“Desdichado, el pueblo donde la revolución viniese a ser imposible! Ésa sería la canonización de Dionisio Oenobardo, del Melgarejo, de García Moreno. El derecho de conspirar contra la tiranía es de los más respetables para los hombres libres
Juan Montalvo F
En 1874, se indigna la pluma de Montalvo ante la eventualidad de una tercera reelección y escribe “LA DICTADURA PERPETUA”. dirá que G. Moreno “ha contagiado a sus esclavos con la lepra de su alma, y en tanto que esos chorros de pus apesten, no podemos decir que hay salud en el pueblo”.
Para Montalvo y para la democracia de todos los tiempos, las tiranías y las dictaduras suceden cuando no está claro a quién corresponde la soberanía. Quien tiene el control del Estado hablará en nombre de la multitud, de la historia, de la revolución o de los designios divinos e incluso dirá que la soberanía radica en el pueblo y reclamará su derecho a continuar a nombre del pueblo que es mayoría. Para el pensamiento libre, la soberanía radica en la autonomía indelegable, en el ejercicio libre de la discreción y mas que de la elección. Todo tirano es mesiánico y el peor de los tiranos es quien se escuda en el escrutinio electoral. García Moreno, quien se justificaba siempre en el sufragio, era detestado por el más libre de los ecuatorianos del siglo XIX. Montalvo sentenciará: una perpetuidad que es ya, no solamente la ignominia del Ecuador, la vergüenza de la América republicana… ¿A dónde van a parar los principios democráticos, a dónde las instituciones liberales, a dónde los derechos de los pueblos, a dónde la justicia, a dónde el pundonor, a dónde la dignidad humana, a dónde la libertad, a dónde la esperanza? “¿cuál es el cacique ignorante que se atreve a decir que su tribu ha superado a todas las repúblicas? …García Moreno, donde no vale la fuerza, echa mano por la magia: es Atlante en cuerpo en Polifemo. Tiene además un colegio de Circes que hacen raras transmutaciones”.
¿Cuántos Garcias Morenos ameritan un Montalvo? Esta claro, los hombres libres consideran a los poderes económicos o políticos fuera de toda teología o deidad y ven en la alternabilidad un alivio, pues si no es posible que desaparezcan lo gobiernos, condición ideal para la libertad humana, al menos anhelan que cambien sus protagonistas pues quienes prorrogan sus intentos ya aprendieron a prolongar sus intereses.
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