Conocí a Samuel una vez en medio de la noche de Quito, en la vorágine de ciudad que nos presta su oscuridad para quizás deshacernos de la nuestra. Ahí estaba él, conversándonos pausadamente mientras yo auscultaba sus ojos de niño; destellaba la búsqueda de libertad de aquel que reinventa su propia vida. Un demiurgo de la máscara y del espejo que me mantuvo cautivo: preguntándome de él, preguntándome de mi. Me pareció el peregrino solitario de la ciudad laberinto; la renuncia con mirada inocente de quien ha visto demasiado y que trae a vitrina las inmundas imposturas. Una otra masculinidad de la ciudad que riñe con sus des habitantes, con la ciudad fatua que teme sus soledades abyectas. Él encarnaba esa otra ciudad de ángeles, los que viven para des-cubrir mil y un veces el día, pero que también beben de la noche. Ángeles al fin. QEPD
PabloH
“Perteneces a esa raza que sobrevive entre la repugnancia y la curiosidad, entre el respeto a la norma y el placer por lo distinto […] arriésgate a desafiar a una ciudad que teme al reino de lo ambiguo porque su certeza sobre la vida no resiste la menor duda.” … “ciudad que no perdona a quienes ponen en evidencia sus dudas”. (R. Vallejo).
Conocí a Samuel una vez en medio de la noche de Quito, en la vorágine de ciudad que nos presta su oscuridad para quizás deshacernos de la nuestra. Ahí estaba él, conversándonos pausadamente mientras yo auscultaba sus ojos de niño; destellaba la búsqueda de libertad de aquel que reinventa su propia vida. Un demiurgo de la máscara y del espejo que me mantuvo cautivo: preguntándome de él, preguntándome de mi. Me pareció el peregrino solitario de la ciudad laberinto; la renuncia con mirada inocente de quien ha visto demasiado y que trae a vitrina las inmundas imposturas. Una otra masculinidad de la ciudad que riñe con sus des habitantes, con la ciudad fatua que teme sus soledades abyectas. Él encarnaba esa otra ciudad de ángeles, los que viven para des-cubrir mil y un veces el día, pero que también beben de la noche. Ángeles al fin. QEPD
PabloH
“Perteneces a esa raza que sobrevive entre la repugnancia y la curiosidad, entre el respeto a la norma y el placer por lo distinto […] arriésgate a desafiar a una ciudad que teme al reino de lo ambiguo porque su certeza sobre la vida no resiste la menor duda.” … “ciudad que no perdona a quienes ponen en evidencia sus dudas”. (R. Vallejo).