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jueves, mayo 2, 2024

ENSAYOS PARA COMPRENDER LO QUE ACONTECE: LA MEMORIA URGENTE Por Alejandra Santillana Ortiz*

Leyendo el libro El gran fraude

Escribir sobre lo que acontece es siempre difícil, la delgada línea entre el pensamiento agudo y la imposibilidad para ver la totalidad está marcada por el lugar que ocupamos y desde donde hablamos. ¿Cómo interpretar lo que no termina de enterrarse y al mismo tiempo recuperar el sentido histórico de la crítica? El gran fraude, ¿del correísmo al morenismo? (2018) constituye un ensayo de memoria viva de un proceso que va decantándose con el tiempo y se asienta para que podamos mirar complejidades, ambivalencias y contradicciones.

Este nuevo libro forma parte de la iniciativa que hace un par de años, investigadores e investigadoras comprometidos con el campo popular del Ecuador, decidieron lanzar para reflexionar sobre la Revolución Ciudadana. Los dos anteriores textos, El correísmo al desnudo (2013) y La Restauración Conservadora del correísmo (2014) reunieron distintas voces críticas que desde diferentes problemáticas abordaron lo ocurrido en el país desde la llegada de Rafael Correa a la presidencia, el primero constituye una primera caracterización crítica pero aun en disputa sobre la etapa inicial del gobierno correista; el segundo, esboza una línea de interpretación sobre la forma adoptada en el progresismo ecuatoriano: la reconstitución de una vía autoritaria y conservadora aun cuando es parte del proyecto de modernización capitalista.

Ambas publicaciones son en sí mismas, reflexiones agudas que contribuyeron y contribuyen a la comprensión de lo que significaron diez años de correísmo; sin embargo, es con El Gran Fraude, que la iniciativa de lxs autorxs nos muestra el alcance de su propuesta: elaborar un análisis del progresismo ecuatoriano más allá de los cambios presidenciales y gubernamentales. En efecto, es con esta nueva publicación que se ilumina lo que se investiga e interpreta: la Revolución Ciudadana en su conjunto y no únicamente lo ocurrido en el gobierno presidido por Rafael Correa. Emprender un camino analítico sobre esta forma política, ideológica y económica abre la posibilidad de concebir la Revolución Ciudadana en momentos tanto de constitución hegemónica y consenso producto del apoyo popular, de alto precio de las materias primas y financiamiento holgado del proyecto político; como en procesos de resquebrajamiento de la hegemonía, desgaste, transición, desfinanciamiento y crisis de la forma política progresista.

Significar en colectivo, darle sentido en plural a un tiempo marcado por la incertidumbre y la política de la delegación es un esfuerzo por no acomodarse en el lugar común de mirar los fenómenos sociales, políticos, económicos e ideológicos desde la moralidad o el relato del mal menor. Superando la estéril discusión coyuntural de si el correísmo constituyó una experiencia mejor al morenismo, o si éste último es expresión de la traición y el neoliberalismo, El Gran Fraude se asienta en un método que encontramos en otros ensayos críticos: la investigación sobre continuidades y discontinuidades en la historia (Traverso, 2012) [2] y la elaboración de pequeñas pistas que permitan devolverle al campo popular, caminos efectivos e iniciativas para la disputa de la política.

Encontramos así que la narrativa que se propone retoma el análisis de la ideología “como elemento central en la reproducción de la realidad” (Natalia Sierra, 2018) y de cómo la ideología de la Revolución Ciudadana se torna fallida en cuanto proyectos socialista y se vuelve efectiva como modernización capitalista. En la palabra escrita de Juan Cuvi y Carlos de la Torre, se ensaya una lectura del campo popular y las izquierdas.

En el primer artículo, la crítica el escenario producido en el gobierno de Correa de criminalización, persecución y arrinconamiento obliga a las organizaciones a salidas pragmáticas que develan la incapacidad de las izquierdas para desarrollar un proyecto político propio.

En el segundo, De la Torre revisa la historia ecuatoriana y propone que la izquierda repite su entusiasmo por los proyectos populistas, delegando su representación política a caudillos, para luego enarbolar el relato de la traición, mientras era evidente que los proyectos populistas significaban de ante mano un giro conservador. Será el diálogo transcrito entre Mario Unda, Napoleón Saltos y Francisco Muñoz, lo que nos proponga una interpretación que combina economía política, política y situación orgánica del campo popular en un escenario más amplio que da cuenta del momento por el que atraviesa la región.

La discusión sobre el ciclo que atraviesa América Latina (Massimo Modonesi, Raúl Zibechi, Maristella Svampa) se combina con los trabajos marxistas de Agustín Cueva sobre los ciclos del pacto burgués oligárquico y el contenido del populismo en el Ecuador; y la urgencia de construir una política autónoma e independiente desde las organizaciones indígenas, populares y democráticas como vía para salir de la trampa ciudadana y los marcos de lo posible. Lectura que se complementa con el lúcido aporte de Pablo Ospina Peralta, quien a partir del análisis de las bases sociales de la Revolución Ciudadana nos propone una lectura sobre el surgimiento de una nueva coalición social diferenciada de la etapa neoliberal, y sus distintas variaciones en la correlación de fuerzas al interior del gobierno y como fuerza social política.

Por otro lado, las continuidades en la política económica de la Revolución Ciudadana evidencian las imposibilidades de la soberanía monetaria y las salidas para la reactivación productiva del país (Monika Meireles y Oscar Martínez, 2018) que se acentúan en clave de dependencia cuando Alberto Acosta y John Cajas-Guijarro profundizan el comportamiento de la deuda pública en toda la Revolución Ciudadana y el regreso neoliberal a los diálogos subordinados con los organismos multilaterales. Más allá del impecable análisis que realizan los autores, nos dejan una pista para reorganizar una agenda anti neoliberal: la exigencia de auditoría a toda la deuda pública.

Fernando Vega se referirá a la corrupción como sino de la forma progresista en el Estado mientras que varios autorxs enfatizarán sobre las políticas en torno a la educación, la salud y a la justicia. En efecto, Ramiro Ávila Santamaría y Mario Melo proponen el punitivismo como centro del sistema de justicia y de la reforma institucional del Estado a través del cual se criminalizó y judicializó a las organizaciones sociales en tiempos de Correa; una reflexión que se complementa con el aporte de Carlos Castro Riera sobre la justicia atrapada y manipulada por la concentración de poder del correísmo.

Por su parte, Milton Luna recupera los análisis políticos de las organizaciones de estudiantes y maestros sobre el sistema educativo impulsado por la Revolución Ciudadana: la instauración de una lógica basada en la meritocracia que determinó el retroceso en el acceso a la educación de las grandes mayorías populares y que escondió las medidas contradictorias e improvisadas del aparataje ministerial.

Así mismo Erika Arteaga mostrará la alianza del Estado con los sectores empresariales para la definición de la política de salud, que se concentró en la dotación de infraestructura y eficiencia de los hospitales públicos así como en la atención a las enfermedades a través de tratamientos y uso de fármacos, dejando de lado la prevención.

En dos artículos distintos, María Fernanda Soliz y William Sacher nos proponen una mirada territorial de la forma estatal que se despliega como forma de gobernanza y que consolida la ofensiva extractivista al relato de la crisis. La criminalización de las poblaciones indígenas en territorios de riqueza mineral y petrolera habilita no solo la entrada del Estado como garante de los proyectos mineros y petroleros, si no la erosión de los vínculos comunitarios basados en la solidaridad. Mientras que la gobernanza del neoliberalismo evidente en el actual gobierno de Lenin Moreno develan la construcción de un Mineralo-Estado como forma histórica social en proceso de surgimiento, del extractivismo actual.

Pero quizás el artículo que combina de manera más profunda y sistemática la crítica al carácter colonial y racista de la Revolución Ciudadana y las salidas en clave plurinacional, es el trabajo de Nina Pacari, intelectual orgánica del movimiento, quien haciendo un ejercicio intelectual le dota de contenido político a la mirada plurinacional, dejándonos la pregunta-pista-demanda de cuál es el escenario que presenta mejores condiciones para construir la plurinacionalidad en el Ecuador: lo federativo como estrategia para contrarrestar la lógica asfixiante y colonial del gobierno central. Desde otra perspectiva, Atawallpa Oviedo Freire planteará el potencial transformador del Buen Vivir y los mecanismos que utilizó el correísmo para vaciar su contenido y ubicarlo en la narrativa formal del Estado.

Es así que El Gran Fraude, que se inicia con un prólogo de Decio Machado, nos propone un análisis plural que esboza pistas y se sitúa como una posibilidad analítica para comprender lo que prevalece y lo que cambia en la forma progresista.

Quisiera terminar estas reflexiones, haciendo una crítica cercana, amorosa y ojalá útil para quienes concretaron esta iniciativa y también para quienes al leer encuentren herramientas potentes para comprender lo que acontece.

En este momento de la humanidad, en donde la vida digna se encuentra amenazada y el fundamentalismo se recompone en discursos fascistas que buscan destruir la diferencia y anular la posibilidad de justicia social; dar cuenta de los procesos que restringen las puertas para la emancipación, la autonomía y la independencia y aportar con elementos para las organizaciones sociales y políticas que buscan el cambio, requiere de sujetos y análisis que den cuenta de la totalidad y la complejidad del momento.

En ese sentido, no se puede (ya no se puede, nunca se pudo) prescindir del feminismo. Somos las mujeres y los distintos feminismos que se gestan en América Latina, quienes hemos logrado no solo dar luces a procesos populares de articulación entre economía, política y deseo que buscan transformar todo: desde la relación con la naturaleza, el Estado, el poder y el conocimiento, hasta el contenido de trabajo, cuerpo y valor, de amor y vínculos, de praxis y coherencia; si no porque somos el único sujeto que está construyendo internacionalismo. Pensar desde los feminismos críticos nos obliga a no establecer formas jerárquicas y poco pedagógicas sobre las distintas luchas y sujetos. Sabemos que el capitalismo tiene la capacidad de fagocitar todas las identidades para incluirlas al mercado, la lógica de consumo o  promoción de lo multi, tanto como una operación que blanquea el feminismo y celebra la diversidad sexual, como de un despliegue de mecanismos académicos y políticos que incorporan las racionalidades indígenas y negras vaciándolas de su crítica colonial radical. Ubicar que sujetos son incluidos y quienes no por la lógica de poder, y no constatar que el poder puede siempre encontrar la manera de vaciar de contenido, reproduce visiones poco pedagógicas y amorosas para hablar de otros, otras, otres. Hagamos de nuestros análisis, espacios potentes que conecten con aquello que se gesta en la calle y en la palabra.

Así mismo, no podemos seguir insistiendo en una academia que habla para las organizaciones, pero no se construye en diálogo, en uno crítico con el campo popular pero también autocrítico. No podemos seguir asumiendo que las izquierdas son otros y nunca nosotros, nosotras, nosotres. Ubicar la crítica desde la superioridad moral, cuando se invisibilizan nuestros tránsitos por las izquierdas sociales y políticas, limita los caminos para construir un nosotrxs.

Dar contenido radical, crítico y propositivo que nos permita salir de este momento y del lugar que el poder nos ha colocado, y del que nos hemos rebelado en estos años, implica que sumemos esfuerzos para abrir un debate urgente que supere los tiempos electorales, la política de la delegación y el que hacer pragmático que el relato estatal de lo posible ha instaurado en nuestros espacios. Un ejercicio que nos devuelva esa conexión con los sectores populares, con las cuerpas feminizadas y las mujeres criminalizadas por abortar, con los pueblos y nacionalidades y su persistencia en lo comunitario, con los y las trabajadorxs sindicalizadxs y con aquellxs que no, con lxs estudiantes y maestrxs que resistieron en esta década, con quienes han sentido en su cotidianidad la crisis del campo, con todxs lxs que habitan las ciudades haciendo de la sobrevivencia y el rebusque la forma de enfrentar la precarización y la violencia; pero hagámoslo también con esas organizaciones que a pesar de los enormes errores y los ensayos fallidos, siguen siendo el corazón para que este país se transforme.

 

*Feminista de izquierda, investigadora del Instituto de Estudios Ecuatorianos y el Observatorio de Cambio Rural. Es parte de la Coalición Interuniversitaria contra el acoso y el Foro Feminista contra el G20, actualmente realiza sus estudios de doctorado en Estudios Latinoamericanos en la UNAM.

[1] Traverso, Enzo 2012. La historia como campo de batalla: interpretar las violencias del siglo XX. México: Editorial Fondo de Cultura Económica.

 

 

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