Tomar partido por un bando acribillando al otro es anular la posibilidad de conversar, escoger un lado de la batalla es darle la espalda a la grieta que la posibilita, la que construye el sentido de la lucha y por donde se ve el camino que no se ha de repetir. ¿Cerramos todo, quemamos como nos quemaron, jugamos el juego que nos censura, o re inventamos el de la discusión y el debate?
Un novelón. Temporada de huracanes es una experiencia de lectura redonda donde nada queda suelto, ni está gratuitamente escrito; y que, además, se inscribe en la literatura de la región escrita por mujeres de su generación, que parece están dibujando un mapa como si fuese el negativo de una foto sobre aquel mapa que ya dibujó el boom.
En la realidad, por dentro y por fuera, incluso en sus hilos más finos que la componen, perder para a veces ganar, es una acción subversiva, peligrosa, por solidaria y amorosa. Sí, una acción amorosa que rompe la manera en que comprendemos la competición, en la dimensión del deporte, del juego, y de la vida. Un espacio naturalizado para la disputa, para la exhibición y la ganancia siempre. El pez grande se come al pequeño y así, nadie está preparado para dejarse ganar.
Esta autora argentina radicada en París, busca mostrar desde el mismo lenguaje, y en momentos desde el monólogo, los intersticios o pasajes oscuros de la naturaleza humana.
Desierto sonoro es una novela que se convierte en una suerte de collage literario, en el que se superponen texturas, recursos, espacialidades, puntos de fuga y de clímax, muchas cajas encierran, a su vez, otras más íntimas que guardan micro universos, relieves y bifurcaciones. Literariamente es un paisaje que combina capas y capas de ficción y sensibilidades.