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jueves, enero 2, 2025

¿Cómo están cubriendo los medios y periodistas independientes el caso de “Los 4 de Guayaquil”?

¿Se hará justicia en el periodismo? Sin un acertado periodismo es difícil que haya justicia de por medio.

La Línea de FuegoPor: Sebastián Ortiz A.

Mucho se ha escrito, se ha publicado y se ha opinado sobre el caso “Los 4 de Guayaquil”, y lo positivo, por no decir lo único, es que mantiene fresco el evento y ejerce presión sobre las autoridades; sin embargo, el tratamiento de la “noticia” por parte de los periodistas, sobre todo de los medios tradicionales, no ha sido el más acertado.

Reproducir una y otra vez un comunicado oficial -sea desde el gobierno o desde alguna ONG- no ayuda a esclarecer los hechos. Otros, los que tienen más recursos, pueden enviar a un par de periodistas al lugar de los hechos a entrevistar a vecinos y familiares, pero por el apuro mediático de vender una nota caen en el amarillismo y el sensacionalismo.

Ya sabemos que los niños querían ser futbolistas, que salieron un domingo a divertirse en grupo, que tenían entre 11 y 15 años, que eran de un estrato social bajo, que no tenían tatuajes ni pertenecían a alguna pandilla y que su único error -condenados y acribillados mediáticamente por la moral superior de los que se guardan las noches- fue salir pasadas las 21.00 de aquel día.

Pero, ¿Qué sabemos de los militares? ¿Dónde está el niño que pudo escapar, como se ve en un vídeo publicado en redes, cuando atrapan a su compañero y este se aleja campante? ¿Quién estaba a cargo de ese operativo? ¿Quién era el jefe del operativo? ¿Por qué se “los abandonó” en medio de la nada en lugar de llevarlos al mismo sitio de donde los secuestraron? ¿Ocultan algo los militares? ¿Quién llamó al padre? ¿Los niños fueron obligados a decir “nos dejaron botando” para encubrir a los militares? ¿Son falsos positivos de una lucha inventada por el presidente de la república? ¿Qué jueces están llevando el caso? ¿Cuáles son los antecedentes de estos jueces? ¿Qué GDOs ocupan esa zona? Un sinfín de preguntas que aún no han sido elaboradas y mucho menos atendidas.

Algunos medios digitales ya están acostumbrados a hacer de estos eventos desafortunados un “Reality Show”; no les importa la verdad sino el rating, o si es que les interesa la verdad, queda en segundo plano, lo primero es vender, es generar clicks, especulación y tráfico virtual. Amplifican la voz de los victimarios dándoles la posibilidad de reforzar los discursos del Estado, en los que, obviamente, se intenta justificar descaradamente a los militares.

De los medios tradicionales no hay mucho que opinar, su trabajo es ya predecible en este tipo de casos: Replicar comunicados oficiales, entrevistar a autoridades y convertirse en opinólogos expertos en el tema.

El manejo desmedido e irresponsable del discurso oficial cala en los lectores y oyentes y cunde la tergiversación de los hechos por todo el país. En este caso, la versión oficial es: “Los chicos fueron detenidos cuando intentaban robar a una señora”.

La violencia no solo existe en el hecho de la desaparición forzada de los menores ni en el supuesto intento de robo a la señora; la violencia también se hace presente en los comentarios que abundan en redes sociales. Indolentes respuestas a una versión oficial sin peso argumentativo. Lo reducen a un evento político tan desgastado como lo es correísmo y anticorreismo. Muchos justifican la desaparición de los menores, quizá en la seguridad de sus hogares, pasadas las nueve de la noche, aplauden el actuar de los militares. En medio de una sociedad inquisidora, la violencia no solo es oficial, es estructural.

Una sociedad violenta que busca ajusticiar a menores delincuentes que roban o matan por supervivencia, pero hace de vista gorda al político de turno que roba por ambición. Un serio problema de clase. Los ricos, los blancos, los poderosos son inmunes a la justicia y al señalamiento de su pueblo; los pobres, los negros, los débiles deben ser ajusticiados física y mediáticamente. Los linchan en medios para después torturarlos en las celdas.

El periodismo tiene la obligación de separarse de las versiones oficiales. Deben usarlas, sí, como un punto para iniciar la investigación, pero deben cuestionarla, juzgarla, analizarla, desmembrarla, examinarla, roer cada hendidura de la misma. Que la única fuente no sean las oficiales, que sus fuentes directas (familiares, amigos, vecinos) no sean usadas como simple espectáculo para vender información. No está de más recordar que el miedo vende y los medios lo saben.

Quizá yo mismo caiga en todo lo descrito en los párrafos de arriba, quizá yo mismo no tenga las herramientas suficientes para esclarecer los hechos, pero lo que sí intento y de alguna manera lo logro, es escudriñar cada “noticia” que se publica mientras dure la investigación para que el crimen no termine en impunidad. Sostener la memoria.

¿Se hará justicia en el periodismo? Sin un acertado periodismo es difícil que haya justicia de por medio.


La Línea de FuegoIlustración de portada: Esteban Moncayo, ilustrador y diseñador gráfico quiteño, con una trayectoria de más de una década en el mundo del arte y el diseño. Su pasión por el arte y el diseño lo ha llevado a explorar diferentes estilos y técnicas, desde la ilustración tradicional hasta el diseño digital. 

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