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domingo, diciembre 22, 2024

Reseña: “Una Tarde En El Metro”, de Sofía Gavilánez

Gavilánez usa el género policíaco o de la novela negra con el objetivo de adentrarse en los problemas de la inseguridad y mostrar que, en el contexto actual del país, la gente ya no se sabe a quién recurrir.

“Gavilánez usa el género policíaco o de la novela negra con el objetivo de adentrarse en los problemas de la inseguridad y mostrar que, en el contexto actual del país, la gente ya no se sabe a quién recurrir. 

Por Lizardo Herrera

Una tarde en el metro”, el cuento de Sofía Gavilánez, constituye un esfuerzo por situarse en una realidad histórica especialmente problemática: el presente, violento y nebuloso, de la ciudad de Quito, aunque el relato podría muy bien ubicarse en cualquier otra ciudad ecuatoriana. Gavilánez usa el género policíaco o de la novela negra con el objetivo de adentrarse en los problemas de la inseguridad y mostrar que, en el contexto actual del país, la gente ya no se sabe a quién recurrir. Los ecuatorianos han devenido testigos del deterioro de su sociedad: el Estado y los mandos de la fuerza pública están coludidos con las mafias del crimen organizado, propagando un ambiente de zozobra e impotencia generalizada en la sociedad. La ambigüedad que propone el cuento pone en evidencia el sentimiento de vulnerabilidad y el uso del silencio como estrategia de sobrevivencia. Todos sabemos que hay “gato encerrado” tanto en las noticias oficiales como en las que proveen los medios de comunicación; sin embargo, nadie lo puede denunciar abiertamente pues es por todos conocido que el sistema judicial tiene los mismos vicios. El único camino, por tanto, es mantener vivos los canales del chisme o de las historias de ficción para poder expresar, referir y replicar aquello que se intuye o abiertamente se conoce; de otra forma no habría más remedio que callar con el fin de evitar perjuicios y/o estragos irremediables a la integridad personal.

“Los ecuatorianos han devenido testigos del deterioro de su sociedad: el Estado y los mandos de la fuerza pública están coludidos con las mafias del crimen organizado, propagando un ambiente de zozobra e impotencia generalizada en la sociedad”.

En términos de sus personajes y escenarios, “Una tarde en el metro” da cuenta de dos eventos destacados efectivamente sucedidos. De una parte, el feminicidio que acabó con la vida de María Belén Bernal Otavalo, crimen que tuvo lugar en la Escuela de Policía y que, por ello, provocó el escándalo social, las consecuentes contradicciones en la cúpula policial y, finalmente, la huida y la posterior captura del autor del crimen, el teniente Cáceres. De otra parte, Gavilánez también hace referencia a la presencia de narcogenerales en las cúpulas policiales, presencia denunciada por el embajador estadounidense gracias a filtraciones de la comandante Tania Varela Coronel, cuestionada por el manejo del Informe León de Troya y a quien el difunto candidato presidencial, Fernando Villavicencio, cuando era asambleísta y presidía el Frente Parlamentario Anticorrupción, acusó de ser “La madrina”, esto es, el nexo entre la mafia albanesa y la Policía Nacional (Primicias, 16/02/2024). Ahora bien, la embajada de Estados Unidos, aun a pesar de estar plenamente al tanto de la corrupción de las autoridades, como se describe en el libro El gran padrino (2023), de Anderson Boscán y Mónica Velázquez, firmó sendos acuerdos de seguridad con gobiernos cuestionados por sus vínculos con el crimen organizado y, además, continúa imponiendo sus políticas antinarcóticos que no han hecho sino expandir el mercado negro y ahondar las secuelas de la inseguridad desde hace varias décadas.

La reconstrucción histórica de estos hechos, no obstante, no es lo pertinente en un relato de ficción de Sofía Gavilánez. Sabemos que desenredar estas historias desde un punto de vista periodístico no ha sido ni es posible, tanto por la opacidad de la información, como por los peligros que eso significa para la integridad física de quien quisiera incursionar en sus vericuetos. El texto de Gavilánez podríamos decir que pretende más bien funcionar como una brújula: ofrecer respuestas mínimas y concisas en una sociedad que ha perdido su orientación y en la que las líneas divisoras entre el bien y el mal de la moralidad tradicional están desdibujadas. No se sabe quién puede ser el agresor o, por el contrario, quien puede constituirse en un posible protector. Los discursos hegemónicos, por su parte, no hacen sino exigir el uso de” la mano dura”, el castigo sin contemplaciones a cualquier presunto criminal. Sin embargo, cuando se ven confrontados con la certidumbre de la existencia narcogenerales en las filas policiales o con la evidencia de que las decisiones gubernamentales están atravesadas por la narcopolítica, la retórica punitivista pierde todo sentido transformándose tan solo en una demagogia más.

El relato de Gavilánez se adentra en una trama criminal muy a tono con la realidad expuesta. En ella se reconstruye la historia de un crimen forjado por la cúpula policial para deshacerse de una fiscal que seguía la pista de sus vínculos con el narcotráfico y el contrabando. Juan Pérez, un ex-agente de policía y protagonista de “Una tarde en el metro”, está en París; vive en el exilio y, mientras viaja en el metro, recuerda el crimen: él fue forzado a terminar con la vida de la fiscal, su esposa, Pamela; él fue quien urdió luego el plan para vengarse y castigar a sus jefes tras enterarse de sus trafasías mientras estaba en la cárcel y entró en contacto con los líderes de las mafias; él es ahora el asesino atormentado que añora un pasado ya inexistente. Él es, por último, quien reconstruye en su recuerdo ese Ecuador violento e inseguro, donde la corrupción y la muerte son cosa de todos los días, que da validez a un sinnúmero de historias que todos conocemos, pero que estamos forzados a callar.

“Sabemos que desenredar estas historias desde un punto de vista periodístico no ha sido ni es posible, tanto por la opacidad de la información, como por los peligros que eso significa para la integridad física de quien quisiera incursionar en sus vericuetos”.


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