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martes, noviembre 5, 2024

VENGA LE ARRANCHO SU MERCADERÍA, CASERITO Por: Hugo el Búho.

25-10-2017

Así, sin negociación de por medio, los policías metropolitanos, esos adorables seres que Usted los ve por ahí, muchos trabajando en serio; algunos prestos a colgarse en su celular; otros, a la que cae sí le faltan dos minutos para que se acabe la hora pico. Pero los peores de todos son los que han sido designados por algún bruto superior para ejercer la más miserable de las tareas. ¿Se imagina cuál es?

Esa misma. Decomisar los productos, alimentos, mercadería, etc. de los vendedores ambulantes. Decomisar es un eufemismo para que lo arranchado no suene tan feo. He visto tres acciones de esas en este mes. Dos de pasada, no pude hacer nada. Pero en la tercera pude, por lo menos, desahogar mi rabia contra estos pobres seres que reciben órdenes de sus cavernarios superiores. A la cabeza de todos el Canguil, por supuesto. Porque nadie se va a tragar el cuento que el Alcalde no sabe de estos operativos. Como al remedo de edil no le falta nada, tiene la comida servida, un buen sueldo que le pagamos los quiteños por no hacer nada, o por fingir que trabaja. Claro, sabemos de sus pocas luces. ¿Qué se puede pedir con una cabeza de apenas 20 watts? Nada.

Un joven venezolano estaba vendiendo empanadas en un coche por la calle Bolivia, en las afueras de la Universidad Central. De pronto apareció un camión pequeño y una camioneta de los metropolitanos y bajen tropa, asalten esas empanadas y ese coche. Si el tipo se resiste dénle su estáte quieto. Empanadas arriba, vendedor en su sitio y volemos que a veces aparece algún estúpido por ahí que suele reclamar.

El estúpido fui yo.

Les grité ave maría, padre nuestro en versión dark. Y los confronté por miserables. Sí, ya sé, los pobrecitos no tienen la culpa, son simples seres que acatan órdenes. Pero con alguien hay que pegarse, pues. Me supieron argumentar, perdón ellos no argumentan. Me supieron decir que ahí estaba con ellos un Comisario, que me filmaba con su celular. Le dije al Comisario:  “bienechito, eso le pasa por no estudiar. ¡Brutos!” Y luego les disparé una serie de frases coloridas, como estúpido que es uno, sin pensarlas mucho. Pero que denotaban la indignación, rabia e impotencia.

Hasta donde sé, en la Constitución vigente dice clarito: está prohibido arrebatarles la mercadería a los vendedores ambulantes, autónomos. Pero no, no se entiende. Y no es de ahora. Pero como la ley es solo para los de a pie, muchos alcaldes se hacen de la vista gorda, llámese Nebot Febres Cordero o Canguil Rodas y algunos otros amantes del orden a raja tabla, del ornato en línea recta.

Entre la confusión, las iras y la desolación (eran como 10 frente a este pobre ser y su esposa), recuerdo entre brumas que les grité:

  • Si no desayunaron yo les pago las empanadas, brutos. Es ilegal lo que hacen, dejen de ser chuchumecos como su alcalde.

Me vieron con cara de qué es eso de chuchumeco. Ataqué de nuevo.

  • ¡Pelmazos!

Me vieron de nuevo con cara de qué es eso de chuchumecos

Y continué.

  • Será de aplaudirles por lo que acaban de hacer. Cobardes. Acaban de dejar sin alimento a una familia. Aplausos, mequetrefes.

Mejor ya no me vieron.

Y el Comisario seguía filmando. Quizás vea su celular en la noche y a sus hijos les enseñe orgulloso lo valiente que es, que cumple con su deber, que les arrebata la comida a estos pobres infelices que tienen la maldita costumbre de querer sobrevivir. Ni que no hubiera restaurantes, shooping, comida a domicilio.

Y en la noche, el alcalde le contará a su esposa lo maravilloso que le va en la Alcaldía, que hoy hubo decenas de decomisos en la vía pública. Que cuida a los quiteños que se intoxiquen con esa comida mal preparada, que esos alimentos se van para orfelinatos, que está salvando a la ciudad que una turba de pobres se adueñe de las calles, que cuándo aprenderán a ser civilizados y a trabajar decentemente. Y su esposa sonreirá, le dará un beso de buenas noches, le rascará la cabeza –porque en el fondo sabe que ahí las neuronas se pierden- y se dormirán pensando en la incomprensión de algunos quiteños que no entienden lo que es ser Alcalde.

Seguiré gritándoles chuchumecos o pelmazos, así no entiendan. Y estoy seguro que la mayoría de quiteños siempre se opondrá a la estupidez del poder que nos quiere convencer de lo magnánimo de sus ordenanzas. Deganita se hacen odiar más de lo que se merecen. ¿Y el alcalde?… Bueno, algún día tendremos uno.

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