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MORENO Y UN FRENTE “LENINISTA”PARA 2017. Por Paola Qezada

02 de agosto 2016

La figura de Vladimir Ilich Ulianov / Lenin fue fundamental en la conceptualización de la revolución y en la construcción del Estado socialista. El supo ubicar la enorme responsabilidad de los cuadros revolucionarios para orientar la lucha de las masas para lograr la transformación de la sociedad. Salvando las grandes distancias históricas (del alcance de las “revoluciones” y de la magnitud de los personajes), al naciente “leninismo” del Ecuador de cara al 2017, le corresponde colocar con urgencia algunas tesis frente al descompuesto escenario nacional. Descompuesto por la grave situación económica y por las opacidades que comienzan a desnudarse y que serán centro de la disputa electoral.

En general, la Revolución Ciudadana ha promovido un cambio relevante hacia la justicia social; sus políticas públicas en vialidad, salud, educación, inclusión social, han buscado ser de Estado más que de gobierno; eso ha implicado asumir grandes inversiones que van más allá del periodo de un gobierno con un impacto trascendente hacia las futuras generaciones; las nuevas hidroeléctricas, las intervenciones en las refinerías, las mega infraestructuras para mitigar los impactos de las inundaciones y para potenciar el riego en amplias zonas de la costa, son ejemplos relevantes.

Sin embargo, hay deudas de la RC y tienen que ver, entre otras,  con la esperada democratización de los medios de producción, con la ausencia de una revolución agraria; temas que por su carácter estructural podrían no haberse alcanzado por la falta de una favorable correlación de fuerzas, aunque también podrían no haberse resuelto por la ausencia de voluntad  de un régimen que nació con una relevante cuota de izquierda, pero que ha ido derivando en una composición mayoritaria de centro con ribetes de centro derecha (las fuerzas de izquierda “voluntarista e ingenua” han ido siendo desplazadas paulatinamente)

En ese marco, al “leninismo ecuatoriano”, o sea a quienes ven en Lenin Moreno la alternativa progresista hacia el 2017, le corresponde tomar posición y hacer propuestas no solo para el siguiente gobierno sino de cara al crítico 2016. Es evidente que hay un giro del gobierno hacia la derecha, pero ¿qué provoca ese cambio? Al parecer no se debe solo a la compleja situación económica sino a un aparente repliegue en preparación al escenario electoral y a la posibilidad de un triunfo en 2017 de la derecha que está fuera de PAIS.

Este repliegue se evidencia en las decisiones de política tributaria (aumento del regresivo IVA); en el modo reciente de gestionar la deuda externa (dependencia de China), en la iniciativa de privatizar y desinvertir (sopladora, CNT, Banco Pacífico y otros); en la propuesta inminente de ir a copago en algunos servicios que garantizan derechos (tarifarios en salud, educación, deporte, desarrollo infantil); o en el tratamiento a los/as líderes de organizaciones sociales que resisten y protestan a costo de terminar sentenciados a prisión.

Si esos son algunos de los giros de cierre de ciclo, ¿qué puede proponer el “leninismo ecuatoriano” hacia el 2017; qué contribuciones puede hacer en 2016 para evitar el repliegue, para defender algunos logros y para avanzar en otros campos? Como decían varios intelectuales de la izquierda latinoamericana: a los gobiernos progresistas de Argentina y de Brasil les faltó convicción para ir hacia la izquierda antes que hacer grandes concesiones que terminaron en derrota electoral en un caso y en golpe blando en el otro; dejando a cargo del gobierno en ambos países a regímenes de la derecha neoliberal provocando un retroceso de varias décadas.

Desafíos del “leninismo” ecuatoriano

De ninguna manera pensamos en el leninismo ecuatoriano en términos de lo que representó Vladimir para la Rusia y la Unión Soviética; ya dijimos que salvemos las notables diferencias de los momentos históricos y de los personajes.  Sin embargo, para la realidad ecuatoriana en este momento Lenin Moreno encarna y tiene el desafío de representar una gran opción para sostener el cambio, evitar la regresión y profundizar en algunos campos en los que su antecesor tuvo límites, como el de la democratización de los medios de producción, la construcción de una democracia participativa y deliberativa y el ejercicio pleno de las libertades, incluyendo las sexuales que son en ocasiones reproductivas.

Hay que decir que no se cuenta con el contenedor político que sustente al naciente leninismo. PAIS es una estructura que no ha tenido la capacidad de construirse con autonomía (relativa) del gobierno. Haber nacido en el gobierno le pasó la terrible factura de incorporar en sus filas a una gama de todas las camisetas; con carpeta bajo el brazo para un puestito o para la “merecida” candidatura. Así no se configura un partido progresista, menos de izquierda; así no surgen los cuadros, la vanguardia indispensable para conducir el proyecto hacia el interés colectivo, hacia el bien común.

Sin embargo, la propia debilidad del movimiento político al que pertenece le podría permitir liderar como Lenin Moreno un frente político mucho mayor. Los números le dan para eso; las encuestas muestran que la ciudadanía más que a PAIS quiere al candidato LM.  Esa sería la base para la configuración de una fuerza política que desde PAIS convoque a las fuerzas progresistas del Ecuador para lograr varios pactos hacia sostener el Estado de bienestar (configurado en estos últimos 10 años) y luego para lograr el Estado del Buen Vivir; esto es, para un proyecto de largo plazo para el Ecuador.

La tarea inmediata sería entonces que el candidato, quien tiene tan importante respaldo de intenciones de voto (cerca del 55%), se proponga, a partir de la base de su movimiento político, abrir las conversaciones para configurar ese gran frente nacional. Eso implica buscar los elementos en común; esos grandes pactos que permitan, en el marco de la Constitución, establecer la hoja de ruta compartida con los y las trabajadoras; con el empresariado no especulativo y ético;  con el campesinado, con las comunas pueblos y nacionalidades indígenas. Con los jóvenes, los estudiantes, con los diversos sectores sociales organizados que apuestan por un país solidario y profundamente democrático.

La apuesta por un gran frente social sería además un modo de recuperar la relación con las organizaciones y movimientos sociales que paradójicamente poco espacio han tenido durante el gobierno de la revolución “ciudadana”. Se esperaría que el leninismo trabaje en estrecha cooperación con las organizaciones sociales históricas y emergentes, para enriquecer la visión del gobierno que, sin ese aporte de conocimientos y experiencia, es fácil que caiga en el presuntuoso saber omnímodo de la tecnocracia.

Para promover los acercamientos con diversos sectores hace falta colocar algunas tesis que no sean la reiteración de las 10 revoluciones y que permitan enfocar una ruta en el nuevo contexto. No se puede desconocer el impacto crítico que ha tenido en la economía la reducción de los precios del petróleo, no se puede negar el crecimiento del desempleo; tampoco se puede argüir que todo está bien en el comercio exterior; por lo que es indispensable no solo formular el plan para el nuevo gobierno sino proponer y debatir hoy mismo una redefinición de la política económica y de la política social.

¿Quién asume esa tarea?; el “leninismo” ecuatoriano. o quienes creen que LM es la mejor opción para el siguiente periodo de gobierno, deben aportar generando espacios para esa discusión sin necesariamente contar con la presencia del lejano líder; como decía Silvio, el cambio se hace a mano y sin permiso; así que los colectivos dispuestos a luchar para evitar giros a la derecha, para luchar para que la derecha que está fuera de PAIS (o sea la recalcitrante, la corrupta, la especulativa, la de los off shore) no logre tomarse el país como lo está haciendo en Argentina y Brasil, deben actuar,  expresarse, movilizarse YA.

Que el naciente leninismo ecuatoriano aprenda la lección, hay que ir más allá de las estructuras formales de la política, hay que sintonizar con una sociedad expectante de otros cambios; hay que trabajar con los jóvenes que no tienen la memoria de la crisis bancaria; hay que reconocer a los otros y construir con ellos las alternativas para el Ecuador y hay que hacerlo hoy, no desde 2017; primero hay que transitar lo que queda del 2016 (gestionando, entre otros, la reconstrucción después del terremoto de manera democrática y transparente) y ganar las elecciones con un candidato que exprese una clara identidad progresista.

¿Y el binomio? LM no debería ceder a las posibles presiones internas de su partido y del gran elector y más bien proponer que la candidatura a la Vicepresidencia sea parte de las conversaciones para la estructuración del gran frente progresista nacional. Sea o no de las filas de PAIS, el o la candidata a la Vicepresidencia debería ser parte de un equilibrio regional y de género, pero sobre todo de una clara identidad progresista; no caigamos en lo errores de Brasil de otorgar espacios tan relevantes a la derecha, ya se ve lo que puede hacer una Vicepresidencia que responde a esos intereses.

Finalmente, la derecha fuera de PAIS está apostando sobre todo a ganar la Asamblea Nacional para seguir las experiencias de Brasil y de Venezuela; por lo que se debe configurar también una muy buena lista de PAIS y del frente progresista para asegurar la mayoría parlamentaria; los mejores mujeres y hombres deben estar en esa lista; personas que se hayan ganado el respaldo ciudadano por sus propias trayectorias y no por ser cobijados por un único gran elector.

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