¿FUNCIONA EL MODELO CORREÍSTA EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL?
En el tiempo, en el espacio, tu crisis seguirá…
Gerardo Merino Rosero*
“Desencantada”. Así dice sentirse Alicia, una estudiante de 20 años, sobre su paso por la facultad de Comunicación de la Universidad Central. Su parecer coincide con el de miles de alumnos y profesores de la universidad más antigua y con más estudiantes (50.532, según la revista Cifras) del país, cuya actual (¿permanente?) crisis académica y administrativa interpela la categoría “A” otorgada por el Consejo de Evaluación de la Calidad de la Educación Superior (CONEA) hace dos años y el modelo correísta para las universidades ecuatorianas.
En su discurso del 11 de noviembre de 2009, durante la presentación del polémico informe del CONEA, el presidente Rafael Correa anunció que no permitiría “universidades de zaguán”, en alusión a la presencia/presencia de tres aspectos: 1) Planta docente estable con título de cuarto nivel (maestría mínimo); 2) Campus para su funcionamiento; y 3) Proyectos de investigación.
¿Está funcionando el modelo correísta en la realidad?
En primer lugar, dicho modelo no contempla por ningún lado la participación ni la voz de los estudiantes y, en este punto, paradójicamente coincide con el manejo que históricamente ha tenido de la Central el MPD –contra el cual Correa ha apuntado sus dardos-, en tanto el MPD tampoco ha estado interesado nunca en tomar en cuenta la voz de los estudiantes como no fuera para instrumentalizarlos en tanto votos útiles para perpetuar su dictadura institucional en la UCE.
En segundo lugar, fetichizando la “excelencia académica”, el proyecto correísta estigmatiza el debate y el irrenunciable carácter político de la vida universitaria. Al soslayar la fundamental vinculación de la universidad con la realidad social y sus problemas, la “meritocracia” propuesta por Correa vuelve a emparentarse con uno de sus enemigos declarados: el neoliberalismo. ¿Acaso ya olvidamos aquel discurso de los 90 cuando los gurús de la tecnocracia repetían en los medios que el gobierno de un país es un ejercicio “técnico” y no “político” que debía ser desempeñado por “expertos en administración” de la forma más “eficiente”? ¿Acaso este discurso de la “excelencia” y del gobierno de los “mejores” no va por el mismo camino?
Nadie duda de la urgencia de superar la mediocridad académica que ahora caracteriza a la Central, pero el academicismo correísta parece contener una preocupante tendencia hacia la despolitización.
¿Por qué no se concreta la “meritocracia” correísta?
Analicemos el punto 1: No sé si fue la propia disposición de que todos los profesores debían tener un título de maestría al menos o una interpretación caricaturesca de ella… En principio se puede estar de acuerdo en que la formación académica es un proceso de toda la vida (¡y a algunos profesores francamente les hace una falta!), pero la forma en que ha empezado a aplicarse la disposición es francamente torpe. Hay facultades donde varios docentes, con años de cátedra, han debido salir por no tener una maestría, a pesar de que, según testimonio de los propios estudiantes, se contaban entre los mejores. ¿No se supone que esta disposición implicaba un plazo razonable para que los docentes pudieran estudiar una maestría y ponerse a tono con el requisito?
Tales ausencias han debido ser cubiertas por docentes contratados por horas, bajo la exótica modalidad de “profesores accidentales”, con un salario de 7 dólares por hora de clase, sin estabilidad, seguridad social ni nada de nada… ¡Siete dólares por hora de clase en la universidad más antigua del país! Por supuesto que no hay profesor a quien no se le invisibilicen las horas dedicadas a la preparación de clases y a la corrección de trabajos y exámenes, pero condiciones como las arriba descritas no se han visto ni en la más perversa tercerizadora (de modo que si usted está pensando en ser profesor a tiempo parcial en la Central, mi más sincero consejo es que más bien piense en un taxi).
Por todo ello no es de extrañar que existan profesores que no preparan sus clases y, como consecuencia de ello, muchos estudiantes que no estudian. Es algo así como un “pacto de mediocridad”: los profesores no preparan las clases, no leen a conciencia los trabajos, no controlan los plagios del Internet (¡a qué hora, si tienen que correr a otras universidades o trabajos a ver si alcanzan a ajustar un medio sueldo!) ni ponen malas notas. El correlato es estudiantes que no leen pocos alumnos piensan y escriben con sus propias palabras, muchos son expertos en el arte del copy/paste del Internet y, como no se quejan de los profesores, todo es felicidad…
De ser cierto que el gobierno de Correa ha destinado más recursos a la mayor universidad del país, éstos han sido gastados en cualquier cosa menos en dar condiciones laborales mínimamente dignas a todos sus docentes, lo cual nos conduce al punto 2.
Administración y campus
El manejo administrativo de la Central –o al menos de muchas de sus facultades- es un desastre. Trámites para contratos de profesores a tiempo parcial que duran meses, docentes que son pagados con suerte un trimestre después de haber terminado de dar sus clases, tiempos para la entrega de notas que no coinciden con la salida de los administrativos a vacaciones, sistemas virtuales que no funcionan, falta de información en todos los niveles… Endémica burocracia que las nuevas reglas de la Senres, Senescyt, Senplades y otras instituciones new age solo han contribuido a agravar.
Resulta, además, incomprensible forma de priorizar y gastar los pocos –o muchos- recursos existentes en la UCE. En una universidad que no casi no tiene libros actualizados en sus bibliotecas (¡es más, no tiene una base de títulos en Internet!), que carece de proyectores, computadoras portátiles y otros recursos didácticos mínimos… resulta patético que se gaste dinero en una cancha de césped sintético! A esto hay que sumarle la actitud fosilizada e indolente de muchos trabajadores y una legendaria tramitología que puede necesitar un semestre entero para reemplazar la lámpara quemada de un proyector habiendo solo dos proyectores para toda una facultad.
Finalmente, en este punto debo referirme a lo absurdo y antipedagógico de tener cursos de 50 y más estudiantes por el desgaste que significa para el profesor pero sobre todo por la escasa atención individual que inevitablemente recibirán los estudiantes… Lo cual lleva a cuestionar no solo el rigor de los exámenes de ingreso sino a preguntarse por qué las facultades admiten más estudiantes de los que pueden atender, realidad que más tarde se reflejará en altísimos niveles de deserción.
Investigando por qué no se investiga
Mi personal respuesta al punto 3 del modelo correísta (proyectos de investigación) es que en la Central prácticamente no hay investigación porque muchas veces los departamentos de investigación se reducen a un escritorio con algún docente sentado en él –pero sin presupuesto- que en el mejor de los casos publica algún que otro proyecto individual de otro profesor, que –y esto es lo importante- no está integrado a ningún plan de investigaciones. Más grave aún: la Central parece no dar la atención necesaria a la enseñanza investigación en todas las facultades ni genera vinculación entre los departamentos de investigación y los estudiantes, cuya energía e ideas debería aprovechar para generar una producción investigativa que sea un auténtico aporte para resolver los problemas del país.
Ecuador insólito: ingrese a la página web de la universidad, pulse el link Proyectos y se topará con que no existe prácticamente ninguno. Lo mismo ocurre con el link Publicaciones: solo existe un listado de publicaciones de 2008 y 2009 –casi todas de agronomía y matemáticas-, pero cuando uno quiere visualizar cualquiera de esas publicaciones no existe absolutamente ninguna información.
Por supuesto, ésta es una visión parcial de un profesor que tuvo la experiencia de ser profesor a tiempo parcial, quien cree que la posibilidad de salir de la crisis en la Central está en manos sobre todo de estudiantes y profesores y de su capacidad para organizarse, participar y volver a encantarse.
* Periodista, Cineasta y Docente Universitario
desadortunadamente se han acomodado los izquierdistas y los otros …de la central y dejan pasar toda esa realidad de la que se habla en este artículo. Yo deje de dar clases por ese maltrato en todo sentido y el senescyt es otra forma de corrupción. (lo mismo del conesup con otro nombre, o peor) Pero lo más grave es que nadie dice nada
La idea de cambiar el modelo universitario nunca fue mala, mejorar la calidad de maestros, campus decentes e investigación, son decisiones apuntan a un camino acertado y por cierto no son inventos nuevos (ya que así se manejan casi todas las universidades importantes en el mundo), sin embargo nunca se planificó como realizar esos cambios estructurales, ni como se iban a implementar, por ejemplo (cómo ud. acertadamente afirma) a que profesional le interesa dar clases con salarios tan bajos y con títulos de cuarto nivel, ya que un profesional recién graduado en ingeniería o arquitecto tiene un salario a tiempo completo mínimo de 1200 USD en alguna entidad pública (hay gran demanda de profesionales de éste tipo), mientras un profesor a tiempo parcial no gana más de 500 dólares mensuales. Está claro que el profesional puede completar un honorario mejor con su tiempo libre, sin embargo en que trabajo privado o público facilitarán la ausencia de un profesional por más de 10 horas semanales, si contamos además que los horarios que se proponen a los profesores a tiempo parcial están siempre comprendidoss entre las 07:00 y 17:00, eventualmente un profesor podría solicitar permiso solo por un par de horas…. Está claro que todos los profesores a tiempo parcial son gente que realmente ama la Universidad Central y no amigos del Rector como afirma René Ramírez. Te felicito por el artículo