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domingo, mayo 5, 2024

¿PORQUÉ LOS CHILENOS NO LE CREEN A SEBASTIÁN PIÑERA? por Leonardo Ogaz Arce

¿PORQUÉ LOS CHILENOS NO LE CREEN A SEBASTIÁN PIÑERA?

Leonardo Ogaz Arce

El Presidente de Chile ingeniero comercial, empresario multimillonario Sebastián Piñera pasados ya más de un año de gobierno sigue manteniendo una escasa popularidad y credibilidad de acuerdo con las encuestas, es decir, está gobernando con la desaprobación de la mayoría de los chilenos. Casi todos los analistas señalan además que esta situación es difícilmente reversible, salvo que ocurran acontecimientos extraordinarios, lo cual lo pone en una situación anómala que puede convertirse en un factor de ingobernabilidad.

La última encuesta realizada por la Universidad Diego Portales, Centro de estudios de indudable tendencia derechista, señala que el nivel de aprobación ciudadana ha bajado más allá de 25 puntos porcentuales desde su última medición y se ubica hoy día en un 28, 8%. Agrega además otro dato que  resulta revelador del actual estado de credibilidad del Presidente de la República; a la pregunta ¿qué tanto le cree al presidente? El 71.2 % de los encuestados respondió que le cree poco o nada.

A que se debe esta situación, las respuestas son múltiples y variadas, desde las que le atribuyen esto a errores políticos, a las que señalan cuestiones de subjetividad empatía y cercanía con la gente. Sin duda la respuesta a la pregunta no es mono causal y es evidente que existen varias razones que explican el fenómeno.

Pero las explicaciones weberianas tipo Tironi que la ubican casi exclusivamente en las características personales del presidente, teniendo alguna validez relativa, olvidan la confrontación social, es decir, un proyecto neoliberal que expresa al gran capital nacional y transnacional en contra de la mayoría de la nación. En realidad esta situación que viene expresándose desde la dictadura militar fue encubierta con un cierto discurso democrático progresista y operaciones de comunicación estratégica en los gobiernos de la concertación por la democracia, esta situación comenzó a hacerse más evidente, me refiero a los abusos neoliberales, con la llegada de Sebastián Piñera a la presidencia, primero por un gobierno de tecnócratas empresariales  que representó la fracasada “nueva  forma de gobernar” y  ahora con la toma del gobierno  por parte de la ultraderechista UDI, en lo que se denomina una gestión más política, que en realidad es más perversa. El Presidente según declaraciones recientes arbitra constantemente una disputa entre dogmaticos y pragmáticos al interior de su gobierno, en la cual se ha inclinado notoriamente  por los dogmaticos de la UDI que además son populistas.

La cuestión es que las clases medias, los trabajadores, los movimientos sociales, el movimiento mapuche se han alzado en contra del gran capital. La potente y magnifica movilización de los estudiantes chilenos han constituido la expresión más elevada organizada y combativa del descontento contra el sistema neoliberal.

La rebelión es contra las estructuras de abusos generadas por la larga hegemonía neoliberal.

Pero en realidad es necesario explicar como Piñera llega al gobierno para poder hacer inteligible la situación. Se hace evidente que el actual Presidente llega al gobierno más que por representar  un proyecto común a un sector mayoritario de chilenos, por el cansancio y degaste del modelo concertacionista que va poniendo en evidencia su verdadera matriz de administrador y prolongación de la dictadura de Pinochet, que en vez de alterar el modelo dejado por la dictadura lo perfeccionan en un cuasi cogobierno con los sectores de la derecha tradicional, que llamaron democracia de los acuerdos con una clara hegemonía neoliberal.

La crisis de la concertación se manifiesta en toda su crudeza en la última elección presidencial en donde surge una expresión de descontento díscolo que  encabezó Marco Enríquez Ominami, que dividió a la concertación y permitió sin duda el triunfo de Piñera.

La situación era bastante curiosa porque llegaron a coexistir tres candidaturas críticas a la concertación aparte de la derecha y las tres eran encabezadas por miembros o ex miembros del Partido Socialista, Marcos Enríquez Ominami, Jorge Arrate ex ministro de la concertación, que abanderó el frente formado por el Partido Comunista, y el Senador Alejandro Navarro disidente socialista que había conformado su propia estructura política el MAS. Ahora el Partido Socialista oficial no apoyaba a ninguno de los tres sino al candidato demócrata cristiano Eduardo Frei. Esto era un claro síntoma de malestar con las ejecutorias de los gobierno concertacionistas.

Todo lo anterior demuestra que Sebastián Piñera gana más que por el empuje propio por la crisis de los supuestos adversarios, pero ofrece una nueva manera de gobernar y eficiencia, y alguna gente partidaria de la concertación agotada y decepcionada de la gestión concertacionista cree en el discurso renovador que se propone y le da su apoyo.

 Pero que ocurre, una vez asumido el mando el Presidente Piñera  comienza a realizar no un gobierno diferente sino uno muy parecido al de la Concertación o sea lo opuesto a lo que la gente aspiraba, y esto constituye uno de su errores más grandes, no percibe que la gente vota por un cambio cansada de lo existente, y el presidente ofrece con matices más de los mismo.

Todo el mundo percibió que este gobierno no tenía un relato propio sino era la continuidad de lo que se rechazaba.

A estas razones hay que sumar el pésimo manejo del conflicto estudiantil que se le ha vuelto un conflicto insoluble por los arraigados conflictos de intereses que están en juego, para formarse una idea, la cuestión de la gratuidad de la educación, el fin al lucro se le convierte en un asunto de prácticamente insolucionable porque tendría que afectar el intereses de  amigos tan entrañables como Andrés Navarro accionista de una de las principales universidades que lucra con la educación. O su ministro Cristián Larroulet también con intereses comprometidos en una universidad privada.

Pero también hay rasgos de las actuaciones públicas del Presidente que repugnan a la gente como ir a hacer un discurso a las Naciones Unidas donde califica  de “noble grande hermosa”  la reivindicación estudiantil mientras en las calles de Santiago se apalea y reprime a los estudiantes lo que pone en evidencia los peores rasgos de una clase política que no vacila en decir cualquier cosa con  tal de quedar bien ante el mundo y en los hechos hacer  lo contrario. He ahí porque no le creen al presidente Piñera.

lalineadefuego
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