Como periodista acreditado por la Revista “La Máscara Democrática”, asistí al evento en Miami, en donde el presidente ecuatoriano, Lenín Moreno, era el orador principal. Desde ahí ya empieza la broma. ¿Orador principal? Ese señor que no articula dos frases coherentes; que no es capaz de emitir una declaración si no hay texto en letra 28 y con dibujitos; que lo único que repite como loro son las veinte frases de autoayuda que se aprendió cuando era Vicepresidente; que escribe pañal con hache intermedia. Ese señor era el orador principal del foro de Defensa de la democracia de las Américas.
Lo primero que dijo en su conferencia, y que causó angustia entre los presentes es: “Ojalá tuviera yo un mejor pueblo también”. Todos nos regresamos a ver al disimulo. Detrás del Presidente apareció un letrero que decía: “sonría”. Y nos tocó sonreír. Después de algunos minutos –refiriéndose al subsidio a los combustibles- dijo algo así como: “a la final me salí con la mía”. El ex presidente Mauricio Macri, que estaba alado de él, miró al piso, a la silla de ruedas, quizás buscando restos de droga o algo. Otro letrero con letras negras, ordenaba: “risas”. Y nos reímos.
Entre los asistentes, que eran cerca de cien, se notaba un aire de pesadez. Un tipo regordete, que estaba a mi lado, supo confesar que le habían pagado 100 dólares por asistir y aplaudir hasta el final. A pesar de ello, en el minuto seis ya estaba cabeceando. En el minuto veinte -en estado de somnolencia- se atrevió a consultarme: ¿en serio, es su Presidente? Cualquiera es presidente. ¿No le da vergüenza que ese caballero sea quien rija los destinos de su país? ¿Cómo se aguantaron ese bodrio tanto tiempo?
Casi al final de su aburridísima alocución, refiriéndose a Colombia, sentenció con firmeza: “Maduro, saque sus cochinas y sangrientas manos del pueblo de Colombia”. Silencio sepulcral. El Secretario de la OEA, Almugre, se tapó la boca, y al disimulo le sopló: “No, no tiene nada que ver”. Moreno se quedó estático por veinte segundos y se le oyó murmurar: “¿Entonces es Correa?”. Un tercer cartel apareció de improviso con la leyenda: “aplausos”.
Era notorio el malestar del ex presidente Oswaldo Hurtado, quien, a pesar de su rostro de momia en decadencia, mostraba un aire de incomodidad. Personalmente creía que Hurtado ya nos había hecho el favor de esfumarse, pero no. Hay momias que viven por siempre.
Cuando se terminó la conferencia, la mayoría se levantó y huyó. Otros, quienes habían cobrado el doble, tenían que seguir aplaudiendo hasta que el señor de la silla de ruedas, por fin se largara.
En el minuto veinte -en estado de somnolencia- se atrevió a consultarme: ¿en serio, es su Presidente? Cualquiera es presidente. ¿No le da vergüenza que ese caballero sea quien rija los destinos de su país? ¿Cómo se aguantaron ese bodrio tanto tiempo?
Fotografía principal: Archivo público de la Presidencia de la República.
Hubo otros peores mi estimado Buho: Bucaram, Lucio Gutierrez y Correa.