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domingo, diciembre 22, 2024

“CRÓNICA DE UN FRACASO Y UN ENGAÑO ANUNCIADOS”. por Pablo Suarez Martínez

“Muchos con la esperanza

 viven alegres

…muchos son los borricos

  que comen verde!”    

(Copla del siglo XIX  tomada de “El maestro de esgrima” de Arturo Pérez Reverte)

Sabía que llegaría el anuncio presidencial de poner fin a la iniciativa Yasuní-ITT. Lo supe antes del día en que presenciamos su “lanzamiento” público, en la sala aledaña a la de invitados, Embajadores, Ministros y personalidades. Éramos los de segunda línea: profesionales y simples ciudadanos, organizaciones sociales  o funcionarios de gobierno, de la cooperación y ONGs internacionales, cuya voz y sus acciones se habían congregado, aún antes de que el economista Rafael Correa se posesionara al mando del país, para que no se ampliara la explotación petrolera en el YASUNÍ.

A la salida comentamos entre colegas y conocidos, escépticos y desmoralizados, cuan contradictorio y ambiguo había sido su discurso, cuan descompuesto y poco convencido lucía su rostro, cuan poco diáfana y ardiente había parecido su defensa de la naturaleza y los pueblos no contactados; y, a su vez, cuan límpidamente había posicionado la tesis de la presión (que sonaba a chantaje) a la comunidad internacional, para ponerle precio a la ética y al deber, con la ambivalente solución al dilema de “conservar a cambio de dinero”. Ahí mismo, ante todos, ratificó que no renunciaría al derecho de explotar el petróleo con el Plan “B”, aduciendo -como ahora- que el país necesita desarrollarse y salir de la pobreza con el aprovechamiento de sus recursos; y, al igual que hoy, calificó de “fundamentalistas e infantiles” a posibles voces de radical defensa de la vida. Desde entonces se subió a la barca del YASUNÍ-ITT, para hundirla y remar en contra.

Como delegado, participé en comisiones, reuniones y coordinaciones interinstitucionales para estructurar, fundamentar y dar forma al Fideicomiso. Están en mi retina y memoria los meses de esfuerzo –creo que genuino– de, entre muchos otros, Yolanda Kakabatze, Roque Sevila, Carlos Larrea y Esperanza Martínez, junto a autoridades, ministros y funcionarias,  unos que ya no son y otras que siguen siendo (con qué cara???), como Alberto Acosta, Lenin Moreno, Fander Falconí, Francisco Carrión, Ana Albán,  María Isabel Salvador, Pabel Muñoz y María Fernanda Espinosa, que trataban de convencer al líder supremo que asuma y se comprometa con la idea y el principio de preservar el Yasuní, hábitat único e irremplazable y territorio de pueblos ancestrales.

Persuadir a Correa no era tarea fácil. Había que demostrar un efectivo y tangible beneficio económico, pero sobre todo político, que empatara con su reconocido pragmatismo, sus sueños de grandeza internacional y su marcado hábito de controlarlo todo.  Debía tener algo que ofrecer a comunidades, pueblos y municipios de la Amazonía para alimentar la quimera del progreso y el desarrollo, y ser un mecanismo que contribuyera a su estilo mesiánico y economicista, tan empobrecido y empobrecedor de la cultura política democrática, alejado de la tan mentada responsabilidad histórica con la madre tierra y con la vida.

Los argumentos éticos y humanitarios, incluso Constitucionales, solo tenían cabida en la retórica. Sin embargo, una ventana pareció abrirse, cuando el círculo que lo rodea vio la oportunidad de que Correa participe en  el debate internacional sobre Cambio Climático, con una plataforma que parecía pionera, “revolucionaria” y de altísimo desafío al mundo desarrollado, la cual le permitía ganar protagonismo e interlocución mientras, transcurría y se profundizaba la aguda crisis internacional, entre el 2007 y el 2010.

Sin eufemismos, se hacía evidente la contradicción entre la perspectiva ética y de precaución, expresada como NO MAS INTERVENCIÓN PETROLERA -en el extremo nor-oriental del YASUNÍ, donde la riqueza principal y mayor son sus bosques primarios tropicales, su mega y poco conocida biodiversidad y sus habitantes en aislamiento voluntario -la cual fue vergonzantemente difundida y mostrada por las propias campañas del gobierno, hasta anteayer nomás- versus quienes, desde una mirada utilitaria y cortoplacista, meramente contable y rentista de la naturaleza, hacían desde ya- dentro del  mismo gobierno y por fuera – sus CÁLCULOS Y COMPROMISOS POR LA EXPLORACIÓN Y EXPLOTACIÓN DEL ITT, de los jugosos contratos asociados a la transportación, servicios, obras y campamentos, abastecimientos, limpiezas, licuado y traslado del crudo pesado, hasta su refinación y comercialización. Como siempre en nuestra historia, los INTERESES REALES ENCUBIERTOS EN EL INTERÉS NACIONAL!

En el “imaginario” y la ilusión de muchos,  se creyó que se ganaría espacio y tiempo. Que con una batalla de comunicación y de adhesión se movilizaría -como así ocurrió- una opinión interna e internacional favorable a la conservación del PN Yasuní. Que se lograrían algunos aportes y compromisos financieros de países y ciudadanos de todo el mundo  -sin pretender el enorme monto demandado por RC, de 3.600 millones de dólares. Y, que -con apoyo de la comunidad científica, cultural y académica  nacional y foránea- se contaría con una mayor y mejor valoración de los bienes intangibles y tangibles de la vida natural, y con el pleno reconocimiento del derecho de pueblos ancestrales a mantener su patrimonio. Ingenuamente se estimó que esos serían los contrapesos a los números-dólares que movían los argumentos extractivistas de siempre.

Equívocamente, se estimó que el líder indiscutible de AP, y su grupo electoral –que mejor debería llamarse el nuevo  “Andamiaje Petrolero”- imbuido de la majestad poco convincente de su discurso verde-azulado, al verse tan embarcado en la iniciativa, quizás mediría el significado moral y político de dar un enorme paso atrás, y trataría de evitar el costo político, social y ambiental, el costo inter-generacional y cultural de renunciar a la iniciativa del Plan “A”, para optar por el Plan ”B”, devaluando su palabra.

La  verdad es que la  trampa retórica operó desde un principio, confundida con la viveza política del mandatario del Ecuador y su pequeño círculo.  Un economista informado y conocedor como el Presidente, debía saber perfectamente que -en medio de la crisis económica de los países Europeos y EEUU, con su tendencia a recortar los fondos de cooperación internacional- era simplemente imposible que la iniciativa lograra recaudar o al menos comprometer en corto tiempo 3.600 millones de dólares, seis veces superior al total de fondos no reembolsables recibidos por Ecuador en los pasados 5 años y probablemente mayor al total de fondos de cooperación que recibe anualmente América Latina en conjunto.

Correa y su Gabinete saben que las decisiones de asignación de esos fondos requieren de debates, planificación, aceptación de los decisores políticos, con meses y años de anticipación en los estados europeos y de otros continentes, y que no se negocian y deciden de la noche a la mañana, o en función de un solo país, en este caso Ecuador. Tenían muy claro que era desfavorable el espacio de la Convención de Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto; y que tampoco lo era la OPEP (pese a numerosos miembros aliados de su gobierno) cuando intentó proponer una tasa al crudo comercializado para financiar la iniciativa. Se sabía que los tiempos y condiciones técnicas y financieras, o las condiciones políticas internacionales no daban cabida a la propuesta, como se comprobó en la Conferencia Mundial de Cambio Climático en Copenhague, a la que no fue el Presidente para no sufrir un desagravio.

Considerado hombre inteligente y sabio, Correa no podía ser engañado, como adujo al poner a la Sra. Baky, ex Ministra de L. Gutierrez y sin experiencia en temas de conservación, a la cabeza del “mercadeo” de la iniciativa, en lugar de Roque Sevilla, Fander Falconí, Yolanda Kakabatze o Francisco Carrión. El Presidente, tan acucioso como es, sabía de los progresos y también de los límites respecto de sus aspiraciones financieras. No se trata de un “fracaso financiero”, sino de un fiasco y tomadura de pelo a propios y extraños, con un juego de abalorios que tiene el triste desenlace del fracaso político y ético, disfrazado de “un sueño que se anticipó a los tiempos, incomprendido por los contaminadores del mundo”.

Juego falaz, urdido cuando Correa puso una meta inalcanzable para que una notable “lobbysta” se paseara entretenida por el mundo, haciendo el juego de la colecta imposible de lograr, hasta que fuera evidente que era inútil continuar. A cambio RC había conseguido el verdadero objetivo de tener a quien culpar!  Era como si a un saltador de altura se le pidiera que pase la vara a 4mt, sabiendo que nadie puede llegar tan alto, que se le haga entrenar y golpearse constantemente hasta agotarle, mientras se repetía una y otra vez que sólo esa meta justificaría el gran sacrificio de dejar el crudo en tierra para “darle una medalla” a la vida y la conservación. Se maquinó la gran “charada”, la gran justificación y excusa para poder endosar la “culpa” a los otros, al mundo y la comunidad internacional.

Con tal excusa se opta por el Plan “B”, para “dar la medalla” al “patrón don dinero”, o sea al supuesto beneficio de 18.000 millones de dólares que se obtendrán en 25 años. Estoy seguro que el Presidente impuso conscientemente ese reto, porque le brindaba la oportunidad de encontrar el momento oportuno para justificar su decisión, que hoy con toda su comparsa defiende como racional y técnicamente apropiada, económicamente rentable, socialmente justa y ambientalmente responsable. Si así lo era, por qué no la adoptó desde un inicio? Por qué descarga la responsabilidad ética en terceros y no la asume como propia?

Hoy, cuando ganó la reelección;  cuando el precio del petróleo  es mayor y se prevé se mantenga alto, lo que “justifica” para los inversionistas la costosa y poco eficiente explotación del crudo pesado;  cuando la refinería de El Aromo está en marcha para operar transitoriamente con petróleo venezolano y mas tarde con…?; cuando el endeudamiento externo ha llegado nuevamente a techos similares del 2007 y cuando los compromisos con China están saturados y tienen fuertes condicionamientos financieros y petroleros, al punto de haber vuelto con el antes repudiado Banco Mundial, parece que se volvió oportuno y viable poner fin al Plan “A”.

La “alianza petrolera” y su Presidente, cuentan con total mayoría de la Asamblea y con sus autoridades, que de inmediato han dado su apoyo al Plan “B”, sin siquiera aparentar un mínimo tiempo de reflexión y análisis autónomo, pese a que una de ellas fue Ministra del Ambiente y vocera internacional del plan” A”.

Como siempre hay un despliegue propagandístico oficial, con varios comentaristas del circuito estatal que justifican la medida y descalifican a los críticos de la misma. No deberíamos olvidar que el Yasuní- ITT fue parte de la imagen favorable del gobierno y todos sus candidatos en la campaña pasada para ser electos representantes, y que hoy su palabra empeñada no vale nada. Por eso, al dar el penoso anuncio, no pudieron hacer la pantomima de tener invitados internacionales o de la sociedad civil, que les hubiesen estorbado, y se aplaudieron unos a otros,  como auténtica comparsa.

Los legítimos cuestionamientos que surgirán de muchos lados ante tan penosa y mercanchifle decisión, tendrán que ir mas lejos que la mera zozobra e indignación que nos causa ver a asambleístas, hombres y mujeres de cualquier edad, hacer la venia vergonzosa y ver que se niegan a someter tan crucial decisión a consulta popular, como lo aconsejaría al menos un poco de dignidad, ética y respeto a sus electores y a la Constitución que tanto elogiaron.

La pretensión de engañar a todo un pueblo, de cambiar vida por petrodólares, no puede pasar así no mas, por el servilismo de una mayoría petroleada, beoda de poder, insensible y sectaria! Como dice el refrán: “ Por la plata baila el perro. Por el oro perro y perra y su dueño” . Tampoco se debe corromper el debate con el canto de sirena de que supuestamente se beneficiarán los pobres. Nunca como ahora el gobierno ha contado con la opulencia y boato de las arcas fiscales y ha tenido y tendrá los años suficientes para atender a las principales necesidades de la gente. Ecuador no es un país de escasez o de hambre, no es un desierto o un pantano y no vive una extrema pobreza de África o Siberia que le haga sacrificar sus reservas de naturaleza y vida “…por unos dólares más!

Debemos afrontar el desafío de llevar el debate y la decisión al pueblo ecuatoriano que, en Consulta Popular y Constitucional, deberá una vez más tratar de ser libérrimo, forajido, indignado e independiente, para no dejarse llevar por la nefasta política del garrote y la zanahoria que adora poner el práctica el Presidente Correa! Esta vez el NO debe ser contundente, para no caer en los caprichos repetidos de la historia y en la pretendida inevitabilidad del plan “B” en el YASUNÍ-ITT!

 

 “Tres generaciones que la historia tiene el capricho de repetir: la primera necesita de un Dios y lo inventa,  la segunda levanta templos a ese Dios e intenta imitarlo, y la tercera utiliza el mármol de esos templos para construir prostíbulos donde adorar su propia codicia, su lujuria y su bajeza. A dioses y héroes les suceden siempre, inevitablemente, los mediocres, los cobardes y los imbéciles.”                                                                                              (Extracto del  mismo libro: “El maestro de esgrima” de Arturo Pérez Reverte)

 

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