Desde la invasión de Europa a América y el Caribe en 1492, la producción extractivista se ha modernizado de acuerdo a los avances tecnológicos. Sin embargo, la acumulación capitalista en manos extranjeras y privadas, por una parte, y la miseria y desolación de nuestros pueblos, por otra, es una constante de siglos.
Para el año 2019 en América Latina se registran más de 225 conflictos por actividad megaminera. Entre los que se encuentran los proyectos de Ecuador: Mirador y Fruta del Norte (Zamora); Loma Larga, Río Blanco y Kimsacocha (Azuay). Un colonialismo insertado dentro del Estado pues la Constitución y las leyes escritas con artículos ambiguos violentan derechos y principios.
La megaminería perfora el manto natural y contamina las aguas dulces, superficiales y subterráneas, alterando todo el ciclo del elemento vital. No hay ninguna tecnología que garantice la no contaminación del agua y peor aún la conservación de la fauna y la flora. Más aún cuando en el mundo 1 millón de especies (la octava parte de las existentes) están en peligro de extinción (Unesco).
Resuenan todavía las falaces palabras del ex presidente: “No podemos ser mendigos sentados en un saco de oro” (Rafael Correa). Los habitantes rodeados por una biodiversidad única, por cientos de lagunas y ríos, no pueden ser comparados con mendigos. Esta es una riqueza natural de la cual son guardianes, no mendigos. El absurdo modelo económico que no incluye a la naturaleza dentro del Producto Interno Bruto (PIB), no puede ser una premisa para llamar mendigos a los habitantes que poseen valores de uso natural de propiedad común, superiores a cualquier actividad mercantil.
Quiere pasarse por alto la consulta de Girón donde el 86,7% votó no a la minería y que se ha convertido en un precedente jurídico y electoral. Lenín Moreno continúa la política del expresidente Rafael Correa con la nueva Política Minera (que sigue siendo la vieja) y que supone el despojo de la biodiversidad de las comunidades. La ruta de esta política es la de la muerte, la misma que nos ha dejado sin petróleo, sin naturaleza y sin comunidades.
La consulta popular antiminera anunciada en Azuay es un primer escalón para poner un alto al despojo. ¡Yaku kawsaymi!, el agua es vida.
*Abogado, licenciado en Filosofía y magíster en Sociología. Actualmente, docente de la Universidad de Cuenca.