Llegaron los conquistadores europeos trayendo su culpa judeo-cristiana y marcaron con ella al “indio” y, más aún, a la “india”, que era doblemente culpable por ser “india” y mujer. Culpables de habitar la tierra prometida para los blancos, culpables de ser “indios”, culpables de existir. Convertidos en el mal ontológico fueron instrumentalizados como chivos expiatorios, para que la universitas moderna colonice el planeta. Han sufrido el peso de esa culpa durante 529 años. Esa maldita culpa impuesta ha sido el argumento, primero de los blancos colonizadores luego de los mestizos colonizados y colonizadores, para justificar el despojo sistemático que han hecho y siguen haciendo de los territorios, las culturas y los saberes de los pueblos originarios. Esa maldita culpa ha sido el argumento para el etnocidio de la conquista y la colonización perpetua, de dimensiones mayores que el holocausto nazi, que cometieron y cometen contra los pueblos del Abya-Yala. Esa maldita culpa ha sido el argumento para esclavizarles, explotarles, someterles y humillares, con todo el derecho colonial y neocolonial.
Como cualquier pueblo digno, resistieron desde el inicio mismo de la llegada de los conquistadores a la brutalidad del sistema colonial, y obviamente también fueron culpables por eso, culpables por ser dignos. Cada virrey, cada terrateniente, cada oligarca, cada gobierno “democrático” han castigado a los “indios” cuando han sido “malos salvajes” y no “buenos salvajes”, es decir, cuando han sido culpables. En los últimos 40 años, han sido castigados con todo el peso de la ley del estado nacional, cada vez que se han “atrevido” a levantarse en contra de la opresión capitalista, neoliberal, colonial o patriarcal en cualquiera de sus versiones. La última vez en octubre del 2019, el regidor blanco-mestizo salió con todo su poder a castigar al “indio pecador”, al “indio culpable”, llenos de rabia racista volvieron una vez más, de las tantas veces, a acusarlos de “indios salvajes”, y poner todo el peso de la ley colonial sobre sus cuerpos, sus comunidades y sus territorios.
Antes de que se dé la segunda vuelta electoral, los unes y los creos ya se anticiparon a culpabilizar a los “indios” de su derrota. Con autoridad colonial gritaron: ¡culpables del retorno del neoliberalismo fascista! decían los unos, ¡culpables de la continuidad de la dictadura totalitaria! decían los otros. En el fondo del sentimiento colonial, realmente eran culpables de haberse atrevido a “usurpar” tan alto porcentaje de votos entre la sociedad y volverse dirimentes de la segunda vuelta. Culpables de atreverse a participar de forma autónoma en la política del blanco mestizo. No tenían escapatoria, cualquier resultado los hacía culpables. Como siempre “todo funcionaría bien si no existieran los indios culpables y su insoportable presencia”. Solo había que esperar el rostro del regentador colonial que oficiaría el rito del sacrificio al culpable.
Llego el día y el rostro del regentador fue el del progresismo colonial. ¡Culpable de que el neoliberalismo fascista retorne al país! Se oye gritar por todas las redes sociales “progresistas”. El argumento perfecto para sacar las contradicciones internas de su movimiento político y concentrar todo “el mal” y sus responsabilidades en la figura del “indio culpable”. Establecida la premisa de la culpa viene el castigo necesario y ejemplificador. “ojalá sufran por lo que han hecho”, “ojalá pierdan un ojo”, “se quedarán solos en esa lucha por culpables”, y otras sentencias que la ética, la sensibilidad y la estética me impiden escribirlas.
Obviamente la culpa ontológica de ser “indios” no les da derecho a ser diversos, a tener posiciones diferentes al interior de sus comunidades, a poder elegir por unos u otros, o por ninguno cuando su candidato ya no está en el balotaje, o, a no elegir a su candidato si así lo creen. Por culpables y pecadores no tiene derecho a pensar solos, a acertar, a equivocarse, a disentir, a discrepar internamente, a cambiar de opinión, a resentirse con quienes consideren que les maltrataron, a tener sus propios proyectos, a tener sus propias concepciones políticas, a pelearse, a tener opciones distintas, a ser heterogéneos, etc., No, no tienen derecho porque son “indios”, porque ese es un privilegio de los blancos y de los mestizos. Ellos, los culpables, tienen que ser un abstracto folclorizado, deshistorizado y despolitizado que no haga daño a los rituales de la “sociedad civilizada”.
Solo quiero recordar que son esos mismos “indios” los culpables de alimentarnos, de cuidar la naturaleza donde nos hospedamos, de cuidarnos a pesar de nuestra violencia colonial, de haber puesto su cuerpo colectivo e individual para resistir a todos los poderes dominantes y depredadores a lo largo de esta historia colonial.
Solo quiero agradecer a esos “indios” y sobre todo a esas “indias”, culpables de darme un lugar donde acogerme sin culpa por ser india.
“En el fondo del sentimiento colonial, realmente eran culpables de haberse atrevido a “usurpar” tan alto porcentaje de votos entre la sociedad y volverse dirimentes de la segunda vuelta. Culpables de atreverse a participar de forma autónoma en la política del blanco mestizo”.
*Natalia Sierra es socióloga y académica de la PUCE.
“Llego el día y el rostro del regentador fue el del progresismo colonial. ¡Culpable de que el neoliberalismo fascista retorne al país! Se oye gritar por todas las redes sociales “progresistas””
No es de extrañar que los verdaderos fascistas les diogan eso.