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¿ECUADOR ES PAÍS, ESTADO, NACIÓN? Jorge León T.

04 julio 2014

 

¿Son los ecuatorianos un país? ¿Una nación? ¿Tiene Ecuador un Estado reconocido por todos sus habitantes? Estas fueron antes inquietudes de las élites predominantes y sirvieron para convertirlas en uno o más proyectos de Estado y de Nación ante la evidencia que los habitantes de un territorio llamado Ecuador, no reconocían todos a la autoridad central, ni reconocían al vecino como parte de su colectivo, ni todos sus pueblos se consideraban parte de ese término Ecuador que lo atribuían a una capa de blanco-mestizos. Estaba en riesgo la existencia de ese Ecuador, no sólo porque su territorio se desmembraba sino porque sus habitantes lo ponían en jaque, inclusive unos por ratos pretendían separarse. Ecuador podía ser un Estado que no cuajaba para todos, una autoridad central de imposición simple de los dominantes que no necesariamente eran clases dominantes, sino el bando que podía tener privilegios a detrimento de la mayoría como aconteció cuando los mestizos ricos y pobres así actuaban antes los indígenas.

Pero desde hace unos años, los últimos excluidos de ayer hacen parte de esa comunidad política llamada Ecuador, se consideran todos ecuatorianos, ya es una de sus identidades y pertenencias de la varias que ahora uno puede reivindicar en las sociedades modernas sin que haya un hachazo que le prive a uno de libertad por no pensar como la cultura política predominante considera. Uno puede ser muy ecuatoriano, muy cañari, muy riobambeño, muy de otro país a la vez o simplemente dar más privilegio a su terruño sin que eso le quite a uno derechos u obligaciones con el Estado. Aún más, ya no se requiere ser una nación para ser ecuatorianos o sentirse que se pertenece a una misma colectividad llamada Ecuador, de suplemento ya hace tiempos que existe un Estado que controla el territorio, no se cuestiona su existencia y es la autoridad reconocida por todos. Ya no hay amenazas a su existencia, los chantajes que ciertas elites regionales han hecho por años, ya perdieron legitimidad en la crisis de los 90 y en los hechos fue su modo de lograr ventajas.

Así, hay un país Ecuador del cual todos se sienten parte, hay un Estado establecido y reconocido, no hay nación pero sus habitantes como pueblos, culturas o individuos se sienten parte de ese colectivo Ecuador. Antes que otros países del continente, el reconocimiento del pluriculturalismo para pueblos diversos en los hechos y en la ley, han hecho ejemplar a Ecuador y permitió mejor integración de todos que la de los países vecinos.

De modo que ahora, el neocentralismo del cual se ufana el gobierno calza mal con los hechos. Hay un centro reconocido, pero el centralismo, ese afán de dotar de más poder al centro y de pretender que las luces para todos provienen de ese centro es un iluminismo del pasado. Ecuador ya es, no necesita que un poder central lo defina. Es un centralismo injustificado, innecesario y negativo. Al contrario, si el siglo XIX justificaba el centralismo aquí y en muchos lugares, ante la amenaza de dejar de ser país y Estado, o de contruirlos a detrimento de las características locales, sobre todo de los caciques e intereses socioeconómicos parciales y parcializados que no pensaban en construir el conjunto ni menos en el interés general, sino en la inmediatez de los suyos, es ahora el momento de consolidar sociedad y Estado dando espacio a que cada cual se exprese en sus particularidades locales o regionales y así se sienta aún más en casa propia.

El neocentralismo que ahora construye el gobierno es más que excesivo, tal en la Ley sobre ordenamiento territorial o de las enmiendas constitucionales; es de hecho un reenvío al XIX cuando hay que construir el XXI que requiere más flexibilidad local, más sociedad activa y más poder local, con un centro que debe ser claramente definido y que sepa orientar a la colectividad, más no buscar todo decidir, todo controlar y ante todo pretender que una sociedad se consolidad en la uniformidad; lo contrario es lo propicio. El neocentralismo será mañana, como el exceso de control, el caballo de batalla útil para todo desmontar de lo de ahora.

lalineadefuego
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PENSAMIENTO CRÍTICO
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2 COMENTARIOS

  1. LÁSTIMA
    Que los pueblos no tengan voz ni voto permanente,
    no decidan sobre sus recursos,
    trabajen, produzcan y financien todo lo público pero no administren absolutamente nada,
    no se utilice la capacidad social,
    que se desperdicie la posibilidad de forjar un entorno a la altura del enorme potencial, segregado, inhibido,
    que lo superfluo prevalezca a lo valioso,
    por la venda, la mordaza y las ataduras,
    de hecho, para extrañar la democracia directa.

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