“Muchos de ellos, por complacer a tiranos, por un puñado de monedas, o por cohecho o soborno, están traicionando y derramando la sangre de sus hermanos”
Emiliano Zapata
Desde tiempos inmemoriales, la convivencia humana ha elaborado principios sobre los que ha sido posible la exigua sobrevivencia. Los principios no son normas legales, son valores esenciales intangibles y constantes. Principios como la fidelidad y la lealtad han regulado conductas, deberes, saberes y destinos humanos. En la guerra y en la paz, un acto condenable es la traición.
El Che Guevara magnánimo y generoso en el combate “hay que ser duros pero nunca perder la ternura” no dejaba pasar un acto de traición y en el mismo momento, la traición se pagaba con la vida. Castigar a quienes incumplen el deber de la lealtad y la fidelidad ha sido un distintivo particular de toda revolución, burguesa o proletaria. La figura del traidor es tan mal vista que hasta los traidores se escudan acusando a los leales de traición. El secretario general del partido comunista de Bolivia Mario Monge, traidor y delator de la guerrilla del Che, no escatimó esfuerzos para atacar al comandante, aun en el lecho de muerte en la Higuera. La traición tiene su genealogía y los herederos de Monge se multiplican hasta nuestros días, o sino pregúntenle al infame Joaquín Villalobos y a otros mas cercanos
En contraposición podemos decir que la lealtad será siempre la recuperación de lo originario, de lo autentico o será la forma de vivir sin acomodarse por convivencia trásfuga. Ser leal será entonces un retorno a la verdad sentida y buscada. ¿Pero que es la verdad? Digámoslo, simple: lo autentico, lo contrario a la mentira, por ejemplo; verdad es un eterno encuentro con la libertad y la justicia (una categoría universal). Mentira es sostener la realidad con la ilusión de la palabra o con la tergiversación perceptiva de lo real desde lo falso. La genealogía de la traición esta adscrita a la genealogía de una moral regresiva (dejar de creer por conveniencia o dejar de creer y decir que se cree porque conviene) El ex guerrillero que condena actos “terroristas” grafica la moral en descomposición del tránsfuga peregrino
La lealtad necesita de un método imprescindible para conocer lo que hemos sido, para sacar a la luz el devenir, prefiriendo la muerte a la derrota de la fe o la creencia. Ciertamente se pueden descubrir incoherencias y traiciones en procesos reveladores como a la víspera de la crucifixión donde asoma siempre un Judas. Una ética de la lealtad supone hasta una necedad, no ciega, transformada en su forma sin perder su esencia y supone una moral que jamás se adhiere al discurso de los enemigos falaces. Un ex guerrillero que justifica los actos del poder con los mismos discursos de los torturadores del estado y su sed de sangre, grafica un acto de alta traición
Los traidores arremeten contra sus ideas germinales; luchaban contra el poder y ahora defienden al poder. En la historia reciente al tener mala reputación el acto de traición, encuentran racionalizaciones, giros, regiros, vueltas y revueltas en las ideas y en los hechos. Los traidores son seres viscosos que para no suicidarse justifican y precian sus actos.
Para calificar la traición, intentemos más definiciones, no asociemos necesariamente los movimientos posicionales con la traición, porque no cualquier tránsfuga es un traidor, ni siquiera consideremos como acto traidor el abandono de “lo auténtico” porque la pérdida de fe tampoco es traición. Traidor es el trásfuga inmoral que dice que lo que él hacia era revolucionario, porque era antes… y los revolucionarios de ahora son terroristas porque son ahora[1]. Traidor es un tránsfuga inmoral que podría disfrutar cínicamente del poder y sus delicias, cerrando el pico…entonces ya no seria traidor sino un mero oportunista…pidiendo comprensión
Hay también traidores que nunca cogieron las armas contra el estado burgués y que ahora están dispuestos a coger las armas para defender al estado burgués mas represivo
Recuerden traidores la frase celebre…“Roma no paga a traidores”.
Los diez de Luluncoto siguen inspirando reflexión. Las mujeres militantes dan ejemplo
¡ yo también soy Luluncoto¡
EPILOGO
Terrorismo de Estado.- Uso sistemático, por parte del gobierno de un Estado, de amenazas y represalias… ilegal dentro incluso de su propia legislación, con el fin de imponer obediencia y una colaboración activa a la población… un monopolio de los medios de comunicación, la imposición de una ideología monolítica, la exigencia no sólo de obediencia sino de participación activa en las medidas policiales del Estado, y un aparato de policía secreta para disciplinar e incluso exterminar a los adversarios y disidentes… el aparato de terror, el Estado y el partido en el gobierno suelen estar relacionados de un modo indisociable.
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Enciclopedia Encarta