La sociedad insiste en algo ajeno; vida y libertad. Hoy todo se mueve por intereses de poder entre viejos vicios que anulan la ética vital y una libertad viciada de injusticias.
La ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve “miopes”.
Paulo Freire
Lo material magnifica carencias con dolores en protervo énfasis que va relativizando el pensamiento. Marx en su pensar como trasformador y Sartre con su libertad en acción, quieren ser excomulgados por post modernos antojadizos y así, fundamentalismos de diestra y siniestra confunden pensamiento libre con ideología. Lo crítico racional ya no busca respuestas a causas primeras y razones últimas en la naturaleza y la sociedad sino en la creencia, la nueva fe de las ideologías, que es cumulo de convicciones inducidas desde un sistema cerrado, lejano a la reflexión que pretende conducirnos a una verdad localizada e inmóvil en el tiempo y en el espacio.
Las ideologías poco margen tienen para la discusión, se aceptan o rechazan, pero en las religiones y partidos políticos escasea el pensamiento y se vive abundante ideología. Por ello en su propensión a lo dogmático rebasan el campo de la razón para hacer promesas de poder y marcar la vida como catecismo o manual.
Otra manifestación ideológica “moderna” es el sentido de utilidad que toca la sensorialidad común para que todo individuo se transforme en instrumento técnico apto para construir un mundo gobernado por deseos, ahí, donde la realidad virtual es más “evidente” que la realidad real.
Entonces nos separan del mundo para introducirnos en una trama ideal “construido” en deseos objetivos y subjetivos donde sucede la promesa por la cual merece la pena morir. Muchos perecen por la moralidad ideológica y luego sus camaradas sobrevivientes reconocen lo erróneo de las ideas ¿vale la pena morir por ideales? Más bien vale la pena seguir viviendo aunque sea con ellos.
La ideología, gobierno y dependencia mental, limitan la libertad individual a despecho de la autonomía que realiza al <ser>. Autonomía, sitio donde radica la dignidad. Y algo más, la libertad es humana asumida y disfrutada desde la conciencia. El mundo animal solo existe azar y necesidad, pero no la libertad porque esta es un acto de conveniencia y de convivencia, como también es un acto de discernimiento. Hay quienes quieren poner al ser humano en la misma condición de la vida animal o vegetal y siembran una ideología de muchedumbre sin el valor jerárquico de la vida humana, otra ideología.
La voluntad, prioridad sobre la razón para decidir y ordenar conductas y no para no sobrecargar ideas, será tangible como relativas serán las razones, será como deseo sensible o como deleite que respeta la voluntad ajena ¡Buena nota¡ y hay que ponerle el ojo a quienes gobiernan vida, enfermedad, vulnerabilidad crónica, muerte; asumiendo poder sobre la piel del prójimo (próximo) desde el poder médico, militar o sexual. Insistir; todo poder se explica en el marco ideológico.
Si las ideologías gobiernan la existencia, poco nos queda en libertad porque sus ideas deshumanizan. Las decisiones que atañen a la vida suponen la asunción de la ética de la voluntad extraviada porque los gobernados creen que el gobierno en la sociedad o la piel son necesarios. Es el Estado legitimado como administrador de la libertad como ideología que presume la prerrogativa de examinar hasta el modo de entender voluntad y libertad. Kant advertido de estos riesgos, propone la universalización de la moral, pero se queda impávido.
Las ideologías con deseos de poder son la esencia del poder: indican lo absoluto del poder y lo absoluto del deseo, deseo que solo se quiere a sí mismo. Por eso el deseo de poder es conservar el poder y buscar su acrecentamiento. Las ideologías marcan su origen en el deslizamiento al piso de la verdad a partir de las mistificaciones o los fetiches de la alienación. La verdad se convierte así en función ideológica. El deseo de poder quiere el imperante dominio de lo real aparente. El poder como deseo es quien ordena la eficacia práctica y operativa de lo real.
La visión de la vida ha devenido en la ideología que crea la ilusión de que ya no hay vida”.
Theodor Adorno
La voluntad cumplida del poder será la voluntad derrotada del dominado. El deseo de poder se hace gobierno para insistir en el dominio o sometimiento de otros que deben además ser muchos, pues la cuantificación de esclavos es parte del negocio, los sometidos deben estar afuera, abajo y ser bastos. Así, para hacerse sentir en la abstracción, la ideología se da la forma neutra, no aparenta verdad ni mentira, importa que el discurso ideológico perciba como “real”, como evidencia. Hay cuestiones y temas que actualizan el peso hegemónico o contra hegemónico del discurso ideológico, entre ellos la ecología, el género, la guerra, que actúan en función de los intereses sociales y de dominio, asumiendo un formato de tipo político, ya sea de izquierda o conservador,
El concepto de ‘ideología’ como “falsa conciencia encubridora de la realidad” es del maestro y muchos discípulos se comportan al revés. Contundente, es Marx quien dijo que “La ideología es la inversión de la realidad que toma como sujeto lo que es predicado”, su crítica al poder y a la religión, implica a Dios y al Estado como sujetos con vida propia y con prioridad respecto de los predicados que serían el hombre y la sociedad civil.
La conciencia no puede ser otra cosa que el ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. En toda ideología los hombres y sus relaciones aparecen como imágenes invertidas, cámara oscura, fenómeno que responde a su proceso histórico de vida (Marx y Engels). Los “reflejos”, “sublimaciones” y “ecos” califican a las ideas falsas de quienes adjudican vida propia a ideas, sin llegar a visualizar ni el tipo de influencia que pudieran tener en el mundo material, ni que son el resultado de las contradicciones sociales y económicas de la formación social a la que pertenecen: las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso de vida, proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales (Marx Engels).
La infraestructura corresponde a lo económico y la superestructura a las instancias ideológicas (derecho, moral, filosofía, religión,) y políticas (derecho, Estado,). En la sociedad los individuos contraen relaciones independientes de su voluntad, las más significativas son las que hacen posible la vida y la sobrevivencia. Las relaciones de producción están en armonía o conflicto con los modos de producción social. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia (Marx Engels).
La crítica de Marx a la ideología va más allá, avanza hacia la dilucidación social que tiene como eje de reproducción funcional, la presencia de la clase que domina en la economía. Marx acusa de ideólogos a quienes priorizan al pensamiento desvinculándolo de la práctica social. La clase dominante universaliza y naturaliza las relaciones vigentes para esconder las contradicciones que nutren al sistema e imponer sus intereses materiales haciendo creer a las clases dominadas que los intereses que defiende no son de su uso exclusivo, sino de toda la sociedad, más aún, son los intereses de la humanidad entera. Esta forma ideológica de universalizar sirve, según Marx, para que una ideología conquiste el poder, se mantenga en él y extienda su dominio.
El Estado nunca deja de reproducir ideología, para esto se activa el aparato represivo policial, jurídico espiritual y comunicacional que ofertan un dominio de un modo no transparente, porque la relación de poder debe permanecer oculta para que sea efectiva. La ideología trabaja para que el deseo de poder tenga finalidad concreta y sea fuerza motora que empuja al pensamiento social
La perversión del socialismo real fue el fortalecimiento del Estado en detrimento de la organización consejista de obreros, campesinos y pobres (soviets) y la ideologización de la realidad a través de la política dominante. El comunismo libertario fundamenta su concepción de clase en la capacidad de realización de los sujetos sociales que se implican en la transformación del mundo sustituyendo el poder dominador de la sociedad por un poder autogestionario. Para hacerlo, es imperativo un ejercicio pedagógico y no ideológico.