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sábado, abril 27, 2024

La epidemiología del miedo y la política

Por Tomás Rodríguez León*

Las epidemias siempre presentes en la vida humana generaron temores y preocupaciones existenciales a lo largo de la historia, pero la modernidad veloz en comunicaciones y alta movilidad de personas presenta en alto grado la mundialización de los fenómenos y el acortamiento de distancias para observarlos.

Existen epidemias de enfermedades transmisibles, no transmisibles y epidemias sociales, todas ellas acumulan anualmente millones de  muertes. Por ejemplo,  el centro  mundial para el control de enfermedades CDC estima que en la estación invernal del año 2019, en Estados Unidos se han presentado alrededor de 22 millones de casos de influenza, con 210.000 hospitalizaciones y 12.000 muertes.

En  1918  la gripe española considerada la pandemia más devastadora de la historia, en solo un año mató entre 40 y 100 millones de personas, los casos tuvieron índices  Estados Unidos  en Fort Riley (Kansas) en  marzo de 1918 y se expandió globalmente

En la actualidad se considera que la gripe ocasiona 10.000 muertos anuales en Francia y a lo largo del mundo la influenza estacional afecta a millones de personas con tasas de mortalidad media que llega hasta el 5%. En epidemiología, si los muertos  no rebasan el indicador precedente se consideran prevalencias  aceptables y solo si rebasan el número que se repite cada año se concibe incidencia o brote epidémico.  Así, las muertes esperadas parecen estar en el orden normal de las cosas.

Otras muertes por epidemias silenciosas y escandalosas  se suceden, que hasta dejan de ser noticias, como la muerte por desnutrición, hipertensión, diabetes, violencia, accidentes que  son de alta prevalencia e incidencia. En el imaginario del pensamiento común no especializado son de bajo impacto.

Las epidemias, las guerras y la política tienen relación constante en la historia. Tucídides en la antigua Grecia vio la asociación entre epidemias y guerras cuando se declara la peste en Atenas,  advirtiendo un tiempo de muerte e inmoralidad.

“El miedo es la materia prima de las prósperas industrias”.

Eduardo Galeano

El corpus hipocrático,  define aspectos considerados actualmente como eco epidemiológicos presentando datos climáticos o meteorológicos que acompañaban al desarrollo de las enfermedades. Expone una ciudad que muere sin remedio en el desanimo relatando de paso que los generosos fueron los primeros en contagiarse

El mundo político no escapa de las aproximaciones entre gobernabilidad, enfermedad y muertes.  El fascismo puede ser  definido como una epidemia o peste  que provoco  más de cuarenta millones de muertes. El tema fue abordado con genialidad desde la literaria filosófica con Albert Camus que escribe La peste, una metáfora contra los nazis, una alegoría de la Francia ocupada. Años después, Gabriel García Márquez en leguaje a Latinoamericano  hace que el amor sobreviva en tiempos del cólera

La salud no tiene ideología, pero la enfermedad sí y la reciente crisis epidémica en Oriente lo ejemplifica. Cuando la guerra económica entre China y EE.UU. se libra, el coronavirus de Wuhan es punto de encuentro de la enfermedad con la política. Se difunde entre los espectadores la percepción de una imagen apocalíptica del mundo  con el protagonismo de vampiros y murciélagos devorados por chinos extraños, epidemia que asoma como la venganza de Batman, vector de un virus que amenaza al gigante. China responde  en forma impactante con la  espectacular  decisión biopolítica de construir un hospital en 10 días, hecho  que Occidente no puede ocultar.

También la China y su partido gobernante dictan cátedra de epidemiología, enseñándole al mundo la diferencia entre cerco y bloqueo, atrapando el brote en una ciudad de 11 millones de habitantes no permitiendo las transfronterización, un acierto responsable con los habitantes del planeta.

Para  el manejo de  toda crisis epidémica se reconocerán siempre las tasas de afectación, las mismas se calculan como una proporción entre el número de decesos y el total de personas diagnosticadas con la enfermedad. Jiao Yahui, miembro de la Comisión Nacional de Salud (CNS) de China, señaló que el porcentaje de fallecimientos  registra una tasa de del 2,3 al 4.5 desde el comienzo del brote. Este  indicador  es equiparable con la letalidad esperada de las influenzas comunes. Importante  recordar  que la tasa de mortalidad del SARS fue de 9,6%, mientras  la tasa de mortalidad del coronavirus llega a una media de 3,1%. No obstante, la preocupación está centrada en la búsqueda de vacuna.

El coronavirus, una epidemia ordenada, rectoriza el desorden. Las calles vacías de Wuhan y Pekín se organizan sin pánico, mientras la realidad mediática creada por las potencias capitalistas se vuelven contra ellos mismos. La epidemia  devuelve  miedos ancestrales a la humanidad pos moderna y las democráticas redes sociales hacen despertar sospechas, ya no solo  en el manejo mediático de la epidemia y sus cifras sino en posibles  culpables que van por el lado de la CIA o los laboratorios farmacéuticos ávidos de vender vacunas.

El socialismo con particularidades del Estado chino edifica en tanto el sueño de la macro epidemiología poniendo a “56 millones de personas en cuarentena”.  Dictadura en defensa de la vida donde la palabra se convierte en eficacia tan llena de respuestas inmediatas, como el indicador que exhibe otras derrotas epidémicas, China ha erradicado el hambre, la pobreza y el desempleo.

“También la China y su partido gobernante dictan cátedra de epidemiología, enseñándole al mundo la diferencia entre cerco y bloqueo, atrapando el brote en una ciudad de 11 millones de habitantes no permitiendo las transfronterización, un acierto responsable con los habitantes del planeta”.


*Doctor en epidemiología, máster y especialista en salud pública y catedrático de posgrado.


La Línea de FuegoFotografía: Michal Jarmoluk en Pixabay.  

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