a la que se añade aspectos, “asistencia humanitaria tras desastres naturales”[iii] a sabiendas que las razones humanitarias para Estados Unidos han sido fundamentalmente argumentos para invadir a países con gobiernos que no son de su agrado (basta ver los desastres humanitarios causados por sus intervenciones en Afganistán e Irak o su apoyo al gobierno sionista de Israel).
Un aspecto adicional es que tenemos todo el derecho a desconfiar del gobierno norteamericano y, por tanto, a desconfiar de cualquier compromiso que realice. Su reciente retiro del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, su salida del Acuerdo sobre desnuclearización de Irán, la manera en que renunció a lo firmado en el Tratado de Libre Comercio (TLC) de los tres países de América del Norte, la burla a decisiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para colocar su embajada en Jerusalén, son, entre otros, ejemplos de cómo el gobierno de Donald Trump rompe y desprecia los compromisos internacionales.
En la estrategia militar de Estados Unidos se ha cambiado la concepción de lo que es una base militar, incluyendo la presencia de bases micro, que tienen importancia por sus equipos información y espionaje y por la posibilidad de rápidos despliegues, así como de bases móviles, que es como consideran a los porta aviones y conjuntos de naves de la IV Flota[iv].
Este conjunto de bases está interrelacionado y forma parte, junto a los ejercicios militares, la guerra cultural y otros mecanismos de presencia militar norteamericana, de una estrategia que la denominaron de “dominación de espectro total”[v].
En la documentación oficial del Departamento de Defensa de Estados Unidos, que hace referencia a sus bienes raíces, se refiere a propiedades militares de más de 10 acres (40.468,56 metros cuadrados) que son mayoritariamente bases propias, caso contrario se los menciona como “otro”.
Para 2015 se menciona que Estados Unidos tenía una de estas “otras” instalaciones, sin especificar, con un personal compuesto por seis militares en servicio (3 del Ejército, 1 de la Armada y 1 de la Fuerza Aérea)[vi]. Salta la interrogante sobre cuáles funciones venían cumpliendo y si éstas son conocidas por cancillería y nuestras Fuerzas Armadas.
Ahora, se legalizaría la mayor presencia de militares de Estados Unidos como resultado de los convenios de cooperación que se habrían firmado durante la visita del vicepresidente de Estados Unidos a Ecuador, Mike Pence, en julio pasado. “Con Estados Unidos particularmente se ha firmado un acuerdo para que haya una instalación y un equipo de apoyo en seguridad; la oficina de enlace se ha establecido mediante un convenio con Estados Unidos a través de la Embajada” de ese país, indicó el 2 de agosto el ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, en una rueda de prensa.
Entonces, base o no, lo importante es que desembarcan a realizar su trabajo desde nuestro suelo. El propio subsecretario Thomas A. Shannon a inicios de año dijo tras la visita al presidente Lenín Moreno (un mes antes que altos representantes del Comando Sur norteamericano), que a Estados Unidos no le interesaba implantar una nueva base de Manta en Ecuador. Busca acuerdos de cooperación militar, TLC, comercio, extradiciones, tratados bilaterales de protección de la inversión (TBI) y, añaden, que el gobierno se sume a cualquier intervencionismo en Venezuela. En síntesis, lo que le importa es la dominación de espectro completo, preservar su “patio trasero” de “competidores” como Rusia y China[vii], imponer sus intereses. Y el gobierno ecuatoriano lo está permitiendo.
*Antropólogo y pedagogo ecuatoriano. Ex ministro de Ambiente.
[i] U.S. Department of Defense Annual Freedom of Navigation Report Fiscal Year 2017. En: https://bit.ly/2ChcOyy
[ii] Armada del Ecuador. Concepto Estratégico Marítimo 2014 – 2017. En: https://bit.ly/2CeNcSM
[iii] Infodefensa.com. Latinoamérica se prepara para el LIX UNITAS 2018. En: https://bit.ly/2nunVK8
[iv] Ceceña, A. E., R. Yedra y D. Barrios (2009). Un continente bajo amenaza: el águila despliega sus alas de nuevo. OLG y FEDAEPS, Quito.
[v] Isch, E. (2011). La estrategia militar de dominación imperialista en América Latina. Ediciones Opción, Quito.
[vi] Department of Defense. Base Structure Report FY 2015 Baseline. En: https://bit.ly/2oAiPfU
[vii] Department of Defense. Summary of the National Defense Strategy of the United States of America. En: https://bit.ly/2CbX9QM
Lo sustancial en el tema marítimo es que el Ecuador se adhirió al Convemar (al que no pertenecen ni Colombia, ni Perú, ni Estados Unidos) por la cual Estados Unidos puede poner un portaviones a 13 millas de Manta sin violar ningún tratado internacional ( y lo mismo pueden hacer los chinos y los rusos); por tanto, la actual actitud de Moreno con Estados Unidos es solo una continuación de las políticas del correato y demuestra claramente que la conclusión del convenio de la Base de Manta fue algo concertado con Estados Unidos y demogogicamente fue presentado a la opinión pública como un “acto de soberanía”.
Eso y muchas cosas peores para los pueblos son la norma en las democracias representativas, observa nomás los ejemplos al granel, razón de ser de tanta hambre, crimen, problemas, cambio climático, sufrimiento, en fin, del mundo a la deriva.
Lo mejor que todo pueblo puede hacer, posiblemente sea el responsabilizarse, asumir el desafío y contar con la novedosa experiencia social de la democracia directa, el uso del talento colectivo, etc. Un auténtico salto cualitativo sin retorno, un auténtico avance en la consciencia aocial.