El Hoy <www.hoy.com.ec>
19 febrero 2013
Si el Consejo Nacional Electoral confirma la tendencia de los porcentajes de los conteos rápidos, el bloque de las izquierdas conocerá una derrota política penosa. Histórica. E inoportuna. La prueba es que apenas conoció los resultados del exit poll, el presidente Correa pasó la factura a sus examigos y exaliados.
No solo los descalificó: también cuestionó sus actitudes, sus propuestas, sus críticas y sus expectativas. A sus ojos, el electorado castigó el infantilismo ecológico y político de una izquierda que no ha cesado de reprobar. Correa los quiere políticamente varios metros bajo tierra.
Alberto Acosta endosará el pobre resultado electoral. Él encarnó una estrategia paradójica, en este momento político, basada en dos ejes esenciales: proponer al electorado radicalizar la supuesta revolución ciudadana para ir más allá del correísmo. Dos: retornar al espíritu genuino de la Constitución de Montecristi. Dos presupuestos ideológicos con los que él y los suyos quisieron desconocer la realidad sociológica y política que contribuyeron a crear: el correísmo es, en efecto, el producto más acabado de Montecristi. Y Acosta y algunos de sus aliados hicieron parte de sus escultores y, en casos como el del MPD, de la tropa disponible para perseguir opositores.
El bloque de las izquierdas resolvió el desfase de forma sui generis: defendió el modelo económico y político de la Constitución, pero tildó a Correa de traidor. Un intento de deshacerse de la criatura pero salvando la tina y el agua.
Ese mensaje parecía hecho para las élites de Pachakutik y el MPD, preocupadas de recuperar sus bases, sus banderas y sus imaginarios, usurpados -dijeron- por el correísmo. Lo cierto es que esas izquierdas operaron un salto político y conceptual hacia atrás. Su estrategia sólo podía dar por resultado achicar la cancha y volver a las épocas que conocieron antes de aliarse con Correa: mantenerse electoralmente como actores testimoniales. Un verdadero retroceso porque estaban compitiendo con el candidato que ayudaron a llegar al poder. En vez de situarse en esa dinámica, prefirieron repetir lo que los indígenas hicieron con Pachakutik hace casi una década: dar la espalda a la sociedad y encerrarse entre ellos. Ahora se ve que esa estrategia ni siquiera caló en su electorado tradicional, pues los votos indígenas y del MPD no fueron, sino en un porcentaje mínimo, al candidato de unidad.
La derrota no delata solamente una estrategia equivocada: pone en evidencia la naturaleza profunda de los programas políticos, sobre todo de la Conaie y del MPD: un radicalismo revolucionario (ese sí extraído de las prácticas de Lenin y Castro) que no encuentra curso en el país. Acosta se equivocó porque en vez de ir hacia la sociedad más progresista, trató de conectarla con las visiones más jurásicas. Esto muestra el desencuentro que tienen esos partidos y movimientos con los postulados mínimos de la democracia liberal. En vez de sumar tendiendo la mano para crear un polo democrático, Acosta se dedicó a espantar electores a su paso.
El resultado del domingo dice que el momento político no milita, para las izquierdas disidentes, a favor de radicalismos decimonónicos y alianzas exclusivas entre convencidos. Esa estrategia debilitó, en cambio, a sectores pobres, expuestos directamente a políticas polémicas del gobierno. Un punto flaco para toda la sociedad.
En este vaivén político de izquierdas y derechas con sostén piramidal, los postulados y posibles ventajas de la democracia directa se mantienen vigentes, impolutos y esto, hasta que la ciudadanía experimente en vivo y directo lo que es o sería en verdad bueno.
Un sólo tiempo o round bastaría para que los pueblos nos volvamos más exigentes y empecemos a elegir entre sistemas de poder. En esa esquina la democracia tradicional, la de las elites, la piramidal, la del masivo maltrato psicológico, la de menos del 1%, la de las izquierdas y derechas, la de al granel los problemas, lamentos, denuncias y protestas, esta es muy bien conocida por todas y todos, hablamos de la democracia representativa y en esta otra la retadora, la novedosa, la del masivo buen trato psicológico, la del 100%, la del mínimo digno, la de la voluntad y capacidad social, la de la difusión de soluciones, esta es,… nada más ni nada menos que la tuca e irreverente, la democracia directa o participativa. Hagan sus apuestas por favor. Saludos,