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martes, noviembre 5, 2024

¿Moreno va por la reelección?

Por Jaime Chuchuca Serrano*

Carondelet sigue enrejado: una mezcla entre cárcel y gallinero. Hay olor a legumbres podridas. En las esquinas, y en cuadras alrededor, militares con camuflaje verde (de ese que sirve para la selva) contrastan como mala hierba en medio de los adoquines y el pavimento. Los policías con cara fruncida hablan en códigos inentendibles.

El rostro de Lenín Moreno está cada vez más desencajado y el pelo más blanco. Con la mirada perdida, casi como trastornado, regresa en sí y grita: “No sé ya qué hacer con ustedes, no pueden hacer una buena comunicación. Hay que convencer a la gente de que nosotros somos las víctimas. Eso es todo”.

En las instituciones del Estado los rumores de la reelección crecen. Las fichas de Moreno: Nebot, Lasso, Romo, Sonnenholzner, Salazar no tienen buenos números. En las proyecciones ni unidos superan el 27%. “¿Cómo mantenerme en la impunidad -debe pensar Moreno- después de semejante masacre que causé, si ninguno de mis gallos (o gallinas) gana?”. “Toda una vida”, regurgita Moreno, “Toda una vida”. “¿Por qué no? ¡Si yo le gané a Correa!, ¡Yo le desarmé!, ¡Yo le partí!, él se quedó con su mitad, yo con la otra”. Ahora masculla: “Es una posibilidad, no hay que cerrarnos. ¿Qué mismo será de hacer?… Si llegan los indios nos encierran a todos. Nadie se ha de librar. Nadie.”

El lunes 20 de enero de 2020, a las 20h00, las ecuatorianas y ecuatorianos nos bebimos un trago amargo. Otra vez Moreno, con sus desafueros televisados; con su teoría de la violencia; con el delirio de persecución, con la paranoia y las amenazas de continuar con las reformas económicas. ¿Le será tan difícil comprender que si encarece la vida de las personas, estas se movilizan?, ¿que incluso le mandarían de Carondelet si sigue tan inhumano como ahora, aunque todos los correístas se exilien?

“Ya nada –replica Moreno–. Hablando en Davos, con la gente del FMI, ojalá nos den más tiempo para quitar los subsidios. Tú sabes que el FMI sin mano de obra barata no quiere enviar el dinero. Y ya está todo comprometido. ¿No es cierto Martínez?”.

Va perdido Moreno en su silla, en medio de la comitiva presidencial y bajo las sombras del enrejado de Carondelet.

“El rostro de Lenín Moreno está cada vez más desencajado y el pelo más blanco. Con la mirada perdida, casi como trastornado, regresa en sí y grita: “No sé ya qué hacer con ustedes, no pueden hacer una buena comunicación. Hay que convencer a la gente de que nosotros somos las víctimas. Eso es todo””.


*Abogado, licenciado en Filosofía y magíster en Sociología. Actualmente, docente de la Universidad de Cuenca.


La Línea de FuegoFotografía: Jonathan Miranda / Presidencia de la República.

 

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