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jueves, noviembre 14, 2024

MEA CULPA DE UN TRAIDOR por Chucky 666

MEA CULPA DE UN TRAIDOR

Por Chucky 666

Lo confieso con mucha vergüenza: hace unos meses, hice campaña por el NO a las preguntas sobre temas judiciales de la consulta popular. Hoy, me arrepiento humildemente. Por una mezcla de arrogancia intelectual, izquierdismo infantil y típico cinismo de cosmopolita sin raíces, no entendí la pertinencia y la grandeza del proyecto de reforma judicial del Presidente Rafael Correa Delgado. Ahora, con el ejemplo magnífico que nos ofrece el juicio contra el diario El Universo, me doy cuenta de mi gravísimo error y pido perdón.

Sé que no merezco este perdón. Entiendo que con mi actitud vil e irresponsable pasé al campo de los “traidores” y de los “peones de la oligarquía”, como bien dice nuestro presidente. Y eso es un falta imperdonable. Así que no espero que me acojan de nuevo entre las filas de esta maravillosa revolución. Pero al menos no quiero que mis errores puedan ser utilizados por los enemigos de la Patria Altiva y Soberana, y reniego de mis críticas desinformadas y mal intencionadas.

Lo que acabamos de ver es la prueba de que el sistema judicial de este país por fin va a poder llegar a niveles de pulcritud, independencia y eficiencia que nunca hemos visto en la historia de la República.

Sabemos que este tema de la eficiencia, en particular, es muy importante, porque para la ciudadanía, la lentitud y la opacidad burocrática de las cortes es lo que más crea desaliento y desconfianza en las instituciones. Pero afortunadamente ya vemos los primeros frutos de los afanes reformadores de nuestro Presidente.

Primero, en el caso de El Universo, se resolvió en cuatro meses y en manos de cinco jueces distintos un proceso que en primera y segunda instancia, normalmente, suele durar años en este país. El progreso es enorme. Se debe también saludar la maravillosa flexibilidad con la que se pudo cambiar cinco veces en pocos días la data de la segunda audiencia. Con este tipo de agilidad, el sistema judicial es capaz de reaccionar mucho más rápidamente a cualquier necesidad o imprevisto, como cuando por ejemplo hay que cambiar el juez al último momento por no tener las calificaciones requeridas y además ser en modo demasiado vistoso –a los ojos de la prensa corrupta– un viejo pana de juerga del abogado del demandante, o cuando el demandante tiene que viajar a Nueva York (no se va a impedir a la gente de viajar a la Yoni por una estúpida audiencia de tribunal).

Segundo, se ve claramente una preocupación para mejorar las condiciones de trabajo de los magistrados. La labor de los jueces es a menudo difícil, solitaria y angustiante; pesa sobre sus espaldas tanto la complejidad de las varias normativas y consideraciones a tomar en cuenta como la dificultad de emitir veredictos finales equilibrados, a saber de todas la graves consecuencias que sus decisiones pueden acarrear tanto para los demandantes como para los demandados. Todo lo que pueda aliviar el peso excesivo de esta soledad y de esta carga moral está bienvenido.

Así que no podemos sino saludar el magnifico ejemplo de sana colaboración y sinergia entre los poderes del Estado que nos da el primer mandatario cuando, desde sus tribunas en los medios públicos, sus ruedas de prensa y sus discursos a la nación, exhorta y orienta a los magistrados, les explica con paternal solicitud qué es “lo correcto”, hasta les sugiere con infinito amor los términos de una sentencia justa.

Qué generosidad de parte de un eminente académico que no sólo es un especialista emérito en economía, sino que no vacila en prodigar sus luces de autodidacta genial en temas jurídicos, pese a que sabemos que su modestia sufre por estar obligado a deslumbrarnos con tanta sabiduría y tantos conocimientos. Pero también sabemos que un sacrificio más por la Patria no le da miedo al Presidente.

Otro aspecto muy interesante, que además se discute muchos en los ámbitos jurídicos en los últimos años, es lo de dar una justa consideración a los derechos de las víctimas y a las reparaciones que se merecen. De hecho, no podemos sino lamentar la mezquindad con la que hasta ahora se han indemnizado a las víctimas. Así, por ejemplo, en el caso de los hermanos Restrepo, estos dos adolescentes detenidos ilegalmente y asesinados por la policía en 1988, después de 20 largos años de tratar de encontrar justicia, finalmente se indemnizó a su familia con el pago de un miserable millón de dólares por cada chico.

Pero ahora, por fin se establece un criterio de indemnización claro, coherente y justo. Estamos así seguros que desde ahora, todos los ciudadanos víctimas de injurias o calumnias podrán también reclamar que se le reconozca el justo valor del daño moral infligido a su honradez en el caso, por ejemplo –y tomo este ejemplo puramente teórico al azar–, de ser injuriados y calumniados por funcionarios públicos en cadenas sabatinas.

Finalmente, hay que resaltar la extraordinaria calidad del “material humano” con el que se construye la nueva justicia. Y el material humano es una cosa muy importante en una revolución, como decía este gran ingeniero de las almas, el camarada Stalin.

De hecho, no sólo el juez Juan Paredes ya demostró su capacidad y su honestidad en cuanto a vicepresidente de una de las más destacadas instituciones financieras de nuestros país, Ecuacorp S. A., Corporación Ecuatoriana de Inversión Sociedad Financiera, sino que verdaderamente demuestra talentos que llevarían a clasificarlo en la categoría de superhombre. Si él es una encarnación de la nueva raza de magistrados íntegros, imparciales y eficientes que nos promete la reforma tan sabiamente concebida por nuestro querido líder, ahora sí podemos anticipar la entrada de nuestra amada Patria en un verdadero paraíso judicial.

En menos de 25 horas, después del cansancio de haber presidido una audiencia y con noche de por medio, el juez Paredes fue capaz leer cerca de 5.000 páginas de proceso, redactar una sesuda sentencia de 156 páginas –un documento tan excepcional que lo medular de esta sentencia fue ratificada en segunda instancia en menos de 30 minutos por otros magistrados–, leerla en público y disponer entrega a las partes. Yo, personalmente, a veces me paso dos dolorosos días en redactar una columna de ochocientas palabras. No puedo sino inclinarme frente a la calidad excepcional de este dedicado funcionario de una justicia que por fin ha encontrado su camino de redención.
 PD:

Al menos que…

Al menos que la extraordinaria celeridad del juez Paredes se explique por otra razón. Yo la verdad que no puedo juzgar, porque no entiendo nada de informática. A ver si Ustedes entienden algo de este diálogo, aparentemente entre Gutemberg Vera y un técnico de sistemas de la Corte de Justicia de Guayaquil, que ocurrió luego de que El Universo consiguiera judicialmente tener una copia del disco duro de la computadora del juzgado:

http://www.youtube.com/watch?v=KumpIGpGBBc

 

lalineadefuego
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