De lo que menos uno debería hablar es del coronel, solo que ayer en esta semana se me cruzó en el camino y un dolor súbito de estómago, acompañado de una dosis de rabia y una porción de asco, completaron la sensación. Como por arte de magia, siempre que llegan las elecciones aparece de algún sombrero de mago de quinta, el inefable Lucio. Cuando no hay elecciones anda por ahí, sin saber qué hacer, tal vez practicando cómo morirse en el intento pero deadeveras. Y dice que ahora sí será un Presidente pensante, que ya aprendió a leer más de una página diaria, que ya no será el mejor amigo de los gringos, solo del Obama, que viva el Ecuador, que todo tres, que dos por cuatro es seis y etc, etc, etc. Al pobre se le nota lo mentiroso hasta en la nariz operada. Mejor era que se opere la lengua, aunque las mentiras le han de salir desde el cachete derecho por ausencia de voz, digo yo.
Unas ofertas de campaña tiradas de los cabellos o mejor dicho de las narices. Oirán, más o menos esto dijo: “yo propongo que contratemos helicóptero que vuele en forma de hélice movible y apenas divise a un delincuente que quiera delinquir en el intento, entonces el helicóptero baje de picada y de un solo intento y en segundos localice al delincuente y lo atrape como en las películas o se estrelle en el intento”. Y como el ex dictócrata piensa que la gente es boba y come cuento les enseña sus tres dedos en señal de que ya sabe hasta sumar. ¡De terror, el coronel! Y para colmo jura que romperá hocicos si no le saludan como él y sus guardanarices se merecen. Así, a punto de rompehocicazos gobernará en Carondelet y así también sus rojiverdes en la Asamblea.
El candidato sonríe en cada concentración porque piensa que la gente lo saluda efusiva, cuando en realidad le están diciendo desde vela verde hasta chocho azul. Pero bueno, dejémosle nomás que se crea que la gente le quiere, que él y su ñaño son lo mejor que ha dado la sociedad, la patriótica, desde luego y que no hubo ni habrá mejor ex presidente que el que se operó la nariz y huyó de oreja en helicóptero, como en las películas. Es que el candidato se creyó que si le cambiaban de nariz cambiaba de cabeza también. Y en ese sueño anda ya años buscando la ansiada materia gris que lo vuelva otro y que le quite ese estigma de ¡más mudo!
Lo que yo pienso es que para ser candidato a Presidente, primerito deberían hacerles un test de inteligencia para ver si por lo menos saben hilar más de una frase. En cinco minutos de entrevista que le hicieron, repitió setenta veces siete las mismas frases, las mismas faltas; con decirles que hasta se ríe con faltas de ortografía. ¡De llorar, el Lucio! Más bien debería empezar a estudiar un poquito, volver a repetir sus estudios desde la escuela nomás, y así, después de unos 30 años ya puede ser Presidente y morirse en helicóptero de un solo intento. ¡Y ya!