¿CONVIVENCIA VIAL O COMBATE VIAL?
Diego Puente Corral y Belén Cuesta Albuja
Numerosas y creativas han sido las distintas iniciativas ciudadanas con las que la bicicleta va ganando terreno en las mentes y las calles. Sin duda alguna es un cambio al que vale la pena apostarle. A partir de los lamentables últimos accidentes ocurridos en la ciudad de Quito, por fin las autoridades han logrado salir del letargo y el desenchufe ciudadano
Se creó una comisión mixta entre ciclistas y representantes del Municipio para, entre otras cosas, implementar una campaña de sensibilización. La primera parte de la misma, catalogada como de “shock” por sus impulsores, creativos de la comunicación, levantó más de una crítica. Consistió en colocar en vallas y en spots de TV a decenas de ciclistas tirados en las calles, simulando a los ciclistas muertos por atropello. Se ofrecieron correctivos y tomar más en cuenta la voz de los distintos colectivos de ciclistas y peatones.
Es precisamente aquí donde yace el verdadero reto: separar las distintas visiones que tienen las personas que participan de las diferentes modalidades. Ciclistas de recreación, de competencia, de movilidad cotidiana (urbanos/as), de pista, incluso de bicis estáticas. Cada uno tiene su propia visión de lo que debería ser la seguridad en las vías, en las pistas, en los gimnasios.
Quizás es aquí donde radiquen también los errores de fondo y de forma que se evidencian en la segunda etapa de la campaña Convivencia Vial del Municipio de Quito. No se han logrado separar las diferentes visiones y se han fundido todas en un collage de mensajes contradictorios. Por ejemplo, hay promotores de la campaña, ciclistas vestidos como si fueran participantes del programa COMBATE de RTS. Lycra, rodillera (colocada en los tobillos porque seguramente estorba al pedalear), coderas y maillot de competencia. Hablan de respeto al semáforo, a los pasos cebras, a los “buses”, a los carros, etc. Con razón algunas personas creen que los y las ciclistas deberían irse a los parques y los gimnasios. Se refuerza la idea de que los ciclistas andan por la calle irrespetando las señales, y de que ser ciclista urbano es en esencia “peligroso”.
Por otra parte, como se aprecia en las imágenes y sus testimonios, los chicos y las chicas si bien tienen nociones elementales para montar bicicleta, se nota que no tienen la más mínima idea de los conceptos movilidad sustentable. Sus respuestas son erráticas y poco claras. Desconocen códigos y consejos básicos del uso de la bici en la ciudad, como por ejemplo la altura del asiento. Se les encuentra solo a lo largo de los 14 km. de la Ciclo-Q , que seguro les brinda un espacio tranquilo para pedalear, pero la mayor parte de los problemas ocurren donde no llega la Ciclo-Q este espacio, y los y las ciclistas están en frecuente interacción con buses y autos particulares al movilizarse desde sus casas y al trabajo.
Hemos dado un voto de confianza al Municipio y a la comisión de la que somos parte, pero sentimos las decisiones conceptuales de esta campaña se han tomado por fuera de este espacio de interacción público – ciudadano.
Esperamos que la tercera parte de la campaña (si la hay) incluya realmente un análisis más serio y menos apurado de las verdaderas necesidades y elementos para generar la convivencia y cultura ciudadana, y que el Municipio no se deje llevar por los íconos del rating del momento.