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domingo, diciembre 22, 2024

Medios de comunicación: El rigor informativo vs. el clickbait

La información es un negocio que factura bien, en ocasiones.

La Línea de FuegoPor Sebastián Ortiz A.

“Cuando los medios descubrieron que la información era un negocio la verdad dejó de ser importante”, anunció hace más de veinte años el periodista polaco Ryszard Kapuscinski, frase que en lugar de envejecer con el tiempo está más vigente que nunca. Muertes, violencia, drogas, infidelidades, escándalo, están en la agenda diaria de los medios de comunicación tradicionales, aquellos que migraron del papel, la radio y la televisión al formato digital en busca de mayor audiencia, pero esto se ajusta a un interés en particular: el interés del público, “su” público. Parece que estos medios de comunicación ya no tienen una agenda de noticias propia, sino que la direccionan al consumo del ciudadano promedio del día a día, que cada vez se interesa más en esos temas.

Las redes sociales están llenas de titulares llamativos que parecen pensados, o más bien estructurados, conforme a una necesidad: la del público que los consume. Dichos medios de comunicación han buscado ganar su parte en un negocio muy rentable, aunque muchos naufragan en el intento por alcanzar el mayor número de clicks al día. Este ejercicio es conocido como clickbait, la acción de abrir enlaces de noticias con titulares llamativos, para generar mayor tráfico en la web del medio digital genera rentabilidad en estadísticas virtuales, lo que se transforma en estadísticas monetarias. Incluso aunque esos titulares guarden poca o ninguna relación con el contenido de la noticia que encabezan. Si un medio alcanza buenas cifras de “clicks” es más rentable para la pauta digital de la empresa pública y privada.

Por esta razón ya no se preocupan mucho por la calidad o veracidad de sus notas, sino que su enfoque está destinado a generar el consumo masivo de sus productos “y muchos editores caen en la tentación de escudarse en ese interés para producir materiales cada vez peores”, escribe el periodista argentino Martín Caparrós en su libro Lacrónica.

La verdad quedó en segundo plano, el periodismo quedó en el olvido. “El oficio más lindo del mundo”, como lo bautizó en algún momento Gabriel García Márquez, dejó de ser lo que fue. El dinero es el dueño de la verdad: quien tiene dinero puede decir lo que quiera y alcanzar al público que quiera, y aún mejor, a través de este ejercicio generar más dinero. El negocio de la información es fructífero y cada vez abundan más medios digitales plagados de seguidores que dejan comentarios y reacciones que sostienen al canal. Esto nos deja otro problema, la creación de canales digitales “especializados” en Fake News que van en cacería de estos clicks. No hay un medidor de comentarios positivos o negativos, cualquier tipo de comentario dejado en las bandejas de la publicación sube sus estadísticas.

Parece que el buen periodismo, ese al que alguna vez se respetó y se le dio la seriedad que se merecía, ahora vive solamente en el riguroso trabajo de los periodistas anónimos; esos que siguen escribiendo historias sin buscar alimentarse de clicks, sino amplificar las voces de ciertos sectores que hoy por hoy parecen olvidados por la opinión pública.

Los medios de comunicación se convirtieron en restaurantes de comida rápida, como las grandes cadenas norteamericanas, que buscan satisfacer a su público inventándose, cada vez más, nuevas recetas acordes a los gustos de cada paladar. Los editores han ajustado sus agendas alrededor del público, un público al que antes no necesitaban satisfacer, que no exigía lo que se debe escribir o emitir, pero que ahora, es quien marca la agenda de cada medio digital, que compite con el resto ya no con el afán de informar sino con la intención de ganar, de tener la primicia, de generar el tan ansiado click.

Al igual que estos medios de comunicación que compiten por generar estadísticas digitales, los reporteros de estos medios compiten entre sí. Se olvidaron que no son ellos los más importantes de sus notas, dejaron de lado a las voces y rostros de quienes generan la noticia, su ego pudo más y ahora pugnan por premios, que, para variar, es “su público” el que los elige, haciendo campañas para ganar sus votos; ya lo dijo Kapuscinski: “El único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer, olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los demás”.

La información es un negocio que factura bien, en ocasiones. Mientras la verdad siga quedando en segundo plano, las palabras de Kapuscinski podrán seguir vigentes durante veinte años más.

La Línea de FuegoImagen tomada de Pixabay.

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